VALENCIA. Dario Facal es uno de los nombres propios más relevantes de la última década para el teatro contemporáneo español. El director y también filólogo ha elevado sus 18 espectáculos para la compañía Metatarso (de la cual es socio fundador) hasta las tablas de la Voksbühe, en Berlín, en una trayectoria internacional destacada y cuya estación más próxima son Las amistades peligrosas, que volverá a los escenarios valencianos este domingo (20h, Cine-Teatro Municipal Astoria de Chiva).
La adaptación de la novela que delata la voluptuosa y hedonista ‘alta sociedad' francesa del siglo XVIII, Facal se encontró con una de las joyas interpretativas que guarda el nuevo teatro español: Mariano Estudillo. En una conexión total con la realidad de los jóvenes españoles, el vizcaíno nacido en Sevilla en 1991 sufre -en el buen sentido- de la extendida hipertrofia académica: formado entre la Theateropleiding Selma Susanna (THOPPS) de Amsterdam y la escuela de Arte Dramático Bululú de Antonio Malonda en Madrid.
No obstante, sus virtudes nacen en el seno familiar, donde buena parte de sus parientes tocan algún instrumento. La vocación por la carrera como actor y su conocimiento musical han sido claves para que Estudillo sea, además de uno de los personajes en el reparto de Las amistades peligrosas, el director musical de la obra. Si en su participación con En el estanque dorado, al lado de Lola Herrera y Héctor Alterio, pudo despertar las primeras impresiones, ha sido como creador de los ambientes y canciones de la obra dirigida por Facal con lo que definitivamente ha generado un incipiente interés en su labor multitarea.
Aun así, Estudillo no trata de acaparar el protagonismo con respecto a la creación sonora que prepara y coordina -junto a los técnicos de la compañía- para la obra: "con Dario el trabajo es muy sencillo. Trabajamos a partir del montaje de escenas y teníamos ya la idea puesta en pie. Solo había que convertir en sonidos y música las sensaciones de la trama", apunta el joven actor en declaraciones a ValenciaPlaza.com. Esas capas y ambientes tienen conexión con "Tábula Rasa, un grupo que tuve durante la adolescencia en Durango y en el que teníamos referencias como Pink Floyd".
El trabajo para esta obra partió de un local de ensayo y el resultado en la misma "sorprende a muchos espectadores. Algunos siempre nos dicen que no sabía que con un bajo eléctrico o que con un saxofón se pudieran crear esas atmósferas". Lo cierto es que esta parte, la de la ambientación sonora de la obra, es una de las más valiosas del propio montaje. Una pieza arriesgada, por cierto, e incómoda para el espectador, con momentos histriónicos y en tensión para el espectador que encuentra especial confort cuando esta empieza a atar cabos y concluye.
De hecho, esta incomodidad está muy vinculada "a la falta de cultura por el teatro contemporáneo", según Estudillo. "La gente que tiene cultura del teatro, y en España no es algo masivo, no espera en su mayoría tener que hacerse grandes preguntas durante o a partir de las obras", añade. En este caso, la adaptación de Javier L. Patiño y Dario Facal da rienda suelta al humor, la belleza, la seducción y la violencia; eso sí, con una batería como eje del escenario.
Las escenas y vivencias de sus seis personajes cuentan, en este caso, con "el montaje técnico más complejo en el que he trabajado", apunta el joven intérprete. Sin duda, los riesgos de luces y sonido, incluso de las propias canciones, son parte de las barreras que Facal trata de superar con el espectador para una de las obras más interesantes que se han representado durante la temporada en Valencia.
En escena, la sensualidad de Carmen Conesa, Iria del Río y Lucía Díez cuentan además con la intervención de Lola Manzano, cantante de ópera pero con una larga experiencia en montajes teatrales. Por su parte Estudillo se apoya y ‘combate' sobre el escenario con Cristóbal Suárez, aunque recientemente -en Catarroja- lo hizo con Edu Soto.
"El reparto confía en mí con respecto a las intervenciones sonoras. Yo les pregunto a menudo si se sienten cómodos con la aportación que hacen como instrumentistas, pero todos estamos muy arropados y seguros por el equipo técnico que nos acompaña", dice Estudillo. Para el espectador es una sorpresa ver como todos van ocupando roles musicales en la obra. Un hecho, con mayor o menor intervención según el caso de cada uno de ellos, que es cierto supone un reto en cada uno de los escenarios que visitan.
"A veces los escenarios no tienen las facilidades técnicas necesarias para la obra y otras la propia sala tiene un sonido peculiar sobre el que hay que trabajar. En gira, es habitual que solo tengas la misma jornada de la obra para hacer que todo esté en su sitio y a mí me toca el papel de ejercer de puente entre los actores y la parte sonora que suena del escenario", apunta Estudillo. Esta es precisamente en Las amistades peligrosas una de las luces del actor que, pese a este cargo, es una de las figuras más sobresalientes del reparto.
Aun así, la obra vibra por dinamismos que parten de un guión abierto: "hay partes del texto que están abiertas, que cambian en cada representación porque así lo pauta Dario". Sin embargo, Estudillo puntualiza: "a mí no es lo que más me gusta en principio, porque me hace sentir incómodo, pero reconozco que luego todo sale y entonces la satisfacción es mucho mayor y percibo que genera entre nosotros [el reparto] placer. Porque esa sensación es un auténtico placer".
En pocos años pasó de monologuista (con 15 años ya ganaba premios) y tuvo una banda de rock, pero a poco que se inició en la interpretación ya se codeaba con Héctor Alterio o Lola Herrera (En el estanque dorado): "para mí fue una ventaja no saber quiénes eran. Obviamente les había visto, conocía aspectos básicos de su carrera, pero no era tan consciente como mis padres, por ejemplo, de quiénes eran en el teatro. Eso me ayudó y del aprendizaje de estar compartiendo giras, cenas y vivencias con actores que lo han hecho todo en el teatro destaco lo que gano cuando les veo dudar, fallar o rectificar. Eso me ha hecho sentirme más seguro a mí y saber que a ellos también les puede fallar algo".
Este guitarrista, saxofonista y guionista también estuvo presente en la imprescindible del cine español La herida (Fernando Franco, 2013) y recientemente ha rodado Un otoño sin Berlín, película de Lara Izaguirre que se espera llegue a las salas el próximo año.
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