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VALENCIA. Partamos de un experimento algorítmico: ‘chicas bond' francesas, película en cuestión, edad y número de resultados en Google: Carole Bouquet, Solo por sus ojos, 57 años y 629.000 resultados;  Sophie Marceau, El mundo nunca es suficiente, 47 años y 709.000 resultados; Bérenice Marlohe, Skyfall, 35 años y 693.000 resultados; Léa Seydoux, Bond 24, 29 años y 1.430.000 resultados.

Partiendo de estos datos podemos considerar que, en la corta carrera de la parisina, muchos se han interesado por quién era exactamente Léa Hélène Seydoux-Fornier de Clausonne, nacida el primer día de julio de 1985. No obstante, el pasado año 2013 fue determinante para su carrera a partir del papel de ‘Emma' en La vida de Adèle (Abdellatif Kechiche) por el cual fue nominada para los premios BAFTA y César, además de estarlo también en una infinidad de festivales.

Aun así, su presencia es numerosa en producciones mainstream desde finales de la pasada década: Malditos Bastardos (Quientin Tarantino, 2009), Robin Hood (Ridley Scott, 2010), Midnight in Paris (Woody Allen, 2011), Misión: Imposible. Protocolo Fantasma (Brad Bird, 2011) Adiós a la reina (Benoît Jacquot, 2012) o The Grand Budapest Hotel (Wes Anderson, 2014). ¿Pero cómo y por qué esta joven actriz francesa ha ido ocupando papeles secundarios entre semejantes presupuestos y repartos?

NIETA DE

La que será ‘chica bond' para Sam Mendes en Bond 24, película que se estrenará dentro de 365 días, es la nieta del todopoderoso Jérôme Seydoux (39ª fortuna de la República de Francia), presidente de la todopoderosa productora de cine Pathé. Su padre es Henri Seydoux, hombre de negocios y también inmerso en Pathé, mientras que su madre es Valérie Schlumberger, una filántropa hija de otro importante empresario e inventor, Marcel Schlumberger. La principal empresa de esta familia es Swaco, perforadora y refinadora de petróleos en países de África occidental. Su madre trató de darle la vuelta a esta realidad social y es una de las mayores promotoras de arte africano contemporáneo del mundo.

Seydoux reconoció en la revista Psychologies que se sentía una "huérfana" ya que sus padres se divorciaron cuando ella tenía tres años. Los ajetreados ritmos de vida de sus progenitores (la madre, de hecho, vive en África) hicieron que ella y su hermana (la diseñadora de moda Camile Seydoux) conformaran su propia personalidad, según la actriz. Lo cierto es que para ambas era habitual compartir cenas y comidas con personajes como Christian Louboutin, Nan Goldin, Lou Reed o Mick Jagger.

Las raíces de la influencia de Seydoux, no obstante, no acaban en Pathé Films. Sus tíos Nicolas Seydoux y Michel Seydoux son, respectivamente, el máximo responsable de la productora Gaumont Film Company y un importante productor de cine francés independiente. Además, este último, es el presidente del Lille OSC, el principal equipo de fútbol de la ciudad y uno de los más importantes de la Ligue 1.

Pese a las incontables posibilidades que a priori -y a la postre- tenía para convertirse en una profesional del cine, Léa mostró un fuerte interés por convertirse en cantante de ópera y para ello estudió en el Conservatorio de Paris. Más tarde mostraría una especial afinidad por su madre especialmente a raíz de su labor con diferentes ONG, entre las que destaca por su popularidad la ASAO que recoge a los niños sin casa de Dakar (Senegal).

LÉA, LA ACTRIZ

Fue a los 18 años cuando Léa Seydoux decidió que se convertiría en actriz y lo hizo para impresionar a un actor (se desconoce el nombre) al que quería atraer. Léa viajaba y tenía todo cuanto quería, pero decidió estudiar en la escuela de arte dramático Les Enfants Terribles para más tarde realizar un training específico con Corinne Blue en el archiconocido Actor's Studio de Nueva York.

Aunque no fue su primer papel, protagonizar La belle personne fue el primer gran paso en la carrera de Léa. De la mano de Cristophe Honoré consiguió sus primeras nominaciones como actriz revelación. Un salto importante, en 2008, que combinó ese mismo año protagonizando una de las mejores escenas rodadas por Tarantino: la apertura de Malditos Bastardos. Y pudo haber encajado en ese año inicial otro golpe de gracia para su carrera, pero Rooney Mara se quedó con el papel de Lisbeth Salander en la superproducción de David Fincher Los hombres que no amaban a las mujeres.

A partir de ahí, se sucedieron sus ya citadas incursiones en el cine comercial de Allen o en la saga Misión: Imposible destacando sus papeles en Adiós a la reina, Sister y La vida de Adéle. Con esta última llovieron las loas, nominaciones, premios y una visión icónica que la catapultó a todo tipo de portadas y a ser investigada por su cuantiosa herencia por revistas como Capital. Lejos de lo que a priori pudiera parecer, Seydoux todavía tiene margen para contentar al cine independiente europeo. De hecho, su camino parece el marcado por otras estrellas francesas que han mantenido un prolongado idilio con Hollywood sin dejar de contentar a los directores europeos.

Como en Adiós a la reina, Seydoux volverá a estar bajo las ordenes de Benoît Jacquot en la película Diary of a Chambermaid que se estrenará en 2015, así como The Lobster (Yorgos Lanthimos) y la tan esperada Bond 24, en las grandes pantallas el 6 de noviembre del próximo año. Sam Mendes, aseguran en los mentideros de la industria estadounidense, podría prolongar el lado más indie de la saga, tal y como ya avanzó parcialmente en la notable Skyfall.