VALENCIA. ¡Uf! ¡Qué descanso! Ya presentó Vergara/Ibn Razin con gran éxito y rodeado de muchos de quienes debieran ser críticamente valorados, el Anuario de la Cocina de la Comunidad Valenciana 2011. Su obra es, sin la más mínima duda, la más importante sobre la oferta gastronómica de estas tierras. Pero con su relevancia indiscutible uno se pregunta si el tufo autopublicitario que han venido teniendo sus colaboraciones semanales en la prensa local en los últimos meses, o el mismo acto de presentación, es lo mejor para contribuir al prestigio, difusión -y ventas- del libro. No lo es, al menos en mi caso. Han conseguido saturarme y este año no seré uno de sus compradores.
No ha habido semana desde hace meses en que el autor no nos machacara con autocitas de ediciones anteriores y demás reclamos. Muchas parecían del Ansón de sus ya lejanos tiempos de ABC cuando pretendía destacar algo irrelevante. Siempre iniciaba el texto con aquel antológico "ha sido muy comentado en influyentes círculos de la capital del España..." sin que nadie, por supuesto, hubiera comentado nada de nada. Todavía más preocupante es que esto va unido a una creciente tendencia a hablar de sí mismo y a pregonar sus excelentes relaciones con algunos grandes cocineros (los hermanos Roca, Adrià, Dacosta...) parte de los cuales son los que con sus lisonjas dominan la presentación del Anuario que quiere ser, y debiera ser, un compendio de crítica gastronómica.
Él considera esta relación irrelevante para su independencia pero en mi caso he recibido insultos y amenazas de llevarme a los tribunales de algunos de sus "grandes amigos" ante comentarios juzgados no suficientemente laudatorios (eso sí, tras proponerme una invitación para solventar las discrepancias). Amistad e independencia en ese mundo en que tantos cocineros se creen genios son incompatibles y por tanto, esas actitudes le restan autoridad al crítico gastronómico más profesional que tenemos. El cual además, ahora, no se recata en presumir de condescendencia (con los cocineros, por supuesto, y a costa de los paganos) porque hay crisis y porque afirma querer que su Anuario supere las 300 páginas. Son elementos de duda razonable sobre si esas actitudes y amistades no se estarán imponiendo a la autonomía de criterio al escribir. De hecho hace mucho tiempo que no le he leído ninguna crítica extensa negativa.
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