VALENCIA. Manuel Martínez, voz cantante de Medina Azahara, aseguraba recientemente -entre risas- que en su banda no tienen "dinero para parar". De hecho, los cordobeses llevan 35 años de gira ininterrumpida en los que la carretera conforma un estilo de vida muy alejado a lo que el rock fue en las décadas anteriores, pero conformando la verdadera identidad del rock actual, la que confunde la vida personal de sus integrantes con su creación.
Esta vía suena libre y, a poco que se profundice en sus raíces, sabe honesta. Es el caso de la banda valenciana Supermosca, que ha ocupado en la vida de algunos de sus miembros, como David Lozano, guitarra y voz, o Toni Fernández, batería, media vida. "Visto con la distancia, es curioso que en nuestros primeros años tuviéramos un productor interesado que ya pagó un primer disco y dos maquetas", apunta Lozano que atiende a ValenciaPlaza.com.
El próximo sábado en la Sala Wah Wah de Valencia presentarán Supermosca (Ernie, 2014) su tercer álbum desde que la banda estableció su alineación titular en 2006, pero que Lozano no olvida vino precedida de una profunda crisis interna: "estaba quemado y quería cambiar, ver qué podía hacer con otras bandas porque el proyecto no iba para adelante. Pero Toni insistió". En aquel momento se sumó Fede Fernández, hermano del batería de Supermosca, y Lozano encontró en la elaboración rock más enérgica el camino a seguir.
"Cuando durante los primeros años flirteamos con el pop, me sentía especialmente incómodo. Al fin y al cabo, hay un momento en el que, después de mucho tiempo, encontramos nuestro sonido y ahora ya son tres álbumes muy establecidos elaborando nuestra música", comenta el cantante de la banda. Lozano reconoce que en este tiempo "la banda ha superado la frustración inicial que podría suceder de no alcanzar grandes públicos. Nunca fue nuestro objetivo, sino el de elaborar nuestra música, que es muy personal. Y cuando haces tu música y tratas de buscar en tus propias experiencias musicales un sonido no puedes pretender que alcanzar a un gran público sea una tarea sencilla".
El nuevo disco, Supermosca, mantiene una línea de continuidad. De la tríada más establecida de Supermosca como producciones, este es el segundo trabajo con Santi García como productor. El también responsable de sonido de Standstill, Nueva Vulcano, Za!, Delorean o Maryland (que actúan también en la noche del sábado junto a Supermosca), ha registrado en esta ocasión una ampliación de la intensidad y épica habitual en la banda valenciana. Eso sí, la crudeza con la que García afronta las grabaciones, mantiene en este álbum la voz de Lozano en un plano un tanto separado y natural, mientras que las instrumentaciones se mantienen con mayor potencia que nunca.
Lozano no oculta que la banda ha prosperado en la 'poda' de capas y la elaboración más conceptual de las canciones con respecto a su anterior trabajo, Miedo (Warner). "Santi busca un sonido más natural y no opta por una voz muy producida. No obstante, nos gusta su enfoque de hacer todo humano, de acostumbrarnos a oirnos tal y como sonamos en los directos". Y lo cierto es que Supermosca es una de las bandas valencianas que mayor cohesión entre sus miembros muestra durante las actuaciones en directo.
En este disco se vuelven a destacar las baterías de Fernández, una caja infinita de recursos para abordar las diferentes partes de una canción que a veces nace pop, muta en progresiones casi hardcore y acaba cerrando una pieza de rock con pinceladas épicas. A este último aspecto, en este último trabajo, contribuyen coros que reverdecen las posibilidades más brillantes del grupo, lejos de las variables hacia soluciones menores y a veces hasta jazzísticas del agrado de las cuerdas del grupo (también en la formación Josep Zapater, guitarra, teclados, coros y percusión, Pere Martinez, bajo y Manolo Millan, guitarra).
En el aspecto más social, la banda es para Lozano "especialmente agradecida con todo lo que sucede. De hecho, de alguna forma eso está vinculado a la fidelidad de nuestro público. Conseguimos cosas poco a poco y las disfrutamos así". Modestia aparte, lo cierto es que la banda ha atravesado contratos incumplidos, otros con multinacionales, mucha carretera y promoción y -con todo ello- pequeños avances que en gran medida han sabido establecer.
"Ahora solo nos planteamos hacer conciertos en los que estemos a gusto. No nos preocupa el hecho de estar en festivales o no o en grandes ciudades o no. Disfrutamos del disco que hemos hecho, vamos paso a paso tantos años después y hemos prohibido discutir por todo aquello que no sea cambiar un estribillo de sitio o una canción por otra en el show", añade el valenciano.
Para Lozano, el momento de Supermosca ahora mismo "es muy bonito. Si antes he visto la situación de la banda con cierto agobio, ya ni me acuerdo. Queremos pasear el disco por España lo máximo posible, pero lo que más me preocupa es disfrutar después de este esfuerzo personal que todos hemos hecho para llegar hasta aquí".
El también guitarra y compositor de la banda reconoce que lo personal acabó por fundirse con Supermosca hace mucho tiempo. "Desde Sangchili hubo un cambio en nosotros y en el público. Algo que ha ido generando esto, aquello y lo otro y que en la presentación de un disco ahora haga posible que vendamos 50 discos si llevan una entrada anticipada a un concierto. Para nosotros esto es increíble, pero es un paso más dentro de la rutina de la banda y dentro de lo que es parte de nuestra vida".
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