LONDRES. Hay una película de 2009 titulada Handmade Nation que recoge la pulsión reciente de artistas de EE.UU. por la vuelta a los métodos artesanales de producción y al háztelo tú mismo. Viene firmada por la cineasta Faythe Levinson, quien visitó 15 ciudades y entrevistó a más de 50 artistas, artesanos y diseñadores para documentar un movimiento que espolea la reinvención de los modelos tradicionales.
Esa querencia por el trabajo manual también ha hecho mella en nuestro país, poniendo de manifiesto que la neoartesanía es un signo de los tiempos. Frente a la irrupción de las nuevas tecnologías, el ritmo acelerado de Occidente y la omnipotencia de las multinacionales hay comunidades que oponen oficios preindustriales y una cadencia vital más acorde con la naturaleza.
Esta tendencia se puede extrapolar al uso de la alfarería en espectáculos teatrales por parte de un puñado de creadores que han decidido servirse del barro en sus propuestas. Algunos incluso llegan a integrar el torno como parte de la representación. Es el caso de los riojanos El Patio Teatro, que los días 22 y 23 de diciembre se instalan en el Espacio Inestable de Valencia con A mano (foto superior).
Este montaje de teatro de objetos, intimista y delicado, surgió de un proyecto final de cerámica artística en la Escuela Superior de Diseño de La Rioja. La pareja formada por Izaskun Fernández y Julián Sáenz-López se había formado durante seis años en teatro, de modo que unir ambas disciplinas fue un corolario natural.
La pieza se compone de dos partes diferenciadas. En la primera, dos manos juegan a crear seres a partir del modelado de barro en directo. Los manipuladores animan a las criaturas con el movimiento de sus manos y, de entre sus creaciones, un pequeño títere se dispone a contar una pequeña historia de amor. Al finalizar la obra, se invita a grandes y a pequeños a que tomen una bola de barro y le den vida.
"Nuestra intención es contar una historia en la que tienen cabida muchas, un relato aparentemente sencillo que esconde mensajes, ideas y maneras de entender e interpretar la realidad que nos esta tocando vivir, la de un mundo en el que muchas veces quedamos a merced de lo que dictan los mercados -explican los intérpretes-. Pero el ejercicio de profundizar más o menos en lo que esconde la obra lo dejamos en manos del espectador. En ese sentido, nos gusta el público familiar porque siempre da pie a diferentes lecturas. Es fantástico que los pequeños se lleven preguntas a casa y que algunas veces sean ellos los que den respuestas a los mayores".
Esa combinación de sutilezas y significados les ha reportado el premio a los mejores intérpretes en el Festival VALISE de Lomza, Polonia; el Drac d'Or de las Autonomias de la Fira de Titelles de Lleida; el Premio FETEN al mejor espectáculo de pequeño formato; y el premio del público del Festival de Teatro Encinart.
Los espectadores acogen con entusiasmo un montaje que invita a la desaceleración de la vida contemporánea. "En nuestra obra hablamos de cómo lo industrial va haciendo desaparecer lo artesanal. Reivindicamos el trabajo manual, personal, auténtico, tanto en nuestra obra como en nuestras vidas", subraya la pareja.
BARRO Y BUTOH
Si El Patio sube el torno a escena, el director y dramaturgo catalán Elies Miralpeix fue más allá hace unos años y mostró al público el proceso de cocido del barro en un horno. En 2010 estrenó seràmic, donde trenzaba la actuación de dos bailarinas de danza contemporánea con la creación de una escultura en vivo a cargo del ceramista Sergi Pahissa. Más adelante, la propuesta contó con otra versión de danza butoh al incorporar a la bailarina Sónia Sánchez, coreógrafa que practica la técnica japonesa de Body weather, por la que se investigan las intersecciones entre el cuerpo y el entorno.
"Nuestro deseo era llevar a escena un proceso artesanal que pocas veces se puede ver, si no es en un taller. El proceso de creación con barro nos servía de metáfora de la vida misma, de la humanidad, era una representación sobre cómo nos formamos y relacionamos. De hecho, el nombre del espectáculo, en catalán, juega con el doble sentido de cerámico y ser amigo", explica Miralpeix.
En 2011, la formación estrenaba Hoppening, una performance que fusionaba las artes escénicas y la cocción in situ de una pieza de cerámica de gran formato. "La cerámica es uno de los primeros indicios de civilización, así que pretendíamos poetizar y acercar la técnica artesana milenaria, así como plasmar la tinaja como un reflejo de la incolmabilidad del deseo del ser humano", detalla el director de escena.
Finalmente, el grupo se disolvió, pero tanto Miralpeix como Pahissa han seguido investigando técnicas artesanales para llevarlas a escena. En el caso del dramaturgo, en la actualidad desarrolla instalaciones a partir de esculturas y objetos que invitan a los espectadores a vivir una experiencia unipersonal similar a las propuestas por el Teatro de los Sentidos. Por su parte, Sergi Pahissa, continúa realizando performances con hornos de cerámica.
"En un mundo cada vez más veloz y digital, en el que hay exceso de información y déficit de conocimiento, apostamos por aquellas técnicas y experiencias que nos reconectan con el ritmo y los valores naturales de la vida", subraya Miralpeix.
EL ARTE IMITA AL TEATRO
En el mundo del arte plástico, hay numerosos casos de uso del barro en performances artísticas. Miquel Barceló, sin ir más lejos, se alió con el coreógrafo Josef Nadj para crear Paso Doble, aclamada por Peter Brook durante 2006 en el Festival de Aviñón. En la pieza, el pintor y ceramista mallorquín y el bailarín francés interactuaban con un gran mural de fango, lo atravesaban, lo golpeaban y esculpían, se cubrían y, finalmente, lo volvían a cruzar, esta vez en sentido inverso, para desaparecer tras él. La propuesta, a medio camino entre el happening y la función teatral, también se representó en Madrid, París, Atenas, Nueva York y Palma de Mallorca
El director Isaki Lacuesta rodó en 2011 un documental que recogía la experiencia, pero esta vez en lo alto del acantilado de Bandiagara, en Malí, donde Barceló pasa largas temporadas, llevaba por título El cuaderno de barro.
"Se trata de una especie de ritual del movimiento, que va más allá de la expresión de un elemento estático, pues el artista dinamiza su obra e interviene en ella", opina al respecto el director del Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí, Jaume Coll.
El director brinda otros ejemplos de creadores interesados en la transgresión entre medios de expresión. En concreto, destaca el trabajo del recientemente fallecido escultor de Castelló de Rugat Evarist Navarro, que, a su parecer, "utilizaba el barro como material de expresión no sólo para hacer sus modelados, sino para trabajar de manera dinámica".
Otro ejemplo es el artista congoleño afincado en Francia Olivier de Sagazan, quien lleva más de dos décadas conjugando pintura, fotografía, escultura y performance en una exploración macabra de la animalidad del cuerpo. El resultado es poético a la par que violento. Su serie de performances existenciales Transfiguración, que arrancaron en 2011, están programadas en la Semana Internacional de Arte en Vivo de Venecia, que finaliza el 20 de diciembre.
Fuera de esta intersección entre artes plásticas y escénicas, en la esfera del teatro hay, al menos, otros dos casos recientes de trabajo de moldeado del barro en directo, ambos destinados a un público infantil. La producción Roi d'Argile (Rey de arcilla), del Théâtre de la Guimbarde de Bélgica y el Théâtre Eclair de Burkina Faso, que enseña a niños de entre dos y cinco años a compartir el espacio de juego y aceptar la presencia del otro, y Aus dem Lehm gegriffen (Tomado de arcilla), de la compañía de Nurenberg Thalias Kompagnons, que invita al juego a partir de la manipulación del barro.
ADANES CONTEMPORÁNEOS
Los pueblos del pasado se han servido desde siempre de esta materia prima tan humilde como noble en sus manifestaciones de artes en vivo. De modo que los creadores de la actualidad no hacen sino mirar atrás y revalidar una tradición milenaria. Así lo corrobora el director del Museo Nacional de Cerámica: "Las representaciones de danza asociadas al uso del barro se conocen desde el Paleolítico.
Tanto en las pinturas parietales como en los propios muros del hábitat se usaban pigmentos para hacer representaciones referidas al baile. Hay tribus aborígenes que, todavía hoy día, se cubren de barro de diferentes colores para sus danzas. Y todos recordamos cómo los indios americanos se pintaban la cara con productos naturales, entre ellos la arcilla roja, para eventos rituales en la sociedad".
Jaume Coll halla lógica en el interés mostrado por los creadores escénicos en el uso de la alfarería, "ya que se haya en el mismo origen de la expresión del ser humano". Y recuerda que en el libro del Génesis se haya el mito alfarero por excelencia: la creación del hombre por parte de Dios a partir del barro.
"Es recuperar formas de expresión que te ligan al medio, es una conexión con la materia primigenia y, por tanto, algo que te hace pensar cuál es tu papel en el mundo. En la vida del hombre contemporáneo, tan artificial y alejada de la naturaleza, si trabajas con tu cuerpo y con la arcilla, te ayuda a ver otra dimensión del mundo. Y es una mirada que todos deberíamos mantener, porque la naturaleza es nuestro soporte. Si somos aliados, bien, pero si somos enemigos, lo tenemos mal".
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