VALENCIA. En la década de los 60 la moda juvenil hizo detonar el cambio de mentalidades y puso el foco en una nueva forma de vestir encarnada en el Londres de Carnaby Street y King's Road. Frente a ellas, todo parecía pasado de moda. La mítica calle Savile Row que contenía las sastrerías más importantes del mundo carecía de sentido para lo que entonces sucedía.
Sin embargo, dos casas supieron actualizar y llevar el aire fresco que tanto necesitaba: en 1967, Douglas Hayward inauguró una sastrería ‘bespoke' en Mount Street, atrayendo iconos de la época como Michael Caine, Peter Sellers y Terence Stamp al discreto encanto de la ropa cortada a mano. Luego, en 1969, el ‘enfant terrible' Tommy Nutter y su compañero, Edward Sexton, abrieron Nutters de Savile Row, la tienda más salvaje y delirante de trajes a medida, que tenía como clientes a los Beatles y los Rolling Stones.
El nuevo plan de acción de estas dos tiendas sartorial, no era otra cosa que una forma de adaptarse a las nuevas modas. Conseguir atraer a la clientela más moderna pero sin dejar de ofrecer el producto que se llevaba confeccionando desde el siglo XVI.
EL PROBLEMA DE LA ACTUALIDAD
Por desgracia, parece que estos casos no trascendieron mucho más lejos de la capital británica. Lejos de ella, el gremio de sastres continúa ejerciendo, en la mayoría de los casos, como siempre y sin quererlo comienza a tomar distancia entre sus posibles clientes potenciales.
Sin tomar conciencia, se pierde la cultura de la ropa hecha a medida. Los jóvenes tienen prejuicios y desconocen lo que el vestir trajes a medida supone. La gente parece olvidar que los sastres son los que mejor saben adaptarse a lo que uno necesita. Por esto, es labor de los profesionales educar y divulgar la cultura de la calidad.
Un traje a medida confeccionado artesanalmente lleva en torno a unas 50 horas de trabajo, y un plazo de entrega, desde la toma de medidas, de un mes y medio. Tejidos, corte, el número de botones, el diseño de puños y solapas, etc. Frente a lo que muchos puedan pensar el sastre persigue algo que le está vetado a la confección industrial: un traje ceñido por fuera, espacioso por dentro, que oculta nuestros defectos y que está totalmente acorde a nuestras medidas, características y gustos.
Más allá de la elección de la nueva sociedad hacia el traje de producción industrial en detrimento del traje a medida, el relevo generacional es el problema que realmente inquieta al gremio de sastres. La sastrería masculina podría tener los días contados si no cuenta con nuevos profesionales dedicados al oficio de la sastrería.
LA ACTUALIDAD EN POSITIVO
La sastrería también tiene algún elemento para pensar en positivo. Para suerte del gremio y de los amantes de la moda sartorial, algo se está cociendo entre los nuevos profesionales del vestir. Los encargos a medida son cada vez más frecuentes entre el público masculino dado que el hombre ha perdido miedo a la moda y cuida su aspecto. Al mismo tiempo, la sociedad lleva un tiempo consumiendo ropa de baja calidad y comienza a tener en cuenta las prestaciones de que ofrece la de alta, aprecia ese toque de distinción y exclusividad en la personalización.
Madrid, posiblemente sea donde más tradición haya por el vestir de sastrería. Afortunadamente algunas casas comienzan a recibir nuevas generaciones de sastres como Lander Urquijo en la calle Serrano. En poco tiempo, está siendo considerado uno de los mejores sastres con nuevos patrones.
LA NUEVA SASTRERÍA
Más allá del concepto clásico de sastrería, una nueva hornada de diseñadores, venidos de mundos muy alejados de la profesión, han querido llevarla a su terreno para competir con el ready to wear y la producción en masa. Este es el caso de Manuel García, al frente de la firma García Madrid. Con ocho años de experiencia, versiona las prendas clásicas en corte slim, teniendo en cuenta el precio y la aportación de una alternativa paleta cromática frente a las propuestas tradicionales.
Algo parecido sucede con Juan Carlos Morante. Con su firma Morante, interpreta la sastrería tradicional mediante volúmenes inesperados que convierte sus prendas en unisex. Nuevos cortes y nuevas formas bajo influencia deportiva pero siempre con la mirada en la confección artesanal.
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