VALENCIA (CP/EP). Resulta curioso que, siendo como es uno de los grandes momentos de la II Guerra Mundial, siendo como es una historia atractiva, interesante, y que transcurre en uno de los lugares más icónicos del mundo, París, la liberación de la capital francesa de manos de los nazis ha sido uno de los temas menos tratados en el cine del inagotable filón de historias que es la II Guerra Mundial.
Excepción hecha de ¿Arde París?, aquella película francesa de 1966 realizada por René Clément, con guion de Francis Ford Coppola y Gore Vidal a partir de la novela homónima de Larry Collins y Dominique Lapierre, la liberación de París de las tropas nazis durante la II Guerra Mundial ha sido objeto de numerosos documentales, libros, pero muy pocas veces se ha trasladado al cine.
Ha sido el director alemán Volker Schlöndorff quien ha roto esta tendencia y se ha aproximado a este suceso de la historia con un trabajo, Diplomacia, que reinvindica el papel de las personas que, lejos de las primeras filas toman decisiones que cambian el rumbo de la historia. La película, de producción francoalemana, narra el encuentro entre el general nazi y gobernador de París, Dietrich von Choltitz, encarnado con convicción por Niels Arestrup, y el cónsul sueco Raoul Nordling, soberbio André Dussollier, durante la noche del 25 de agosto de 1934 que evitó el bombardeo y la destrucción de París ordenada por Adolf Hitler.
"La historia no está protagonizada solo por Hitler o Mao... también por figuras que toman decisiones a a nivel individual y dan un cambio a la historia, como ocurre con el cónsul y el general; el cónsul tomo una decisión personal de rebeldía frente a la política oficial de Suecia de neutralidad, tomó una decisión personal que motivó el resultado", explicó el director durante la presentación del film en el Festival de Valladolid.
De este modo se refería a la perseverancia del diplomático a la hora de tratar de convencer al general nazi de que no destruyera París: primero apelando a la belleza de la ciudad y a una cuestión humanitaria; luego a la nula utilidad de esa decisión y, en último término, al protagonismo del general como la persona que evitó que la ciudad, con sus rincones, desapareciera.
De manera paralela se percibe en el general un cambio paulatino de actitud: de la negativa férrea por sentido de la obligación y lealtad al nazismo y a su líder a la apelación a la ley que imposibilitaba su marcha atrás: lo que él incumpliera lo pagaría su familia por decreto. En los últimos momentos, los de mayor humanidad del general, se comprueba cómo su preocupación pasa por el bienestar y futuro de su familia y no tanto por una ideología y unos principios, los de la Alemania nazi, de los que hace tiempo ya se había distanciado.
Durante su comparecencia ante los medios, el director alemán se refirió a las peculiaridades del ejército alemán y recordó cómo hace más de 200 años la obra El Príncipe de Hamburgo relataba la historia de un príncipe que desobedece las órdenes porque ve una oportunidad en la batalla y, pese a salir victorioso, es fusilado por desobediencia. "La victoria parece menos importante que la obediencia y de esa tradición desciende el general en la película", precisó el director.
Uno de los aspectos que le interesaba mostrar al cineasta, autor de películas como El tambor de hojalata, era cómo París fue salvado por un general que ni era persona cultivada ni era amante del arte pero cuyo comportamiento, no obstante, entrañó "repercusiones enormes". "Me gusta esta paradoja: si hubiera sido militar impecable habría obedecido las órdenes y, como era una persona que tenía un pasado horrible, con crímenes terribles, quizá desobedeciendo podría redimirse de ellos".
El cónsul, el general y la misma París son los ejes de esta cinta, en la que el despacho en el que discurre la trama comparte su protagonismo con unas secuencias del subsuelo de la Asamblea Nacional y con la azotea del hotel cuartel general de los nazis: el que ha permitido al director y a su co-guionista, Cyril Gely, responsable de la obra de teatro en la que se inspira la cinta, dar a París el papel preponderante que tiene en el largometraje.
"...una ideología y unos principios, los alemanes, de los que hace tiempo ya se había distanciado." A ver si hablamos y redactamos con propiedad... la ideologia y los principios no eran alemanes, sino que eran nacionalsocialistas. Cuales son la ideologia y los principios españoles, por ejemplo?
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