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PALEONTOLOGÍA

El sedentarismo ha condicionado la densidad ósea de nuestro esqueleto

VALENCIAPLAZA.COM. 24/12/2014 Los esqueletos evolucionaron en su forma ligera hace 12.000 años porque durante millones de años los humanos extintos tenían alta densidad ósea

MADRID. (EP) En comparación con nuestros parientes vivos más cercanos, los chimpancés, así como a nuestros antepasados humanos extintos, los humanos son los únicos que tienen un tamaño corporal ampliado y superficies articulares en las extremidades inferiores en combinación con un esqueleto relativamente ligero.

Pero hasta ahora, los científicos no sabían que las articulaciones óseas humanas son significativamente menos densas en comparación con las de otros animales o cuando durante la evolución humana apareció por primera vez esta característica única.

Una nueva investigación muestra que los esqueletos humanos modernos evolucionaron en su forma ligera hace relativamente poco tiempo, después del inicio del Holoceno hace unos 12.000 años e, incluso, más recientemente en algunas poblaciones humanas.

El trabajo, basado en imágenes de alta resolución de las articulaciones de los huesos de los humanos modernos y los chimpancés, así como de fósiles de especies extintas muestra que durante millones de años los humanos extintos tenían alta densidad ósea hasta un descenso dramático en los humanos modernos recientes por un cambio hacia una vida más sedentaria.

Publicado esta semana en 'Proceedings of the National Academy of Sciences', los resultados de este trabajo revelan una mayor disminución en la densidad de las extremidades inferiores que en la de los miembros superiores, lo que sugiere que la transformación puede estar ligada a un cambio de los seres humanos a partir de un estilo de vida de búsqueda de alimentación a un una agricultura sedentaria.

"A pesar de siglos de investigación sobre el esqueleto humano, éste es el primer estudio que muestra que el esqueleto humano tiene una densidad sustancialmente menor en las articulaciones que en todo el esqueleto, incluso en los antiguos agricultores que trabajaban activamente la tierra", señala Brian Richmond, autor del estudio, conservador en la División de Antropología del Museo Americano de Historia Natural y profesor de investigación en la Universidad George Washington, Estados Unidos.

"Nuestro estudio muestra que los humanos modernos tienen menos densidad ósea que la que se ve en las especies relacionadas y no importa si nos fijamos en los huesos de las personas que vivían en una sociedad industrial o poblaciones agricultoras que tenía una vida más activa.

Ambos tienen mucha menor densidad ósea", plantea Habiba Chirchir, autora principal del artículo e investigadora postdoctoral en el Museo Nacional del Instituto Smithsonian de Historia Natural, que inició el trabajo en la Universidad George Washington con Richmond. "Lo que queremos saber ahora es si esto es una característica humana temprana que define anuestra especie", añade.

NUESTROS ANCESTROS PRESENTARON UN HUESO MUY DENSO

Para explorar esta cuestión, Chirchir, Richmond y un equipo internacional de investigadores usó de tomografía computarizada de alta resolución y microtomografía para medir la estructura del hueso esponjosa o trabecular de las articulaciones de las extremidades en los humanos modernos y los chimpancés, así como en los homínidos fósiles atribuidos a 'Australopithecus africanus', 'Paranthropus robustus', 'Homo neanderthalensis' y 'Homo sapiens'.

Sus resultados muestran que de los humanos modernos sólo los últimos tienen una baja densidad trabecular a lo largo de las articulaciones de las extremidades y que la disminución es especialmente pronunciada en las articulaciones inferiores, la cadera, la rodilla y el tobillo, en lugar de las superiores en el hombro, el codo y la mano.

La aparición de este cambio anatómico tarde en nuestra historia evolutiva puede haber sido consecuencia de la transición de una vida nómada a una más estable. "Para nuestra sorpresa, a lo largo de nuestro pasado profundo, vemos que nuestros ancestros y parientes humanos, que vivían en ambientes naturales, presentaron un hueso muy denso.

E incluso los primeros miembros de nuestra especie, que se remontan a hace 20.000 años más o menos, poseían huesos que eran casi tan densos como se ha visto en otras especies modernas", señala Richmond.

"Pero esta densidad cae drásticamente en tiempos más recientes, cuando empezamos a utilizar las herramientas agrícolas para cultivar alimentos y establecernos en un lugar", agrega. Esta investigación proporciona un contexto antropológico a las enfermedades óseas más frecuente en poblaciones contemporáneas, debido en parte a los bajos niveles de actividad de caminar.

"En la gran mayoría de la prehistoria humana, nuestros ancestros participaron en más actividades de distancias más largas que lo que hacemos hoy -resalta Richmond--. No podemos comprender plenamente la salud humana hoy sin saber cómo nuestros cuerpos evolucionaron para funcionar en el pasado, por lo que es importante entender cómo nuestros esqueletos evolucionaron en el contexto de los altos niveles de actividad".

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