VALENCIA. La historia de los Centros de Internamiento para Extranjeros (CIE) es un tabú para la Europa del siglo XXI. Existen 280, ocho de ellos en España. Estas instituciones pro o prepenitenciarias se crearon a partir del Acuerdo de Schengen, en 1985, y actualmente funcionan como espacios opacos en los que se afinan ciudadanos en situación administrativa irregular.
La realidad se enfrenta a dos grandes obstáculos, según cuenta David Marrades, el realizador que durante este año ha ideado, filmado y montado 23 30, una historia cautiva. Este documental ha tenido que salvar la difícil verosimilitud de los CEI (en el caso de Valencia, situado junto a la Comisaría de la calle Zapadores) como centros de internamiento, aislamiento y expulsión; la otra gran barrera, más obvia, la negación por parte de todos los responsables a cualquier nivel de estos centros de dar la menor explicación de lo que allí sucede.
"En Aluche (Madrid) la Policía salió a decirme que dejara de grabar el exterior del centro, desde la calle. No era necesario, pero volví con un permiso. Me impidieron que grabara más allá de la misma zona en la que me habían visto por primera vez. No había razón alguna, solo intimidación", apunta el director valenciano. Es solo un gesto, pero la muestra de que algo se tapa tras estos centros a los que acuden detenidas personas que acaban siendo deportadas a sus países. ¿Pero cuáles son sus historias?
LAS HISTORIAS DE LOS CIE
Un hombre de nacionalidad nigeriana es detenido de forma rutinaria en Torrent, Valencia. Ha trabajado y conformado aquí un hogar, desde hace años, pero ahora está en desempleo. Mejor dicho: no un trabajo que le convierta en 'activo legal' de la sociedad. Esto es igual a estar desprotegido de los derechos civiles elementales en Europa. La Policía le detiene sin motivo aparente y pasa a encarrilarse en un peligroso estado de excepción civil. Es conducido al CIE de Zapadores y en cuestión de horas, sin que su mujer, a ocho días de dar a luz a su hija, sepa nada, es deportado a Lagos. Al llegar pasa tres días en el Hospital por lesiones y la querella correspondiente a esta realidad convierte su vida familiar en un muro prácticamente infranqueable.
Peggy, la ahora madre, acaba en Béliga, "en una situación todavía no muy regularizada, mientras que él sigue en Nigeria". El CEi funciona como un recolector y previo disparadero hacia los países de destino de los inmigrantes. No obstante, lo oculto es lo que sucede dentro. Mourtada Seck fue encerrado en el CIE de Aluche, perdió, entre otros muchos, su derecho a la propia identidad. Pasó a ser un número, igual que el resto de los allí internos, el 23 30 que ahora da nombr a este documental.
"He intentado evitar que el documental sea una comparación con los campos de concentración y exterminio propios de las Guerras Mundiales. Aun así, hay analogías puntuales, como la de la transformación de la persona en un número, el aislamiento total y la pérdida de rastro para sus familias. De repente, días más o semanas más tarde y por casualidad, alguien les avisa de lo que ha sucedido", apunta Marrades.
UNA CUESTIÓN EUROPEA
Sin embargo, el director valenciano asegura que "no es un tema español el de los CIE, sino europeo". La situación en España "no es la peor del Europa, pese al hacinamiento que es nuestra peor realidad; en el sur de Europa hay países con situaciones más dramáticas". No obstante, el también guionista y cámara del film, rodado con los medios justos para mostrar tres historias cercanas y en primera persona, añade que "los inmigrantes se encuentran no solo sin acceso a hablar con sus familiares, sino privados de la ayuda de abogados o plataformas sociales para evitar la deportación".
El film es crudo y se aproxima a las tres citadas historias que diseccionan realdiades concretas. El escenario, comentado con eurodiputados y especialistas en la materia, es tan crudo y perverso que a menudo se traba con el espectador incapaz de aceptar una situación inverosímil.
En los CIE se han registrado muertes (como en el caso de Málaga), suicidios y denuncias de maltratos. Lo que allí sucede es mucho meno accesible que lo que ocurre en un complejo penitenciario habitual, apunta Marrades. "Y además con el agravante de pensar que esas personas no han cometido ningún delito y que horas antes estaban en su entorno familiar, como agravante psicológico", remata.
Esta producción independiente, ahora en fase de postproducción y distribución cofinanciada por esta campaña activa de crowdfunding, destripa un mecanismo del Estado burocratizado. "Los CIE son el estadio intermedio a un sistema represivo. La realidad, lo que transmiten y generan, es miedo en todos los entornos próximos a la inmigración. Generan miedo y tratan de comunicarlo de esta forma, para que la gente no venga a Europa".
14 testimonios desarrollan todos los aspectos de un dilema complejo, poco recurrente en los informativos televisivos y cuyos titulares soloa tienden a muertes y motines detacados. "La expectativa es la de poder profundizar en un tema que espero que tenga la mayor repercusión y relevancia mediática posible para lograr sensibilizar a la gente", explica Marrades".
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