VALENCIA. En el 2007 un joven valenciano recién titulado viajaba a Arad, Rumanía, para hacerse cargo de un pequeño taller montado por su mismo padre para fabricar una línea de sofás de piel. La familia llevaba 40 años dedicándose al oficio de la tapicería y la entrada del chico podía ser una buena forma de aprender el oficio. El taller se componía de 11 personas entre los cuales había tres costureras, dos esqueleteros, un cortador, tres tapiceros, un encargado de taller y una traductora que mediaba entre el chico y los trabajadores.
¨Un día mientras comíamos me fijé en la mochila de un compañero del taller, era lo que allí denominan un Rucsac. La utilizaba para llevar los utensilios de tapicería como el punzón, las tenazas y otras herramientas propias del oficio. Era una mochila de piel muy bonita".
La bolsa había sido confeccionada en ese mismo taller y con los propios descartes de los sofás. Los trabajadores habían creado inconscientemente lo que podría ser un producto nuevo. Había sido fabricada 100% artesanalmente y a partir de piel de vacuno reciclado, artesanía, calidad de primera y algo de emocional, todos los valores que actualmente se espera de un producto de éxito.
Nada más crearse el prototipo la gente debía mostrar interés por ellas. Los amigos y familiares preguntaban por su origen, querían tener una de esas bolsas de piel que traía consigo en cada viaje de vuelta a Valencia. Con estas reacciones, todo apuntaba a que el producto podía tener interés lejos de los talleres. La gente que se interesaba por la mochila valoraba su procedencia, el origen le concedía esa autenticidad y carisma que alguna gente tiene en cuenta.
Llegado a este punto fue cuando se decidió intentar fabricar las mochilas aquí. Se intentó hacer una prueba en una pequeña tienda. Parecía que lo que comenzaba como un proyecto casual comenzaba a convertirse en un proyecto de envergadura. Desde ese momento se empieza a fabricar lo que hoy es la mochila Ribags con una adaptación del diseño respecto del original a excepción de la piel de vacuno.
Desde entonces, la firma ya ha sido registrada y comienza a tener presencia en eventos y tiendas de Valencia y Madrid. Además, la marca empieza a tener presencia en redes sociales con su concepto de unión entre sus mochilas y los viajes. En la propia web se puede ver como la gente comparte sus fotografías de viajes en las que aparece en los rincones más icónicos del planeta portando una de las piezas.
La mochila que algún día fue una herramienta de trabajo en Rumanía, tiene ofertas para colaborar con firmas de moda pero desde la empresa son cautos y trabajan para consolidar el producto sin vistas a la diversificación. Actualmente la marca tiene su propia tienda on line desde la que vende sus mochilas pero igualmente tiene previsto la expansión por el resto de la geografía española con esperanzas a poder exportar próximamente en resto de europa.
Han pasado casi ocho años desde que esta historia diera comienzo. De entre todos los planes y proyectos que desde la marca pueden esperar hay uno que sin duda causa mayor expectación. La esperanza de que algún día puedan obtener un volumen de ventas propio para poder producir allí donde tuvo origen la mochila y trasladar la producción a Rumanía es algo que supondría mucho para el proyecto. Ver a los artesanos producir el producto que algún día crearon no tiene precio.
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