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'INDIES, HIPSTERS Y GAFAPASTAS'

Los 'hipsters' y su influencia tensan el debate sobre la postcrisis

EUGENIO VIÑAS. 28/10/2014

El libro publicado por el periodista Víctor Lenore ha abierto un debate que se abordará esta tarde en La Nau de la Universitat

VALENCIA. Esta tarde se presenta con un coloquio en La Nau de la Universitat Indies, hipsters y gafapastas (Capitan Swing, 2014), el libro que ha abierto finalmente el debate social y económico en torno a una tribu urbana global con visos de ser trascendente, según el autor de la publicación Víctor Lenore. El periodista cultural que ha trabajado para medios como El País, La Razón, Rockdelux o RollingStone considera que -por la vía musical- componen "la banda sonora de la clase dominante". La que copa campañas publicitarias o atrae a la Reina Letizia a abandonar el Palacio de la Zarzuela para ver un directo de Eels, Los Planetas o Supersubmarina, por ejemplo.

La extensa carrera del autor legitima una publicación que ha funcionado como un tsunami de opiniones enfrentadas en las redes sociales, un debate que él mismo pretendía iniciar tras años perteneciendo a un sistema de información en el que ha "servido" a la industria y de la que reniega y hasta niega: "más bien se limita a cuatro pelotazos aislados al año y un montón de optimistas terminales confiando en la magia del crowdunding o en que aparezca un business angel para su proyecto en una feria de emprendedores".

Consultados diferentes profesores de las facultades de Sociología, Filosofía y Economía el tema en sí cuenta con una difusa respuesta en las cátedras de la UV, más allá de la propia promoción del vicerectorado de Cultura e Igualdad. No obstante, en lo referente a las tribus urbanas, las subculturas vinculadas a los estratos más jóvenes de la sociedad y la emancipación a través del consumo, el profesor titular de Economía Aplicada Pau Rausell aporta una visión dual en torno al tema: "De un lado está la visión del modelo de la clase creativa, conocido como el modelo de Florida. En este el conjunto de indivudos que participan de esa base tienen como característica una propensión a la innovación y en tanto en cuanto favorecen esas mejoras para generaciones posteriores, cuentan con una visión de utilidad social. Sin embargo, de otro lado está la visión de ser el eslabón que sostiene el futuro del capitalismo cognitivo. Se apropian del valor cultural y esto genera una precarización de las industrias", añade el profesor.

El libro carga sus tintas precisamente sobre la vigencia de un movimiento, de los indies y hipsters, que "no solo crea desigualdades [en e citado sistema], sino que las legitima", escribe Lenore. Esa es la clave para el autor que vincula el capitalismo a la citada dominación de las elites y por tanto de influencia profunda en el mundo global.  Lenore no elude en su libro incluir las voces que apremian el movimiento hipster, como es el caso del sociólogo Eloy Fernández Porta. El ensayista especializado en cultura posmoderna defiende que la figura del publicista encuentra "indispensable abordar tensiones humanas verdaderas", mientras que la vinculación del consumo haciendo uso de la cultura es la piedra de toque por la que Indies, hipsters y gafapastas divide el mundo entre los consumidores conscientes y honestos -los que rechazan el sistema capitalista- y el resto.

En el ensayo, ameno, directo y plagado de nombres propios que van de los Ramones a Margaret Thatcher, de Dead Kennedys a Kate Moss o de Carla Bruni a Fugazi, se plantea un mundo dual a partir de los dos polos ya citados: uno está llamado a aceptar lo que consume de medios especializados como su propia realidad, una cultura "indivudalista" basada en el "narcisismo" y que genera una experiencia colectiva mucho menos sana e interesante a partir del punto de vista que defiende Lenore.

Para aproximarse a estos conceptos, distorsiona el significado de realidades con ejemplos como el del megalómano productor musical Diplo. Lenore describe un vídeo de éste para promocionar el producto BlackBerry Torch en "setenta segundos que apestan a marketing", dejando clara su radical posición de aislar la cultura de las técnicas de venta industriales y de ningún discurso comunicativo que fomente el consumo y apoye un sistema que genera una creciente deisgualdad social y económica.

El ejemplo sirve para meter en un mismo saco a Lykke Li ("la diva indie"), M.I.A. ("estrella pop") o Flavio Briatore, porque a todos ellos y a Diplo los considera generadores por ende de esa desigualdad. Todos construyen un universo de consumo a partir de una comunicación que, según el profesor Rausell, "es imprescindible para que la cultura se sostenga económicamente a día de hoy", aunque añade que "este es un ciclo paradójico. El que no utiliza estrategias de comunicación no llega y el que las usa es visto como un producto industrial". A ese respecto se refiere le libro y reclama una solución "radical", en palabras de Lenore.

EL FOCO EN LOS MEDIOS

En ese escenario de dicotomía irreversible, Lenore pone el foco puntualmente en una pasarela clave para sobrevivir a las generalizaciones del libro y de la que él ha participado activamente: la labor de los medios de comunicación. "Sigue existiendo el hip hop de barrio, callejero y comprometido, pero la prensa cultural moderna tiene opciones de sobra para ocultarlo [y cita previamente al artista de excesos consumistas y de pose -y vacua aportación musical- Kendrick Lamar]. El autor del libro justifica el papel de tribus urbanas que sirvieron "como educación política para millones de jóvenes de Occidente", y entre estos cita a "punkis, hippies, okupas..." y sitúa a los hipsters en las antípodas de estos movimientos, como lacayos del sistema, propietarios de una falsa revolución que es proclive por su actividad a hacer perdurar el sistema desigual. 

Partiendo de un ejemplo en el aspecto de los medios, destaca que "el magnate derechista Rupert Murdoch" invirtió más de 50 millones de euros en el grupo mediático "de referencia" para los hipsters Vice. Un medio que nació, por cierto, de una subvención pública como paradoja que él mismo apunta junto al hecho de que hicieran posar a unos modelos con traje de Dior durante las protestas de #OccupyWalStreet. Sin embargo, no hay referencia al principal cambio impulsado desde la llegada de Murdoch a Vice, la creación de Vice News. Esta nueva cabecera del grupo, nacida en 2013, ya es un referente de periodismo humano y de guerra a nivel internacional, cuya cobertura del conflicto palestino-israelí, la situación del ébola en África o sus incursiones únicas en Siria y Corea del Norte no llaman la atención del periodista.

El eterno debate entre lo mainstream y lo independiente es cruzado también por Lenore, a menudo ligándolo a la confusión de la creación política cultural y la evasión servilista (de nuevo con el sistema) de la música indie, añadiendo los ingredientes del rechazo a la música que es alegre como menos interesante y a la introspectiva (y a sus autores malditos) como la que genera tendencia y venta. Además, liga otro aspecto aparentemente contradictorio: (citando al líder de la banda The Pastels, Stephen McRoobie) "en los años treinta, la moda era aspiracional: la usaban las clases trabajadoras para simular que sus vidas eran mucho más fantásticas y glamurosas de lo que realmente eran", apunta McRobbie en referencia aquellos que imitaban su vestimenta que él compraba en tiendas de beneficencia.

Cabe entender este comentario en un contexto más próximo a la realidad española: "el acceso al mercado laboral es el que marca la emancipación e influencia de los individuos", apunta Enric Sanchis, profesor del Departamento de Sociología y Antropología Social de la UV. El profesor destaca que el deficiente tránsito en nuestro país "genera que los jóvenes se enquisten entre su salida de los estudios obligatorios y su inserción en el mercado laboral". La idea de McRobbie choca con esta realidad próxima, aunque se entiende que Lenore reduce a las fases potentadas de la juventud como influyentes y decisivas en el contubernio cultural y, de hecho, generadoras de rechazo con aquellos que escuchan a Estopa o Extremoduro. Lo cierto es que las redes sociales son escaparate de consumo y de distinción y búsqueda de esa identidad a través de la apropiación del objeto más que de la experiencia.

Y es que el libro de Lenore encuentra numerosos aciertos, especialmente cuando habla del 'racismo' en la prensa especializada contra músicas como la latina o la africana. También es especialmente brillante en todas sus referencias y reflexiones alrededor de la homogenización de la cultura, en el caso en el que de nuevo a través del ejemplo del productor Diplo habla de la apropiación usurera de ritmos y tendencias de guetos que acaban silenciados por la espectacularidad y estética de la publicidad y nunca lo suficientemente acreditados.

El libro invita a una reflexión colectiva que atañe profundamente a las personas de las que habla y que acoge bajo el paragua de indies, hipsters y gafapastas. No se escapa a sus conclusiones que estas secciones de la sociedad, jóvenes en cualquier caso, han roto una barrera gracias al 15-M: la de hablar de política sin ser el aguafiestas de la reunión. No solo eso, Lenore reconoce que han tomado conciencia. Y a partir de esa conciencia no cabe olvidar que, en buena parte de los ejemplos que facilita, las personas a las que hace referencia han mantenido una clara vocación por la creación y el arte (por cierto, el arte, princpal vehículo histórico para la perpetuación de las clases).

LA IDEOLOGÍA

Lenore invita a abolir conceptos como "élites", "genios" o "vanguardias culturales". Vanguardias que, por cierto, argumenta no pertenecen a lo que los medios que posiciona como totémicos (Vice, Pitchfork, Jenesaispop...) nos obligana  creer como tal. Si esos medios insisten en 'posicionar' a un artista no es por su creación, sino por los designios del mercado.

De hecho, apunta que no quiere que la cultura esté sometida por completo al mercado y deslegitima a los medios acutales ("si las revistas y webs culturales son catálogos de consumo es porque dependen tanto de los mismos ingresos por publicidad que no se pueden permitir otro enfoque") y la 'falsa realidad' de que la cultura sea actualmente un derecho sino, más bien y a causa de los hipsters, "una medalla que colgarse en la solapa".

A cambio, propone una cultura que sea "un recurso para hacer la vida más sencilla, intensa y divertida", aboga por la recuperación de valor de las instituciones y reclama que "se hable menos de gustos personales y más de experiencias sociales". En este sentido no resuelve cómo sería en la práctica esta transmisión a través de los medios, más allá de acusar a una falta de recursos económicos sus posibilidades y alistarlos en un mismo bando, sea el canal, soporte, financiación o periodista que sea. Todos en un mismo vagón que Lenore invita a descarrilar.

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3 comentarios

30/12/2014 22:50

La verdad es que había conceptos que no tenía claros, artículo muy bueno. salu2

Kaballero escribió
28/10/2014 11:37

Antes de los hipster cuando iba al instituto ya denunciaba a aquellos que para mi eran peores que los pijos. Yo heavy de convinción y de barrio obrero (sin un duro). Veía a los que de la noche a la mañana cambiaban de look. Y de repente eran heavys, góticos, hippies. Se gastaban un buen dinero en este cambio, y su idealogía pasaba a ser la de un zombie. Cortada por un patron, con un pensamiento que le marcara su nuevo grupo social.- De un dia a otro, pagaban, compraban su personalidad.- Y seguian comprando dia tras otro, por su personalidad. Y pasado un tiempo cuando las modas cambiaron pagaron y cambiaron de personalidad. Hasta los indignados parece que tienen que tener un look y un pensamiento cortado por un patrón.

despedida escribió
28/10/2014 08:24

Buen artículo, lo seguiremos de cerca.

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