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VALENCIA. La profunda recesión del sistema económico ha cambiado las reglas de juego posiblemente para siempre. Los servicios públicos, que ocupan una parte notable de los presupuestos de cualquiera de las administraciones porque, precisamente, es de la gestión de los servicios públicos de lo que se responsabilizan, han sido los primeros en sufrir unos recortes que comenzaron por poda, continuaron en forma de copago y derivaron en reacción ciudadana.

Vicent Borràs ha logrado el Premi Blai Bellver por Primavera encesa, una novela que ahora publica Bromera. En este título, de ágil lectura, pegado al presente y cuyas tramas parecen la extensión por la vía narrativa de las noticias que nos acompañan estos días, se aborda un suceso especialmente convulso y significativo de la crisis en su sentido más amplio y próximo: las violentas revueltas de la llamada ‘Primavera valenciana'.

El libro parte, como los hechos, de las revueltas de febrero de 2012. Un alzamiento espontáneo, civil y juvenil "que no podría entenderse de no haber existindo WhatsApp, Facebook, Tuenti y todas estas plataformas", apunta Borràs a ValenciaPlaza.com. De hecho, el mismo autor reconoce que las nuevas tecnologías son un arma de doble filo "ya que también han conseguido ‘normalizar' de alguna forma las tensiones", en referencia a aquellas ocasiones en las que una propuestas es viral pero no da el salto a la calle.

Las revueltas de la ‘Primavera valenciana' fueron un hecho especialmente violento, como no se recordaba en decenios, tal y como apunta el libro. "Por un lado hay una gran parte de factor sorpresa, porque nadie esperaba que la sociedad valenciana, que llevaba tanto tiempo callada tolerando lo intolerable durante años, saliera a la calle. Y por otro el hecho de que fuera gente especialmente joven quien lo hiciera. Hasta ese momento la imagen de la juventud habitual en los medios estaba más próxima a los macrobotellones".

Aun así, Borràs señala que "fue importante el precedente del 15-M" y que, en aquel caso, en la revuelta valenciana o en las numerosas que también se produjeron en Barcelona, "las denuncias desorbitadas han tratado de intimidar y lo han conseguido parcialmente". No obstante, en la reciente presentación del libro en Valencia, el autor fue abordado por dos jóvenes presentes en aquellos sucesos: "me preguntaron si todo lo que sucedió había servido de algo y les contesté que sí. Entre otras cosas porque una de ellas había logrado sentar a un policía en el banquillo por negligencias y los tribunales le han dado recientemente la razón".

De hecho, Primavera encesa propone un final abierto en el que Borràs apuesta por una línea de esperanza. "Hay márgenes para cambiar las situaciones de injusticia en las que vivimos". El autor en este caso vive pegado a las realidades de los adolescentes, ya que es profesor de un instituto en el que "hay 7 u 8 profesores menos que hace tan solo unos años. Esto los jóvenes lo perciben, no les es indiferente, pero reconozco que el papel del profesorado es complicado".

Aun así, Borràs aboga a que "cuando la materia está relacioando con el presente", los profesores -que destaca son un colectivo poco homogéneo- "debemos facilitar toda la información sobre cualquier tema. Cuando la realidad se impone, los jóvenes encuentran faltas de información que nosotros podemos facilitar". Aunque él mismo reconoce que "son pocos los docentes que han animado a salir a los alumnos a la calle ante una injusticia".

Las nuevas generaciones si tienen, desde el punto de vista del autor, "menos complejos. Han perdido el miedo que hubo en otro tiempo. Recuerdo que a una vez pasada la época de la transición, en buena parte de los 80, 90 y quizá hasta la guerra de Irak, el joven que hablaba de política era una aguafiestas". El autor señala que "cuando no se enciende la calefacción en los institutos porque no hay liquidez para pagar hay poco que explicarles a los jóvenes. Aunque no lean el periódico tienen las redes sociales por donde también circula la información y genera reacciones".

Su proximidad con los adolescentes le hace conocer bien el tono y entender "cuáles son sus actitudes". Aun así, Borràs destaca que son "muy similares a las mías. Un joven de 17 años siempre tiene algunas preguntas recurrentes, las mismas preocupaciones, como son la existencia del propio ‘yo', su papel o la forma en la que aprende a interactuar con el sexo opuesto, los adultos o la policía.

La gran diferencia para el autor entre su juventud y la que aborda en Primavera encesa es "que todo dura muy poco y las ideas también. Este mismo año ya se han producido dos convocatorias de huelga entre los estudiantes, y lo cierto es que piden lo mismo que pedían en aquellas revueltas de 2012". Este es, para el profesor, el reto actual, el de evitar la citada normalización de los recortes y que las protestas se conviertan en cambios para restablecer un sistema más justo. Empezando por el educativo.