VALENCIA. Racconto, en italiano, quiere decir, además de relato, remembranza. Y en eso consiste el espectáculo del mismo nombre que Mayumaná sube al escenario del Teatro Olympia del 11 al 16 de noviembre, una memoria de los hitos que el combo israelí ha ido sumando en estos 16 años. El montaje, que ha contado con Andreu Buenafuente en la adaptación del guión al castellano, es una celebración de más de una década de trayectoria. Así, el espectáculo aúna fragmentos de obras ya disfrutadas en España, como Mayumana y Momentum, e inéditas en nuestro país, caso de Bejuntos y BE.
Si seguimos con los significados, meyumanut es destreza en hebreo. Esta raíz etimológica está en el germen y la idiosincrasia de la formación, integrada por artistas multidisciplinares de todas las esquinas del mundo cuyo esperanto es el ritmo.
Mayumaná fue fundado en 1996 por Eylon Nuphar y Boaz Berman. Dos años después creaban su primer espectáculo, donde exploraban su profunda y común pasión por la música y la percusión. En la actualidad, ella ejerce de directora artística y compositora musical y él, que se hallaba entre los 10 intérprete originales, ha dejado la actuación para asumir la dirección artística. Nuphar es graduada en Música y Teatro y también se formó en cine y fotografía. Berman cursó estudios en la Academia de Música de Jerusalén y percusión afrocubana en Nueva York. En esta amalgama de inquietudes estuvo el germen de una tropa interracial que ejecuta espectáculos superlativos de teatro, danza, música y efectos visuales que hoy día arrasa en auditorios de todo el globo. En la actualidad, Mayumaná está conformado por unos 100 miembros entre intérpretes, producción, equipo técnico y marketing de más de 30 países.
Con el tiempo, el equipo será relevado por nuevos talentos y los ahora integrantes iniciarán sus propios proyectos en una diáspora cultural de la manera de entender la convivencia y el trabajo en equipo que marca el colectivo israelí. Aquí van cuatro botones de muestra, cuatro antiguos componentes del grupo que han trasladado la filosofía de entonces a su presente profesional.
UN SKATER EN LA CORTE DEL RITMO
Ramiro McTersse, más conocido por su sobrenombre de Ramiroquai, formó parte de Mayumaná de 2008 a 2010. El multiinstrumentista participó en un casting abierto para más de 1.000 personas de las que sólo cuatro fueron seleccionadas. De ahí se derivaron siete meses de formación en Tel Aviv. "Me cambió la vida, me hizo recobrar la autoconfianza, me llenó espacios no tocados o completamente vacíos, fue una gran universidad del conocimiento", se exalta al recordar.
Las aristas que despierta Israel en el imaginario se limaron cuando aterrizó en el Estado judío. "Descubrí un país absolutamente fascinante, un cacao apasionante de culturas, una actitud ante la vida diferente por su condición de supervivencia innata. De repente, estás comiendo frente al mar, solo, se sienta alguien y te pregunta de dónde eres y qué haces ahí. Di con una apertura mental sobrecogedora. Hay que conocer los lugares y quedarse con lo bueno de cada uno de ellos. La gran parte de los israelíes no tiene la culpa del conflicto que viven, es una lucha económica y quién está detrás es una bandera roja y blanca con estrellas azules", opina.
Cuando tuvo a su tercer hijo llegó el momento de abandonar Mayumaná. Confiesa que fue un momento muy duro, pero que no hay dinero que pague "volver a casa y descubrir que tu niño ya tiene dientes". La conciliación familiar se antepuso a la tranquilidad económica y a los estímulos vitales y profesionales que el combo multirracial le procuraba.
De su experiencia se lleva "una visión muy global y concreta de subirse a un escenario, saber tratar a las personas con el máximo respeto, humildad y habilidades en la danza contemporánea".
El currículum de Ramiro anda bien surtido. El antiguo miembro de Mayumaná ha colaborado en formaciones musicales como Hechos Contra El Decoro, Def Con Dos, Dwomo, Alcohol Jazz y La Cabra Mecánica, y participado en XXX de La Fura dels Baus. En la actualidad tiene su propio grupo, Bitter Mambo, es responsable del espacio de Radio3 Bandera Negra, dedicado al skate, el punk y la música hardcore, organiza el Festival O'Marisquiño, que desde hace 14 años hermana la cultura urbana con los deportes extremos, y produce, junto a su mujer, talleres de psicomagia social con Alejandro Jodorowsky.
EL BAILARÍN PRODIGIOSO
Sharon Fridman (Hadera, 1980) pisó España por primera vez en 2006 y no la ha vuelto a abandonar. Metafóricamente, porque el ritmo de giras de su compañía homónima le lleva a recalar en otros países periódicamente.
Su paso por Mayumaná abarcó de 2004 a 2008, periodo en el que ejerció de coreógrafo y coordinador artístico. El israelí fue fichado por los directores del clan multidisciplinar para mejorar la calidad de la danza de los intérpretes y para desarrollar nuevas coreografías. Aunque muy joven, Fridman ya había roto mano en las prestigiosas formaciones de danza contemporánea Tadmor Dance Company, Kibbutz Contemporary Dance Company y Vértigo, así como en el Centro Suzanne Dellal de Tel Aviv.
Durante su etapa en Mayumaná tuvo que apoyar a cada uno de los 10 miembros del equipo artístico en su proceso personal durante la gira. Ese trabajo con tantos y tan diferentes individuos y en situaciones de estrecha complicidad, le ha impreso una empatía imborrable hacia el otro. "Aprendí cómo mantener la energía del grupo, dónde empujar y dónde soltar, para que el show siempre estuviera fresco. También me impregné de cómo trabajar y coordinar el trabajo técnico, de crear en territorios que no son los propios de mi naturaleza y hacerlos míos", explica.
En paralelo, la soledad en las giras y la distancia del hogar le imprimieron el deseo de conocer el mundo.
Sharon dejó Mayumaná cuando sintió que tenía que labrar su propio destino.
La crítica de danza Mercedes L. Caballero ha definido sus coreografías como "pequeñas autobiografías de estados concretos". Este abrirse en canal en sus creaciones ya le ha procurado cinco premios en el Certamen Coreográfico de Madrid en 2006, el encargo de crear una pieza para la Royal Opera House, el primer premio en el Certamen Coreográfico Burgos-Nueva York de 2011 y el VIII Premio Iberoamericano de Coreografía Alicia Alonso CIC´12. Su última pieza, Caída libre, está programada los días 29 y 30 de noviembre en Madrid en Danza. Y ya se apresta en su nueva creación para su antigua formación Vértigo, que estrenará el 30 de enero en Suzanne Dellal.
EL INFILTRADO DE YLLANA
El bonaerense Jony Elías fue adoptado profesionalmente por la compañía Yllana cuando se afincó en Madrid hace 14 años. En 2006 entraban en "colisión armoniosa" los sonidos y el movimiento de la troupe israelí y el humor gestual de Yllana en un concierto teatral que llevaba por título Yananá, para el Parque de Atracciones de Madrid. El espectáculo era interpretado por cinco miembros de Mayumaná agrupados bajo el nombre de Expertos en Percusión y Danza y tres integrantes de Yllana, entre ellos, el guitarrista argentino, autoproclamados Doctores en Mimo y Clown.
Durante el show los cubos de basura cobraban vida, los baldes se metamorfoseaban en tambores, las sartenes en raquetas y las mesas en pistas de claqué.
Después de aquello, Elías se sumaba, de 2008 a 2010, al elenco de Momentum.
"Aunque ya venía bastante crecido, aquella experiencia me enseñó a compartir, a tratar con más gente. Trabajaba con 20 personas, técnicos incluidos, de diferentes nacionalidades. Y eso me impactó", relata.
Pero si hubo algo que le sobrecogía cada función era la batucada final, en la que entre 3.000 y 4.000 personas, "desde el anciano hasta el niño" bailaban y saltaban al ritmo que los músicos marcaban.
Jony ya se había curtido en las tablas con Yllana, pero en cada Momentum podía hacer un despliegue de todas sus habilidades en el plazo de hora y media. "Me daban la oportunidad de concentrar muchísimas cosas que había aprendido: cantábamos, bailábamos, tocaba la batería, la percusión, la guitarra... Y todo en los mejores teatros del mundo, con llenos siempre".
Aquello fue un impasse hasta que Yllana ultimo el espectáculo Sensormen.
Actualmente es artista invitado de la banda de rock metal Sôber y actúa en el nuevo espectáculo de la compañía español de teatro gestual, The Gagfather, un show de humor, mafias y gánsters con fechas cerradas por todo el país.
HOMO PERCUTIENS
Cuando el multiinstrumentista venezolano Roberto Castillo se presentó a una audición para Mayumaná en Manchester, sintió que hablaba el mismo lenguaje que los creadores de la compañía. No sólo en su querencia por el ritmo, sino también en "la asunción del arte como un refugio y un canal de comunicación frente a la adversidad", explica.
Su flechazo correspondido duró de 2002 a 2006, periodo durante el cual incorporó un papel antes interpretado por el consultor artístico Ido Kagan, en el que tenía que tocar el bajo y el steal drum (tambor metálico), practicar el beatbox (técnica vocal en la que se producen sonidos rítmicos) y asumir la parte de comedia de los espectáculos.
Su larga y precoz experiencia musical, pues Castillo empezó a extraer sonido de botes y latas con cinco años, a tocar el violín con ocho y a tocar en orquestas con 12, le supuso un toma y daca en la formación. En el ámbito del humor y de la expresión física aprendió sobremanera, y en el musical impartió, entre otras aportaciones al grupo, clases de conga.
Transcurridos cuatro años llegó el momento del hasta luego. Y no hasta siempre, porque Roberto ha incorporado a varios miembros de Mayumaná en sus producciones. "No soy únicamente un intérprete -justifica su marcha-. Me resultaba importante seguir explorando y trabajando en mi propio lenguaje, porque soy creador y compositor".
De aquel periodo se le ha quedado en la retina un momento conmovedor. Durante una actuación en el Gran Rex de Buenos Aires, un teatro con una capacidad para 3.262 espectadores, al término de la función, "transcurrieron cinco minutos, ocho minutos, 10 minutos, y el público no paraba de pegarle patadas a las gradas y aplaudir".
El venezolano, graduado en Berklee, ultima ahora la gira de la obra Pan Pa Tim con su formación de teatro de percusión Primate, se ha unido como invitado especial al espectáculo multidisciplinar de artistas venezolanos Negrísimo y acaba de finalizar un tour con la bailaora de flamenco Siudy Garrido y una colaboración con la orquesta de percusión ibérica Coetus.
"Si algo me ha dado la vida es la oportunidad de comunicarme con el universo a través del ritmo, un lenguaje universal para el que no es necesaria bandera ni dialecto, sino tener el corazón abierto. Compañías como Mayumaná y maestros como Barenboim dejan de tener nacionalidad cuando difunden su arte".
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