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SIEMPRE AQUEJADA POR SU ESCASA PROYECCIÓN ESTATAL

Los eternos olvidados
de la escena musical

CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA. 15/11/2014 La abundante y valiosa producción pop y rock valenciana de las últimas décadas goza de una escasa penetración popular fuera de nuestras fronteras. ¿Hay razones que la expliquen?

VALENCIA. Victimismo, meninfotisme, autoodio...podemos esbozar mil y un paralelismos, desde nuestras características más seculares como pueblo, para explicar la escasa repercusión exterior que nuestra música pop y rock viene obteniendo en las últimas décadas. Entendiendo por exterior todo aquello que se cuece fuera de la Comunidad Valenciana. Y quizá ninguna serviría para desentrañar el problema en su totalidad. Así de compleja suele ser la realidad. A veces, hasta extremos casi indescifrables.

Prácticamente nadie duda del estado de fertilidad creativa del que nuestra escena (si es que de escena puede hablarse, dado el poliédrico entramado que sustenta la creación musical más cercana) se vanagloria en los últimos tiempos. En la mayoría de casos, con razón. La ebullición es extensible, claro, a otras disciplinas (artes escénicas, diseño, gastronomía), y buena cuenta de ello suele dar esta publicación siempre que puede. Porque bien está poner en valor los mejores capitales humanos autóctonos. Sobre todo, si con ello se contribuye a erradicar el manto de mugre que nuestros gestores públicos han ido sedimentando sobre nuestra imagen a golpe de corruptelas y latrocinio sistemático. No ha habido peor propaganda para nuestra proyección externa que cualquier informativo de televisión.  Siempre que se facturase lejos de Burjassot, claro está.

Sea como fuere, no hay un correlato popular ni mediático que refleje esa ebullición a nivel estatal. Por mucho que quienes alguna vez han tenido capacidad de interlocución con las redacciones de los principales medios de Madrid y Barcelona, en un medio o en otro, se hayan dejado la piel en el intento. El poso de la música popular valenciana, en cualquier acepción, no ha terminado de sedimentar. Ni siquiera cuando se ha intentado construir la casa comenzando por el tejado. Y no parece que sea un problema reciente: en 1987, en aquel imprescindible volumen colectivo que publicó el diario El País en fascículos, La Historia del Rock, ya comentaba Jesús Ordovás que "el Levante fue uno de los lugares donde más agradables sorpresas se dieron en los años 70 (Eduardo Bort, Remigi Palmero, Bustamante, Doble Zero, Humo o Cotó-en-pél), pero a pesar de tener una indudable calidad y un agridulce sabor mediterráneo, pasaron prácticamente inadvertidas".

Podemos cambiar de década y seguir asumiendo la letra. Porque las cosas, desde entonces, no han cambiado tanto, más allá de esa triada (formada por Seguridad Social, Presuntos Implicados y Revólver) que se nos va a hacer anciana antes de que ningún músico valenciano goce de una repercusión siquiera similar. Desde entonces, seguramente solo el nombre de La Habitación Roja le resulte familiar a cualquier alma cándida más allá de Utiel, Vinaroz o Torrevieja. Mientras, Jorge Martí y los suyos bregan en decenas de festivales por gozar del favor de un público fiel pero irremediablemente inferior al que suspira por bandas de nuevo cuño, detentoras de argumentos más endebles gestados en Madrid o Barcelona, pero también en Granada o Zaragoza.

RESCATE EMOCIONAL

"Salvo artistas consagrados comercialmente y otros reconocidos por concebir su música con un toque mediterráneo, como Bustamante o Pep Laguarda, los grupos y artistas valencianos nunca han sido demasiado valorados fuera de aquí": nos lo dice Rafa Cervera, veterano periodista valenciano que ha tenido la oportunidad de testimoniar el estado de salud de la escena local en varios medios de ámbito estatal, desde los años 80. "Glamour, por ejemplo, son recordados por el single ‘Imágenes', pero sigue ignorándose el hecho de que fueron un excelente grupo de rock, más cercanos a Magazine que a Spandau Ballet", comenta, en una línea argumental que no tiene inconveniente alguno en extender hasta los años 90 y 00. "Tampoco me gusta que Una Sonrisa Terrible no hayan gozado de un mayor reconocimiento cuando fueron un grupo con una obra y una actitud que lo merecía".

La lista de supuestos damnificados podría ser interminable, claro. Seguro que, muchos de ustedes tienen más de un nombre en la cabeza. Sin necesidad de ponerse más victimistas de la cuenta, que de eso también hay. Y no es un tema menor-el del victimismo-que no deba ser abordado. Más nombres que se le ocurren a Cervera: "Kindergarten aparecieron en una época en la que arriesgar era poco habitual y si los riesgos en el campo del rock español se pagan, estando ya en Valencia ni te cuento. O Doctor Divago, que es un grupo que ha madurado muy bien y creo que merecería ser tenido más en cuenta. O Los Magnéticos, que eran simplemente gloriosos y el mundo no quiso enterarse".

LO QUE EL OJO (CRÍTICO) NO VE

Vicente Fabuel, otro observador de largo recorrido desde su doble atalaya, la de los medios en los que ha colaborado y la de su veterana tienda de discos (Oldies), también cree que esa presencia ha ido a menos: "en los cincuenta, había mucha presencia. Estoy pensando en Lolita Garrido, que cantó rock and roll, fue una genia y precursora, cantando las letras más feministas de aquella época".

"Y ya en los 60, Bruno Lomas, quien fue durante dos años la estrella más importante en solitario. Pero con los 70 ya hay una bajada, y en los 80 la cosa remonta un poco el vuelo", nos cuenta, asumiendo con resignación que "desde los 90 hasta ahora, hay cosas muy puntuales: La Habitación Roja que tienen algún eco superior con algún disco, pero en general, artistas que puedan profesionalizarse, hay muy poquitos".

El empeño de Fabuel por recuperar gemas ocultas de nuestro patrimonio musical ("voy buscando siempre la cara B de la historia", nos dice), no ya solo valenciano sino estatal, es casi una labor de arqueología. Y apuntando más alto, achaca al sesgo anglosajón del grueso de nuestra prensa especializada como una de las razones para la uniformidad que refleja: "Hay discos no solo valencianos o españoles, sino italianos o franceses, que aparecen continuamente ninguneados por gran parte de la crítica, una crítica que sí que aterriza en África, por ejemplo, con determinados discos tótem, que les llegan a través de Inglaterra, claro, creando un magma muy discutible. Y eso es reflejo de que el influjo de la prensa inglesa es muy potente en los últimos 20 o 25 años".

Esa labor de recuperación de un legado histórico no siempre desenterrado o revindicado con los debidos honores ("tenemos un patrimonio fantástico pero hay un prejuicio muy extendido en España, por nuestra particular situación social y política de entonces, que ha estigmatizado muchas manifestaciones artísticas de los 60 o 70", nos dice) le lleva a destacar a Los Pepes y Los Huracanes como dos bandas valencianas merecedoras de reivindicación. Ambas forman parte del recopilatorio Algo Salvaje (Vampisoul, 2014), recientemente editado, en torno a bandas de beat y garage españolas de la época, y en cuya selección ha intervenido el propio Fabuel. Al más puro estilo de la tradición inaugurada por el mítico y seminal Nuggets: Original Artyfacts from the First Psychedelic Era (Elektra, 1973), ideado por Lenny Kaye y Jac Holzman.

DICTAMEN CLARO, PRESCRIPCIÓN COMPLICADA

Cuando hablamos de la escasa repercusión de la producción musical valenciana en el conjunto del estado, no hablamos solo de percepciones. Podríamos remitirnos a las exiguas cifras de venta, cuya mayor o menor mordida del pastel ha ido relativizando su trascendencia, a medida que las ventas han ido descendiendo hasta las actuales cotas,  generalmente paupérrimas.

Pero si nos detenemos en un repaso historiográfico, bien a través de libros de referencia o de revistas especializadas, salta a la vista que el reflejo de lo que se factura en la Comunidad Valenciana está muy por debajo de su peso demográfico, que se mueve en torno al 10 % del total estatal (y no parece que el de las bandas se desmarque mucho, dada su actual reproducción como esporas).

El libro Los Hijos del Rock. Los Grupos Hispanos 1975-1989 (Fundación Autor, 2003), de Salvador Domínguez, aporta dos bloques valencianos valiosos: el de los 80 (tecno, glam y punk en el Levante español) con Betty Troupe, Comité Cisne, Glamour o Interterror y otro dedicado a finales de los años 70 (Valencia, rock y mediterranía), con Eduardo Bort, Bustamante o Remigi Palmero. Pero es una de las excepciones. La Historia del Rock de El País (1987) no dedica ningún capítulo a la Comunidad Valenciana (sí lo hace con la Movida gallega de los 80, excepcionalmente acogida en Madrid), más allá de la mención individual a Los Huracanes o a Bruno Lomas en el capítulo español de los 60. 

Otros manuales son mucho más exhaustivos, como el libro colectivo Historia del Rock en la Comunidad Valenciana (Avantpress, 2004), pero no hace falta decir que su consumo es más bien interno, con lo que no debería computar. Algo menos interno puede que sea el libro Discos Ocultos (Avantpress, 2004), de Juan Vitoria, por la proyección internacional del grueso de los álbumes que lo integran, aunque el activista pop valenciano abogó por Los Huracanes, Cotó-en-Pél, Banderas de Mayo y Ciudadano López como objetos de reivindicación.

Aunque donde el tema resulta más revelador, es en el de las listas. El número especial de Rockdelux con Los 100 mejores discos españoles del S.XX, editado en 2004, exponía un capítulo escrito precisamente por Vicente Fabuel, en torno a los años 70, en el que lógicamente no escaseaban nombres valencianos. Pero en su lista final tan solo figuraban dos discos gestados desde aquí: uno de Bustamante y otro de Pep Laguarda, en los puestos 72 y 51, respectivamente. Es decir, un 2% del total. Y en puestos de cola. Si nos vamos al reciente número especial, el del 30 aniversario (1984-2014 en 300 discos), la cosa no pinta mejor: ningún álbum valenciano entre los más de 20 que aparecen entre los 300 primeros, y solo uno en el anexo, que incorpora 200 más (Entusiastas, de Bustamante, una vez más). Es decir, un álbum entre 26. Calculen ustedes el porcentaje. Y en la valenciana Efe Eme, no vayan a creer que la cosa pintaba mucho mejor. En su lista de los mejores 200 álbumes de la historia del pop español, publicada en 2003, figuraban 6 valencianos (un 3%). Bien es cierto que, en las listas anuales de las últimas temporadas para el grueso de los medios de referencia, se está atenuando un poco ese ostracismo.

Entre los motivos fundamentales para esta falta de eco, Rafa Cervera señala que "comunicar quién eres y cuál es tu trabajo a los medios no valencianos es un trabajo duro porque los interlocutores están lejos, saturados de nombres nuevos que han de encontrar su sitio frente a una avalancha de novedades continua que en cierto modo tiene un espacio asegurado, y eso significa que hay que no solo hay que trabajar para darse a conocer, también hay que ser consciente de que es un trabajo duro que exige imaginación y talento". En caso de que eso no fructifique, asume que "la sensación de injusticia y desesperación puede ser muy grande cuando se constata cómo funciona esto, pero hay que intentarlo, y también tener muy claro que a veces es imposible gustarle a quien tú crees que deberías gustarle".

¿Depositan las bandas valencianas gran parte de sus fuerzas en ese ingrato empeño? Para Cervera, no suele ser así: "Valencia no es una ciudad cosmopolita y eso se refleja en la falta de perspectiva y ambición de muchos de sus artistas, que en cuanto ven que no se les hace caso fuera caen en la autocompasión y se sumergen con más ganas aún en esa trampa mortal que es "la escena local"".  Esa escena local que muchas veces asume su propio epíteto con una cierta connotación peyorativa, "porque una escena local es aquella en la que naces y das tus primeros pasos como artista, pero nunca jamás (salvo que vivas en Nueva York, Londres, Madrid, Berlín, Manchester o París) puede ser un fin en sí mismo", recalca.

Vicente Fabuel no ve tan claras las causas, aunque le apena apreciar "una deriva negativa, estadística y porcentualmente". Asume que "lo fácil sería establecer una relación con la situación sociopolítica, pero no me consta que eso sea así". De hecho, reconoce que "hay centenares de grupos y salas que programan regularmente: no veo que la ciudad esté muerta en cuanto a plataformas, y sin embargo, no llegan". Así que no le queda más remedio que atribuir la falta de eco a "una cierta crisis de expectativas, o de recoger energía que esté en el ambiente y que puede que ya no esté...no sé, no tengo ni idea. Pero tampoco veo que esté ocurriendo eso ahora en Catalunya, que fue vanguardia desde los años 60".

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2 comentarios

arnaldo carrascosa villar escribió
16/11/2014 10:39

muy buen articulo...

Xusso escribió
15/11/2014 16:11

y se me ocurren muchos más grupos trascendentes que quedaron intrascendentes y que no nombra el artículo.... Las Máquinas, Jah Macetas, Los Romeos, Obrint Pas, Furious Planet, Skaparàpid, el Ultimo ke Zierre, RC Druids, Orxata, Pildora X, Euro Trash Girl, etc...

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