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VALENCIA. Como en El último vals, los miembros de Los Bodgies se despedirán este viernes en la sala Black Note de la música en activo. Darán final así a medio siglo de existencia, a cincuenta años de devoción al rock. "Para mí la música ha sido una vocación; para mis compañeros, un hobby", explica Eduardo Bort, el único de los cinco componentes que tuvo una carrera profesional.

El guitarrista, uno de los nombres propios de la escena valenciana, un referente de la psicodelia y de los años setenta, ha regresado junto a Eduardo Ibor (batería), Franky Navarro (guitarra rítmica), Javier Soler (bajo) y José Luis Sánchez (voz) para recuperar la formación original del grupo y dar este último saludo desde el escenario, que supondrá el broche a una de las carreras más longevas de la historia del rock español.

Los cinco hacía décadas que no tocaban juntos, desde que Bort abandonara la formación en 1968, y el reencuentro ha sido el deseado, el que tocaba, el que se merecían. Bort este miércoles recordaba emocionado como "después de tanto tiempo fue como si sólo hubiera hecho unos minutos que nos habíamos separado". Dicen que eso es la verdadera amistad.

Nunca consiguieron ser profesionales, vivieron de otras cosas, de ser ejecutivos de empresas como Lladró, por ejemplo, pero el dinero no era lo que les movía cuando tocaban; para ellos lo importante era la música, hacer algo especial, diferente. Porque Los Bodgies estaban ya al principio, en los años sesenta, cuando comenzó a sonar en España el pop, el rock, cuando aparecieron las bandas y conjuntos musicales tal y como los conocemos en la actualidad. Aquellas formaciones, llamadas todas ye-yes, estrenaron las primeras guitarras eléctricas, importadas del Reino Unido, y las baterías modernas, inspiradas en las remotas de jazz de los 30 y 40. Aquellos grupos experimentaron y recibieron desde el escenario las primeras reacciones de un público poco habituado a esos ritmos.

"MÁS ROQUEROS QUE LOS DEMÁS"

Los Bodgies pasaron por toda esa fase de descubrimientos y experimentación con sus voces e instrumentos en aquellos matinales del cine Lys, del Rex, del Centro Cultural Ruzafa, del Club 29 en el casal de Peu de la Creu, y de tantos y tantos festivales y también, de tantos guateques, bodas y fiestas mayores. "Eran más roqueros que los demás", comenta el promotor valenciano Miguel Ángel Pastor, testigo de aquellos primeros conciertos.

Ellos le añadieron a su música un plus de calidad, porque superaron lo más clásico e incursionaron en lo que hacían The Rolling, Kinks y otros grupos de la vanguardia de la época. "Recibíamos los discos de Francia, discos de gente que nadie conocía", explica Bort. Y se lanzaban de cabeza a hacer esos sonidos que les gustaban, sonidos verdaderos, especiales. Muy pocas veces la música ha significado tanto: rebelión, inconformismo, libertad...

Los Bodgies resistieron muchos años entre apariciones y retiradas, sobrevivieron a la marcha de Bort, y ahora, explica Pastor, otra vez, vuelven juntos para decir adiós. Su último "guateque" lo ofrecerán este viernes en Black Note a las 23.55 horas y "valdrá mucho, mucho, la pena". Una despedida en la que volverán a estar todos juntos. "Me dijeron, si ti no podemos", relata Bort. Y él no pudo negarse.

También será una suerte de homenaje a unos pioneros de una época en la que el rock era algo especial, a todos los grupos que en los sesenta, en las peores condiciones, pelearon por hacer que algo de modernidad llegase a Valencia. "Será un concierto divertido", vaticina Bort.