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VALENCIA. El hechicero chino Wei Ling Soo es uno de los magos más populares de su época, pero poca gente sabe que no existe en realidad, pues tras el disfraz se encuentra Stanley Crawford (Colin Firth), un británico gruñón y arrogante que siente verdadera aversión por los falsos espiritistas. Su amigo, Howard Burkan (Simon McBurney) le convence para que se embarquen en una misión en la Costa Azul, concretamente en la mansión de la familia Catledge.

El mago se presenta allí haciéndose pasar por un hombre de negocios con el objetivo de desenmascarar a la joven vidente Sophie Baker (Emma Stone), quien se aloja en la mansión para ayudar a Grace, la matriarca, a contactar con su difunto esposo.

El Woody Allen de todos los años ya está aquí. Fiel a su cita con los aficionados, el cineasta presenta esta nueva comedia romántica inspirada vagamente en la confrontación que tuvo el mago Houdini con los espiritistas de su tiempo. En este sentido el cineasta asegura que hizo la película sobre un ilusionista dedicado a desenmascarar espiritistas porque sigue siendo "un estricto ateo descreído".

"Me gustaría que hubiera una solución mágica que nos salvara a todos, pero no tiene pinta de que haya ninguna magia. Parece que lo que ves es lo que hay", comentó en una entrevista concedida a Efe. "No hay un mundo especial ahí fuera con muertos sentados en círculos y pasándoselo bien, a los que nos uniremos cuando muramos", añadió.

El largometraje que se estrena este viernes en toda España incide en algunos de los temas tan queridos por Allen, presentes en buena parte de su filmografía, como es la confrontación y atracción que sienten personalidades opuestas o la recreación de los años 20. Todo ello sazonado con su habitual inventiva y sus divertidos diálogos. Es más de lo mismo, quizás, pero seguirá haciendo las delicias de sus muchos seguidores.