VALENCIA. Sacada de un fotograma, atravesando calles con la cadencia de la moto que acuna los libros más trascedentes, camino a un destino por la llamada de ese lector que flirtea con la vieja tradición de confiar ciegamente en su librero. Ave de Valencia que surca las entrañas hasta alcanzar el portal donde llevar lo que es tuyo. Tan "a parir de libros" está su casa que "no podrás casi entrar", advierte. Mujer a orillas del Rin que de niña pasaba las vacaciones al trote de una caravana diseñada por su padre.
Librófila inquieta que arrasaba expedientes con sus exámenes y acabó en la universidad de Friburgo estudiando a la vez cuatro carreras. Alumna en Massachussets, enamorada en su equipo de remo y lanzada a la Norteamérica más vasta en una experiencia de piraguas y autoestop. Río abajo hasta España. Y por ese afluente a Valencia, para sepultar los expedientes brillantes entre una maraña de libros.
Su nombre es Heide Braun, de profesión librera; una de las mujeres más fascinantes entre las que la ciutat pone a buen recaudo. Su casa, un bocado de urbe histórica, está en efecto invadida de ejemplares, en un continuo de torres de libros que vienen y van mientras ella se los lee. "Tres o cuatro horas al día" dedicados a esa misión. El resto del tiempo acude al grito -por mail- de sus clientes, una amplia red tejida puerta a puerta, fundamentalmente ellas, que le piden el ejemplar exacto.
"Pues como telepizza, pero con libros". O mejor, como un oficio olvidado, como la lechera y sus cachivaches en busca de tu dirección. El diferencial es su conocimiento, el grado de acierto ante los paladares selectos que le piden 'menú libre'. "Una librería sin librería". Qué gloria cuando la viéramos por la calle, montada en su moto, y los vecinos se giraran para señalarla: allí va la librera que reparte los libros portal a portal.
Primer paso: Alguien le escribe para decirle qué quiere, qué le gusta. Segundo: Heide escarba entre su criterio y sonsaca el ejemplar apropiado. Tercero: Lo introduce en su mochila y ajusta el cinto. Cuarto: Va hacia los hogares u oficinas que requirieron sus servicios. Quinto: llama al timbre. Y es entonces cuando el receptor empieza a pensar cómo atender esta vez a Heide Braun: "No saben cómo tratarme: por una parte, soy como el chico que trae la pizza, al que le despachas en la puerta y tal vez le das una propina (cosa que no acepto, por cierto), pero por otra parte, soy su librera, un ser pensante y a menudo amiga, así que quizá toca invitar a un café y sentarme en el sofá para una charlita". Luego está la salida. "El máster que hay que hacer para salir de los patios de las fincas, ultraprotegidos...".
Lleva haciéndolo desde 1997 y, aunque ni la ciudad ni ella lo sepan, es un patrimonio intelectual valenciano. En una guía de las 'cosas que sí' sin domicilio fijo, deberá estar en el índice.
La periodista Fani Grande -nadie con un fémur como el suyo- al conocer a Heide Braun pensó en un libro: La librería ambulante, aquel en el que el señor Mifflin recorre la campiña con un carricoche llamado El Parnasso tirado por un caballo para convencer, hogar a hogar, de lo importante que es tener un libro en la suerte de una vida. El señor Mifflin encontró sucesora. Refiriéndose a Braun, Fani Grande apunta: "es una persona muy sería y exigente, muy respetada en el gremio y con una elección de títulos nada casual. Su proyecto me parece admirable, como La librería ambulante".
Llamo a Heide Braun para hacerle un pedido: que venga ella, la mujer en tránsito, destinada a ser catedrática, a la que su inmersión en el Estados Unidos salvaje desvió para siempre del camino más recto. "Decidí dejar la universidad y convertirme en librera, que es lo que siempre había querido ser", aunque, escribió una vez, "en la Alemania de aquellos años, sumida en una primera crisis económica, preferían jóvenes y moldeables aprendices de dieciséis años a una chica levemente desorientada de veintitantos".
Heide ha venido con el 'fanzine' mensual que edita, newsletter al papel, plagado de recomendaciones y críticas sobre sus libros de cabecera o sus grandes decepciones. "Es una forma de recordarles que sigo aquí". ¿Y quién es tu comunidad lectora? "Son mis fieles que eligen alguno de los libros recomendados. O gente que busca un "inencontrable", esos libros agotados y descatalogados (y siempre digo que soy una buena librera y que tomo interés, pero que no soy Santa Rita: cuando está agotado tampoco puedo hacer nada). O gente que busca cosas concretas, libros de fondo que casi seguro tendrían que encargar en cualquier librería; entonces les resulta mucho más sencillo encargármelos a mí, despreocuparse y esperar a que se los lleve. O gente que tiene poco tiempo. También una clienta que tiene dificultad motriz: le viene genial que le lleve los libros a su casa".
-¿Vale más la librera por lo que sabe de los libros o por los libros que tiene...?
-Creo que mi fuerte son los años y años de oficio y las recomendaciones que puedo hacer, y que el robot de Amazon todavía no consigue. Hablando hace un tiempo con Ignacio Carrión, él dijo que el día que las librerías virtuales dieran con una fórmula matemática eficaz del tipo "si te gustó este libro, tal vez te guste aquel otro" habrán ganado la batalla. En este momento, los intentos en ese sentido son irrisorios. El pensamiento cargado de alma sigue siendo patrimonio del cerebro humano.
El robot de Amazon tampoco recibe el encargo de unas mujeres de la Vall d'Albaida que de tanto en tanto le piden a Braun que vaya a verlas: "Me invitan a hacerles una sesión de "tupperlibro". Voy con dos o tres cajitas de libros de mi selección, los voy sacando uno en uno cual conejos de la chistera y cuento un pequeño rollo sobre cada uno: autora, contenido... Al final hay una mesa llena de libros y la gente se abalanza, toca, hojea y elige". ¡Ajá!
Una alemana haciendo negocios por la carretera, un clásico de la Valencia subterránea que emana personajes que son delicia. Aunque a veces, se golpeen. El septiembre pasado terminó en el hospital con una clavícula rota. 24 horas en observación. "Y sin recordar nada de lo que había ocurrido". Luego "un chico joven y amable me lleva en ambulancia a mi casa y me acompaña hasta la puerta. Le advierto que no se extrañe, que trafico con libros. ("¡Anda, sí que hay libros!", exclama y me deja allí). En el informe del hospital figura, como única indicación, que fue un accidente de coche-moto y que la paciente iba en moto. Preguntas: ¿Qué ocurrió?, ¿dónde? Y sobre todo: ¿Dónde está mi moto?", dejó escrito Braun.
Pero ya ha vuelto a las calles para que los conocidos, incluso los admiradores, se giren a su paso. "El año pasado me crucé en Valencia con Heide, que recuerda su infancia alemana cuando lleva a domicilio en su moto los libros", recordaba hace unos días en El País otro Carrión (Jorge).
-¿Y qué libros me traerías?
-Digo algunos títulos al voleo que me han gustado mucho, tal vez no muy conocidos pero con los que puedes sorprender: La reina de la remolacha, de Louise Erdrich; La niña del faro, de Jeanette Winterson; Rosa candida, de Audur Ava Ólafsóttir; Las siete cabritas, de Elena Poniatowska; Fun home, de Allison Bechdel, con el que cambió mi idea del poder de las historias gráficas.
Ella es Heide Braun, ilustre a las que todavía no vence el robot de Amazon.
Me dice Heide Braun que podéis escribirle a [email protected]
Muchas lectoras y lectores debemos gran parte de nuestra biblioteca a la profesionalidad y al saber de libros de Heide. Esta maestría puede apreciarse por cualquiera que acuda a la biblioteca del Institut Valencià de la Dona, hoy D.G.F.M., que durante muchos años estuvo en la calle Náquera, hoy desterrada al edificio 9 d'Octubre. Ella asesoró sus adquisiciones. Siempre al día en las últimas aportaciones en los estudios de mujer y género, con una agudeza crítica capaz de detectar las novelas de mayor calidad literaria y sobre todo con una sensibilidad especial para la poesía. El fondo de esta biblioteca lleva el sello de Heide Braun.
Me ha sorprendido el articulo y el descubrir a la librera "ambulante". Me gusta mucho. Sin embargo me queda por saber dónde y como encontrarla. Por favor me pueden facilitar el contacto.Gracias
Por favor, ¿podrían indicarme cómo contactar con Heide Braun? Muchas gracias por adelantado.
Correccion al comentario anterior 10:28. La editorial es Turner y no Taurus. Amplio con el título y colección. "El exilio interior", colección Noema. Gracias. [El predictivo jugando malas pasadas. Finlandia, ten cuidado. Vuelve a la "redondilla"].
Fascinante
Conozco a Haide,es la librera de nuestro grupo femista MALVA. Como cada año hemos tenido el gusto de comprar en la ultima reunión un montón de libros,los cuales vino a 90 km a traer despues.
Querido Vicent Molins, Me ha fascinado conocer a Heide Braun a través de tu artículo. Sin embargo, he echado mucho de menos que no hayas visibilizado que Heide está especializada en literatura escrita por mujeres, que es un mérito añadido a todo lo demás. Las mujeres somos la mitad de la población y te puedo asegurar que escribimos algo más que diarios íntimos. Con gestos como éste de invisibilización parece que no existimos que escribimos solo para nosotras y no es cierto. Cuantas antologías de cuentos, poesías universales, nacionales incluyen a autoras? Muy pocas, te aseguro que somos un territorio inmenso e interesantísimo por descubrir, y una vez más lo habéis dejado escapar. Ojalá empieces a leer libros recomendados por Heide Braun para que entiendas de lo que te estoy hablando. Muchas gracias por darnos a conocer a esta gran mujer que ha reinventado el oficio.
Emperador, 7 acogía una Librería con Heide Braun. Hito en el momento sobre todo cuando el arco iris no producía reconocimiento a casi nadie. No nos conviene olvidar la historia, y ya que la mencionamos, tampoco olvidar la biografía de Maria Moliner en Taurus. Maria no llevaba moto pero repartía cultura por los pueblos de España en burro. Bibliotecaria de máximo reconocimiento. Heidi, saludos.
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