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Luis Matèu, Toni Bretón, Adrià Espí y un perro, Bruce, protagonizan la aventura entre muebles en una nueva ciudad china

VALENCIA. En el último mes Toni Bretón ha estado narrando con crudeza visual su periplo diario por las fábricas de ciudades y pueblos del este y el sur de China, un paisaje industrial aderezado del exotismo de lo lejano. En su Instagram, donde 19.000 personas le siguen en el camino, se suceden imágenes de sillas con un diseño preciso, cueros colgando, mermas, cadenas de pintado, piscinas de aluminio. Cada captura es una escena sobre un país del que conocemos muy poco (cuatro tópicos y medio).

Junto a uno de esos retratos, en un hotel cercano a la ciudad de Dipu, próxima a la costa, Bretón escribe: "En la última planta del hotel al final del largo pasillo hay una doble puerta, una placa reza "888 boss suite". Aquí estoy yo y ocho hombres. Aquí se fuma, se bebe, se juega a las cartas y se come fruta. El humo que carga el ambiente impregna los terciopelos y demás burdos textiles de los sofás, cortinas y moqueta. Yo, expectante, me pregunto cómo he acabado aquí. Esto pasa mientras dormís".

Mientras duermo Toni Bretón me cuenta por whatsapp algunos detalles de la historia de tres valencianos -él y sus dos compañeros-. La primera vez que hablamos yo acabo de comer y él se irá a dormir después de pasear a su perro Bruce por un lugar llamado Shenzhen. "Es una ciudad nueva, el otro día en un moto-taxi le preguntábamos al conductor si era lugareño, se empezó a reír y nos dijo que cómo iba a ser de Shenzhen si cuando él nació nada de esto existía. Y es que la ciudad tiene unos 30 años, se generó lo largo de la frontera con Hong Kong. Poco a poco la iremos descubriendo". 

La historia de los tres valencianos (Bretón, Adrià Espí y Luis Matèu) a punto de hacer algo grande en China, no es otro relato lacrimógeno sobre emigrantes que echan mucho de menos a su ciudad. Aunque alguna lágrima caería en el momento en el que Adrià sorprendió a Toni: "cuando le dijimos que íbamos a vivir y trabajar juntos, cosa que llevábamos ocultándole durante meses". Su historia es la de la ambición frenética por dar un paso más: "en el momento en el que me fui tenía trabajo en Valencia, cosa que dificulta bastante que tu abuela entienda "por qué te vas tan lejos", razona Bretón. "Simplemente aquí nos valoran más", resume Luis Matèu.

La búsqueda de proveedores para fabricar sus colecciones de mobiliario les ha llevado, como ardillas, a cruzar franjas del país de fábrica en fábrica, y ha deparado conflictos variados: "Hace un par de semanas, estando de viaje, me echaron de un hotel al lado de un edificio militar porque pensaron que podía ser un espía. Creo que un chino habría sido mejor espía que yo", explica Adrià Espí.

"Ahora de vuelta a la oficina -emprende Bretón- todo es más normal, con un café por la mañana; Bruce, el perro de la familia, pidiendo jugar cada dos por tres y echando partidas al ping pong para relajarnos. Te podría haber contado que la mesa de ping pong está cogiendo polvo, que anoche salí a las diez de la noche de la oficina, que Bruce no para de ladrar y que el café aquí vale tres veces lo que en España... pero todos sabemos que eso no vende".

Los tres abrirán el próximo mes en Lanzhou un centro de 14.000 metros cuadrados dedicados al mobiliario, decoración y artículos del hogar, "para mostrar la cultura mediterránea". La pica en Flandes. Se llamará HOMWO ("por 'home', hogar en inglés, y 'wo', que es yo en chino"), la punta de lanza de una plataforma fundada en 2011 por Luis Matèu junto a 5 socios locales, con la misión de "enseñar el estilo de vida español, una experiencia nueva para el público chino".

Una tarde Matèu iba por la calle con "espardenyes", pantalón vaquero corto, camiseta negra y gafas de sol. "Y de repente una chica me para y me dice que es fotógrafa de una revista de moda. ¿Te puedo hacer una foto para ponerla en el apartado de nuevas tendencias? En Valencia siempre se han reído de mí por llevar "espardenyes", y en China les parece lo más fashion".

En la web de HOMWO hay dos direcciones. Una: Block 5, Fantasia Plaza, Nanhai blvd, Nanshan District, Shenzhen, P.R.China. Y dos: Calle Ruzafa, 52, Valencia, Spain. Podríamos pasarnos la vida preguntando por qué ellos, diseñadores, están allí y no aquí. Simplemente están allí porque tras sus estudios en el EASD valenciano necesitaron ensanchar su mundo. Y no hay fuerza que pare esos arrestos. El escorzo de una generación poco perdida.

Adrià Espí y Toni Bretón están ahora juntos en la oficina. El perro Bruce les acompaña. Matèu ha salido de viaje. 

¿Cómo fue el primer día?

Toni Bretón: Puede que sea uno de los días en los que menos he hablado en mi vida. Observaba y analizaba (o intentaba entender las cosas), pero el cerebro no daba a basto. Cantidad es la palabra que define a este país. Da igual lo que busques (y ya no hablemos de si es un producto). Aquí está en todos los colores, formas y sabores que te puedas imaginar.

Adrià Espí: Estás tan pendiente de intentar fotografiar mentalmente todo lo que ves, ser consciente de todo lo que te rodea y ves que todo se mueve tan rápido, que lo que menos consigues es recordar qué pasó ese día. Creo que mi primera gran impresión fue ver los rascacielos cercanos al aeropuerto de Hong Kong, aún en construcción, junto a grandes montañas. Te sientes muy muy pequeño formando parte de algo muy grande. El primer día olvidé en el taxi (ilegal por cierto) mi camisa vaquera preferida. Créeme que eso sí lo recuerdo. 

Luis Matèu: Es una sensación que se puede asociar a un sueño real en el que ves perfectamente lo que pasa pero no tienes una total consciencia, eres un espectador que lo ve todo desde fuera sin estar aún integrado en el ambiente. El cielo, el olor, el ruido... todo diferente.

Toni Bretón: China es, para un diseñador, el cielo y el infierno al mismo tiempo. Por un lado estás en el paraíso, da igual el boceto que hagas, el color que quieras, el material y la forma, da igual que la máquina no pueda realizar esa curva en ese material, aquí se puede hacer, y a un precio razonable (aunque cada vez menos). Pero por otro lado es muy difícil llegar a lo que realmente quieres, muchas veces no entienden lo que les quieres trasmitir, ya no es un problema de idioma, es cultural, por lo que tienes que estar encima en todas las fases, pendiente y no dejar ningún paso sin especificar al detalle, si te dejas un detalle, saldrá mal. Lo cual te hace estar un poco siempre en tensión, pero es divertido.

Adrià Espí: Después de vivir 27 años en Valencia, parece que la ciudad cabe en tu mano, pero aquí... caben 4 Valencias y no tengo tantas manos.

Toni Bretón: No es un país para quedarte a vivir toda la vida (mi iaia puede estar tranquila). La gente que vive aquí es porque está haciendo algo, tiene un proyecto. Nosotros, HOMWO. En el momento en el que lo hagamos internacional podremos trabajar desde Valencia o desde, quién sabe...

Adrià Espí: No sé cuánto tiempo estaré en China, pero creo que el viaje no terminará aquí.

Luis Matèu: Iré alternando entre China y Xàtiva.

Definitivamente los tres valencianos en Shenzhen ensancharon su mundo.

Continuará.