MADRID. (EP) Que el hombre es un ser social, al que le gusta formar parte de un grupo es algo demostrado desde que el mundo es mundo. Sin embargo parece que el deseo de integrarse puede suponer una involución cuando la influencia de los demás nos lleva ha seguir sus actos o creencias hasta el punto de abandonar lo que nuestra intuición o ideales nos marcan.
Así lo indica un estudio liderado por expertos de la Universidad de Exeter, en Reino Unido, que nos demuestra que un deseo natural de ser parte del grupo podría dañar nuestra capacidad para tomar las decisiones correctas.
La investigación ha demostrado que los individuos han evolucionado para ser excesivamente influenciados por sus vecinos, en lugar de confiar en su propio instinto y, como resultado de ello, los grupos se vuelven menos sensibles a los cambios en su ambiente natural.
Este estudio internacional, que incluye a académicos de la Universidad de Princeton, Estados Unidos; la Universidad de la Sorbona y el Instituto de Investigación en Ciencia y Automatización (INRIA) de Francia, se publica en 'Interface'.
El autor principal, Colin Torney, del Departamento de Matemáticas de Exeter, en Reino Unido, explica que “la influencia social es una fuerza poderosa en la naturaleza y la sociedad”. Y añade que "copiar lo que otras personas hacen puede ser útil en muchas situaciones, como qué tipo de teléfono comprar, o para los animales, de qué manera moverse o si una situación es peligrosa", resalta.
"Sin embargo, el reto está en evaluar las creencias personales cuando contradicen lo que otros hacen. Hemos demostrado que la evolución llevará a los individuos a utilizar más la información social y copiar a otros más de lo que debería", añade.
CONFLICTO EVOLUTIVO CLÁSICO
El resultado, según los expertos, es que los grupos evolucionan para no responder a los cambios en su entorno y “pasar demasiado tiempo copiándose unos a otros y no tomar sus propias decisiones”.
El equipo utilizó modelos matemáticos para analizar cómo el uso de la información social se ha desarrollado dentro de los grupos de animales. Mediante el uso de un modelo simple de toma de decisiones en un entorno dinámico, el equipo fue capaz de demostrar que los individuos se basan excesivamente en información social y evolucionan para ser demasiado influenciados fácilmente por sus vecinos.
Los científicos sugieren que esto se debe a un "conflicto evolutivo clásico entre el interés individual y colectivo". Y concluye que los resultados "sugieren que no debemos esperar a que los grupos sociales en la naturaleza respondan eficazmente a entornos cambiantes. Es probable que la norma sea que los individuos pasen demasiado tiempo copiando a sus vecinos", manifiesta el doctor Torney.
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