VALENCIA. Siempre se aprende algo. Los componentes del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valencia han descubierto que en toda España no hay un solo monumento dedicado al soldado desconocido. Fue ahora hace un año cuando encontraron en la Sierra del Toro los restos de un combatiente, de no se sabe qué bando, dentro de la campaña que habían emprendido para la recuperación de otros dos cadáveres en este mismo paraje.
Por las estimaciones que realizaron, en función de los hechos históricos, el soldado desconocido habría muerto el 12 ó 13 de julio de 1938, durante uno de los combates de la Batalla de Levante. No tenía signos aparentes de haber sufrido una herida de bala. No fue hasta que los restos llegaron a la Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense de Madrid que pudieron saber que había sufrido heridas de metralla en el pecho. Estos mismos estudios determinaron que el soldado, que apareció junto a su macuto y sus balas, tendría entre 24 y 25 años.
Por la posición donde lo hallaron, el soldado desconocido podría haber pertenecido a cualquiera de los dos bandos. "Lo encontramos a 20 metros de una trinchera franquista", relata Matías Alonso, coordinador del grupo, que aglutina a historiadores, antropólogos y arqueólogos. Podría ser un soldado franquista que volviera con sus compañeros tras un ataque fallido, o un republicano en cualquiera de los contraataques que se produjeron esos días. La lógica invita a pensar que era un republicano, porque no estaba enterrado, pero si hubiera sido un nacional y esa trinchera recuperada por los republicanos, también podría haber quedado insepulto.
La Batalla de Levante fue una de las más sangrientas de toda la contienda. La línea defensiva Matallana, que el ejército de la República llamó con el nombre en clave XYZ, se devino como un eficaz tapón al avance de las tropas franquistas. Los más de 125.000 soldados a las órdenes del bando nacional que intentaron tomarla, no pudieron derrotar a las tropas republicanas, compuestas por 30.000 hombres. Fue una victoria para el bando perdedor, estéril, pero que sirvió para retrasar un año la toma de Valencia.
Los desolados paisajes de la Sierra del Toro, inhóspitos, fríos en invierno y cálidos en verano, fueron testigos de esos combates en los que falleció este soldado. Sin nadie a quien acudir, sin ningún papel ni documento que les certificara quién podía ser, los miembros del grupo pensaron en enterrarlo en el monumento al soldado desconocido. Y ahí fue donde tuvieron la última sorpresa: Descubrieron que no existe en España ningún sepulcro para soldados desconocidos. En ninguna provincia. En ninguna región. "Aquí se rinden honores a todos los generales pero ni uno a los soldados de a pie", constata amargamente Alonso.
Decepcionados, los miembros del Grupo se pusieron en contacto con el sacerdote de El Toro para solicitarle un entierro de caridad. A la espera de que se autorice este oficio, que permitirá que el soldado desconocido sea sepultado 76 años después de su muerte, sus huesos yacen en depósito, como metáfora a un tiempo dolorosa y triste del destino que aguarda a otros muchos muertos anónimos de la Guerra Civil.
Los miembros del Grupo llevan de hecho años peleando en solitario por mantener la recuperación de represaliados, soldados y víctimas anónimas de la guerra que yacen dispersos en las miles de fosas que se encuentran diseminadas por el país. Pero no sólo en fosas hallan esos cuerpos. "A veces vas caminando por la sierra y te encuentras un fémur, una costilla de un cadáver", explica Miguel Mezquida, director arqueológico del Grupo. "En ocasiones son los propios pastores de la zona los que nos explican donde los han enterrado", relata Alonso.
No tienen forma de identificarlos. Ése es uno de los principales problemas que encuentran, la ausencia de documentos u objetos que les permita saber quiénes son estos muertos sin nombre. "La mayoría son republicanos, por no decir casi todos", explica Mezquida. "Los franquistas, una vez vencieron, dieron sepultura a sus víctimas, pero no sucedió lo mismo con las del bando republicano", añade.
Este verano, como el año pasado, los miembros del Grupo realizaron dos campañas. Una fue gracias al crowdfunding en el cementerio de Borriol, donde excavaron en una fosa común, y la otra fue en la misma Sierra del Toro donde hallaron los cadáveres de dos soldados de quince años y un tercero de menor edad, así como otros dos de soldados adultos. Esta última la costearon con las matrículas de los alumnos que participaban como becarios. Dentro de su política de captación de fondos, el Grupo ha puesto en marcha talleres para estudiantes, los cuales colaboran en las exhumaciones que se realizan durante las campañas estivales. Este año han participado jóvenes procedentes de países como Argentina, Eslovenia o Portugal
Sin cobertura financiera ni legal por parte de las administraciones, los arqueólogos e historiadores que conforman la entidad recaban buena parte de sus apoyos a través de Internet para una iniciativa que lo único que pretende, como bien recuerda Alonso, es dar un lugar a los familiares para poder honrar a sus fallecidos. Eso en los casos que se pueden identificar a los cadáveres. No cuentan con el apoyo de ninguna administración ni lo esperan. Más bien al contrario, sólo confían en hallar obstáculos de todo tipo. Les ha pasado ya en Borriol, donde, tras exhumar la fosa común del cementerio, el alcalde no les dejó erigir el memorial en recuerdo de los muertos. Su lugar lo ocupa un olivo, que marca el punto exacto donde se encuentra la fosa.
No es para ellos ninguna novedad. Tanto Alonso como Mezquida recuerdan el caso de la familia de Teófilo Alcorisa, de Valencia, que se ha encontrado inmersa en una batalla legal contra el Ayuntamiento que preside con mano de hierro Rita Barberá. Alcorisa fue el padre de un guerrillero republicano, Pedro Alcorisa. La Guardia Civil buscaba a su hijo y, como no lo encontraban, apresaron al padre, lo ejecutaron en Arrancapinos y le enterraron después en el Cementerio de Valencia. Esto ocurrió en el año 1947. La ONU ha pedido al Gobierno de España que se investigue este caso, como una de las más de 100.000 desapariciones forzadas que aún están sin resolver.
Tras bloquear durante cinco años la exhumación del cadáver, la Junta del Gobierno del ayuntamiento decidió el pasado mes de julio ordenar que los costes de la misma fueran pagados por la familia. Los descendientes de Alcorisa se oponen y recuerdan que por el retraso del consistorio se perdieron los 50.000 euros en ayudas que habían recibido para este menester. "Valencia es una ciudad insumisa con la Ley de la Memoria Histórica", resume Mezquida.
El caso de Alcorisa es uno más de los centenares que se han encontrado los miembros del Grupo, que pretenden seguir con su trabajo en la medida de sus posibilidades, dependiendo en muchos casos de la ayuda de familiares y particulares sensibilizados con el drama de los muertos sin localizar de la Guerra Civil. Casos como el de Paterna, donde contaron con la colaboración del exalcalde del PP, Lorenzo Agustí, son excepciones.
Para el año que viene tienen pendiente encontrar financiación que haga posibles nuevas exhumaciones. Serán en campo abierto y en camposantos cerrados. Las propuestas son varias, pero en principio pretenden continuar con sus trabajos en la Sierra del Toro. El problema es que deben reunir fondos suficientes para poder garantizar los alojamientos y la manutención de los arqueólogos, antropólogos y estudiantes.
Entre las metas que se han planteado, algunas parecen a día de hoy quiméricas. Una de ellas sería crear un banco de ADN de familiares de desaparecidos durante la Guerra Civil para poder cotejar con los restos humanos que se van encontrando. Pero, con la actual carencia de medios, esa opción es prácticamente inviable. Asimismo, recuerda Alonso, necesitarían cobertura institucional y unas condiciones adecuadas para albergar las muestras que captan. "Nosotros sólo somos un grupo de civiles. En España, excepción hecha de la Junta de Andalucía, ninguna institución presta atención a este problema", recuerda.
Y para dar fe de ello, pueden enseñar los huesos del soldado desconocido, ese joven sin nombre que yace ahora en un depósito del departamento de Medicina Legal de la Complutense desde hace más de un año, olvidado en la sierra tras haber combatido en una guerra que otros iniciaron. Un muerto sin nombre, que murió luchando por España, da igual el bando, y para el que no existe ni siquiera una tumba.
El grupo tiene su propia página en Facebook. https://www.facebook.com/pages/GRMHV/436808436432907
Quiero ofrecerme como voluntariopara colaborar en las campañas que realiza este grupo de recuperación, ¿como puedo ponerme en contacto?, Gracias.
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