VALENCIA. Ese momento en que se apagan las luces o le damos al play, ese momento en el que pueden venir unos geniales créditos o algo aburrido y pretencioso, o en ocasiones nada, la película a bocajarro tras los logos de productoras y distribuidoras. No se les presta la atención que merecen, pero los títulos de crédito, al comienzo del cine como simples cartelas y posteriormente como elaborados proyectos de animación, han sido testigos de la evolución tecnológica y narrativa de la historia del cine de forma bidireccional, a veces como un campo de experimentación y otras como reflejo de tendencias.
Los títulos de crédito del principio de una película nos preparan a lo que vendrá después, serán el primer golpe visual y sonoro. La finalidad no es que figuren los nombres de los protagonistas, guionistas o directores, sino introducir en la atmósfera del film que empieza. Pero si van a escribirse palabras, la tipografía en movimiento es una de las mejores oportunidades para mostrar el uso expresivo que la tipografía puede tener. Y por eso detrás de unos buenos créditos hay siempre un buen diseñador.
Desde las soluciones simples como las cartelas del cine mudo (toda una lección de tipografía y de aprovechar la ausencia de color), la sencillez de Woody Allen que siempre usa el mismo tipo de letra (EF Windsor) blanca sobre fondo negro y jazz o la obsesión de Kubrick con la fuente Futura hasta las más complejas superproducciones, los créditos en el cine han sido siempre una oportunidad para diseñadores con curiosidad por diseñar en movimiento (hoy en día con toda una especialización como los motion graphics dentro del campo del diseño gráfico), inspirados por las Vanguardias desde los años 20 o en la actualidad por las últimas tendencias en 3D o ilustración generada por ordenador.
SAUL BASS CON OTTO PREMINGER
Saul Bass (1920-1996) fue un diseñador gráfico norteamericano que trabajaba para grandes marcas y campañas hasta que en los 50 la industria del cine lo atrajo para colaborar en los títulos de arranque de una película y revolucionó por completo los créditos de Hollywood.
En The Man With the Golden Arm (Otto Preminger, 1955) hace un juego simple de geometría y tipografía, unas franjas en movimiento generando composiciones en pantalla durante 1 minuto hasta sacar la icónica marca del brazo recortado, cartel de la película.
Una solución elegante, como el Sinatra de la película, y resuelta en negativo (negro sobre blanco) de forma que encaja con la fotografía del film en blanco y negro y con la introducción a la banda sonora. Un juego de recortes similar al de Anatomy of a Murder (Otto Preminger, 1959), con otro cartel icónico en la historia del diseño.
SAUL BASS CON ALFRED HITCHCOCK, EL MITO
Decía Saul Bass que los créditos de una película eran una forma de condicionar al público para que cuando ésta empezase, el espectador ya tuviese cierta empatía con ella. Y cumplió al pie de la letra con sus créditos para Hitchcock.
En la actualidad, recursos como los usados en Vertigo (Alfred Hitchcock, 1958) o en North by Northwest (Alfred Hitchcock, 1959) funcionarían a la perfección, y los carteles promocionales serían tildados de flat design sesenta años antes de inventarse el término.
De hecho, multitud de películas explotan este mismo concepto de secuencia de créditos, bien como recurso para lograr un estilo retro o como merecido homenaje, como en Abajo el Amor (Peyton Reed, 2003) o Catch me if you can (Steven Spielberg, 2002) con esa helvética retocada como hizo Bass en Con la muerte en los talones (North by Northwest) y ese look sesentero en un diseño de Kuntzel+Deygas con John Williams de fondo.
Vemos en el diseño de créditos de Susan Bradley para la película de animación de Pixar Monsters Inc (Docter, Unkrich y Silverman, 2001) que con su juego de puertas el "estilo Saul Bass" puede funcionar hoy a la perfección con una buena idea detrás, como proceso de inmersión del espectador a la película.
JAMES BOND POR BINDER, MAURICE BINDER
La icónica apertura de las películas de James Bond, la del espectador siguiendo al agente 007 a través del cañón de una pistola, nace en 1962 de la mano del diseñador norteamericano Maurice Binder.
Binder realiza sus primeros créditos para James Bond en Dr No (Terence Young, 1962) e introduce, además de la intro del cañón sangrante, el juego de colores y siluetas de mujeres creando composiciones con los nombres del elenco artístico de cada película, marca de la casa y fuente de copia, de parodias y de inspiración para otras sagas de agentes secretos como es el caso de la saga Torrente a partir de Torrente 2 (Santiago Segura, 2001).
LA PANTERA ROSA
El animador Friz Freleng diseñó y dio vida a los créditos de la película de no-animación The Pink Panther (Blake Edwards, 1963), creando sin saberlo los personajes de lo que sería una serie-estrella de dibujos animados.
¿TELÉFONO ROJO? VOLAMOS HACIA MOSCÚ
Uno de los mejores trabajos en cine del grafista cubano Pablo Ferro fueron los créditos de Dr. Strangelove (Stanley Kubrick, 1964), introduciendo un tipo de letra en los sesenta que ya quisieran todas las cafeterías ahora para vender frappuccinos, combinando una banda sonora que le da la sátira que esta intro necesita y culminando una época de transición de los grafismos puros y fondos de color plano a utilizar cada vez más película rodada específicamente para los créditos.
CIENCIA FICCIÓN Y FINALES DE LOS 70
La tecnología que irrumpió en los 70 permitió experimentar en los títulos de crédito de películas que demandaban de unos efectos que transmitiesen el avance y un look más futurístico al arranque de las películas. Así es como Dan Perri junto al artista de Industrial Light & Magic Dennis Muren crearon los ya épicos créditos de Star Wars (George Lucas, 1977) a partir de una sencilla pero efectista composición tipográfica (composición tipográfica mal resuelta, por cierto, con palabras huérfanas y ríos de espacios debido al justificado de párrafo) que fugaban perdiéndose en un fondo galáctico. El impacto de la simplicidad y, de nuevo, de la banda sonora de John Williams.
Casi en paralelo Richard Greenberg, tras crear la apertura de Superman (Richard Donner, 1978), diseñaba la de la película Alien (Ridley Scott, 1979) con la que consigue ambientar perfectamente la sala de cine (o el salón de tu casa) a partir de la pista de audio y de la transformación de las formas en letras que dan título a la película.
SE7EN
El gran salto cronológico se detiene a mediados de los 90, cuando comienzan a establecerse los estudios especializados en títulos de crédito. Gracias a los créditos de Seven (David Fincher, 1995), su creador, Kyle Cooper, fue definido por el New York Times como uno de los mayores contribuyentes de la innovación al diseño de los 90. Cooper, desde su estudio Prologue, es especialista en conceptualizar a la perfección sus trabajos, rompiendo todo tipo de barreras tecnológicas precisamente por experimentar más allá del ordenador. La idea sobre la técnica, el equilibrio perfecto entre el buen diseño y el buen cine.
GRACIAS POR FUMAR
Los títulos de Thank You for Smoking (Jason Reitman, 2005) fueron ideados por su director junto a Gareth Smith de Shadowplay Studio, y vuelven a una animación simple y plana para rendir tributo a la tipografía como base del diseño de títulos de crédito, rodeada de un conjunto visual a partir de diversas identidades corporativas que recuerdan a compañías del tabaco, por si con el título alguien no sabe de qué irá la historia.
TÍTULOS HIPSTERS DE LA ERA PRE-HIPSTER
Uno de los problemas del cine independiente suele ser su presupuesto; o mejor dicho, la ausencia del mismo. Según el director de Napoleon Dynamite (Jared Hess, 2004), en esta película hicieron de la carencia una virtud y prescindieron de artificios para que Aaron Ruell diseñase unos títulos a partir de elementos filmados sin efectos visuales. Sólo planos cenitales y centrados de objetos clave en el largometraje, que recuerdan a la estética wesandersoniana que impera ahora en el universo hipster, como en Moonrise Kingdom (Wes Anderson, 2012) a partir de tipografías de Jessica Hische.
El recurso de filmar una especie de composiciones o bodegones de objetos clave para algún personaje de la película recuerda inevitablemente a la secuencia de inicio de To Kill a Mockingbird (Robert Mulligan, 1962) que filmó Stephen Frankfurt medio siglo antes, un recurso perfecto para introducir la dirección artística y fotográfica de cada director y presentar así su película.
Otros ejemplos de guiños a una cultura pop o de los videojuegos los encontramos en los créditos de Juno (Jason Reitman, 2007) o de Scott Pilgrim vs the World (Edgar Wright, 2010), que pretenden así entrar en sintonía con sus espectadores y a la vez apuestan por crear una corriente de ilustración o visual que muchas veces termina por crear tendencia en otros campos.
Puede que no sean los más efectistas, sin el despliegue de medios (y de presupuesto) que pueden tener Casino Royale (Martin Campbell, 2006), Sherlock Holmes (Guy Ritchie, 2009), Watchmen (Zack Snyder, 2009) o Pacific Rim (Guillermo del Toro, 2013), que tienen créditos espectaculares y que hacen surgir nuevas técnicas, pero son piezas bien diseñadas a partir de elementos o ideas simples y con un concepto sin importar tanto la técnica.
¿Y EN ESPAÑA QUÉ?
Los títulos de crédito en el cine español han pasado siempre más bien desapercibidos. Si la mayor reivindicación del diseño en el cine en EEUU es que los Oscars los reconozcan como categoría, en España ni siquiera hay un movimiento para que los Goya instauren una categoría para ellos.
En España no se valora el diseño como parte cultural de la sociedad, y como consecuencia parte industrial de algunos sectores. Es por lo que por buenos cartelistas y diseñadores que haya en el país, la industria del cine no detecta que tenga una necesidad. El consumismo comienza por los ojos, y la mayoría del público del cine escoge película cuando se planta frente a la cartelera en taquilla, y ahí tenemos otro factor para que se consuma más cine de fuera que de casa: Los carteles de Hollywood llaman más la atención que los españoles. ¿Y quién paga sus 8€ de entrada por una peli que no le llama?
Hemos tenido históricos como Pablo Núñez (Madrid, 1930), que diseñó los créditos de Campanadas a medianoche (Orson Welles, 1965) y de Tristana (Luis Buñuel, 1970), y a quien la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas le reconoció en 2007 su labor en este campo y en el de la animación y los efectos visuales, otorgándole la Medalla de Oro. Y también ha destacado Juan Gatti (Buenos Aires, 1950), diseñador de cabecera de Amodóvar que llegó a España con "la movida" hasta diseñar créditos de películas para Fernando Trueba o John Malkovich y recibir en 2004 el Premio Nacional de Diseño y en 2009 la Medalla de Oro en Bellas Artes.
Algunas de las películas españolas más taquilleras de la actualidad cuentan con el denominador común de David Guaita (Zaragoza, 1971) a cargo de sus títulos de crédito. Desde la saga de Torrente de Santiago Segura a éxitos de Álex de la Iglesia como 800 balas o La Comunidad son suyos, siendo una de sus mejores creaciones el arranque de Balada triste de trompeta (Álex de la Iglesia, 2010) en la que mete la España de la posguerra y el franquismo en una batidora y lanza al espectador una batería de monstruos e iconos de la cultura española a ritmo de saeta.
Abundan en cartelera las películas que no tienen títulos al principio, algunos justificados por el gasto que supone (el error empresarial de contemplar el diseño como un gasto y no como una inversión), y otros se quedan en el camino de buenas ideas mal resueltas técnicamente, y será por esto que los mejores especialistas terminan trabajando para el extranjero, como la aventura del estudio Dvein (formado por los valencianos Fernando Domínguez y Teo Guillem junto a Carlos Pardo de Zaragoza) por tierras americanas cuando trabajaron con Prologue de Los Angeles en los espectaculares créditos del blockbuster Spiderman 3 (Sam Raimi, 2007), aplicando también sus efectos en el cine patrio para la película de ciencia ficción Eva (Kike Maíllo, 2011).
En el lado teórico, el Congreso Internacional de Tipografía, que lleva una década celebrándose en Valencia, ha sido escenario de conferencias sobre los títulos de crédito, como por ejemplo las de Ana Gómez Llorente o Beatriz Herráiz Zorzona analizando el papel de la tipografía en el séptimo arte, o la de Julio Sanz sobre los créditos en movimiento en la historia del cine.
No es casualidad, y es normal desde el punto de vista productivo, que los mejores estudios de animación especializado en créditos se aglutinen en Hollywood para dar servicio a la industria del cine y desde los últimos años también a las productoras de series de televisión. Allí producen estas pequeñas obras de arte estudios como Prologue, Digital Kitchen, Imaginary Forces, Momoco o Elastic, quienes cada año se quedan fuera de los Oscars (no existe premio al mejor diseño de créditos o de cartel) pero compiten en los Emmys con créditos de series como True Detective, Masters of Sex, True Blood, Dexter o American Horror Story.
En España, algo similar parece ocurrir en esa evolución del cine a la televisión, o directamente en España se mira a EEUU y se han saltado los créditos en el cine para pasar directamente a la tv, con ejemplos como Salvados de Jordi Évole, en el que el equipo artístico crea semanalmente piezas temáticas muy bien desarrolladas que sirven de títulos de crédito a cada uno de los programas.
El público general no demanda de estos créditos (por eso en España son casi inexistentes), pero sabe valorarlo, al igual que valora que en cada vez más medios exista la fórmula de los créditos iniciales como presentación, como viene ocurriendo como decía en televisión pero cada vez más en videojuegos, conferencias e incluso festivales de arte o música.
Como dicen en la web Art of the Title, los Kurosawa, Hitchcock, Kubrick, Scorsese y Spielberg son a las películas lo que Saul Bass, Maurice Binder, Pablo Ferro, Richard Greenberg y Kyle Cooper a los títulos de crédito. Y el tiempo está dando la razón, a cómo a lo largo de la historia del cine, los títulos de crédito han evolucionado con la industria para hacer crecer las películas instaurando tendencias en ámbitos más allá de la gran pantalla.
Sed puntuales cuando se abre el telón, no vaya a ser que os perdáis lo mejor.
¡Muchas gracias! Sobretodo por los datos de los títulos de crédito en España. Un buen trabajo de recopilación.
Interesantísimo y muy didáctico artículo que me guardo en mis enlaces favoritos. La verdad es que sobre este tema hay muy poco material en la red. En papel si que hay un más que recomendable libro ("Uncredited") pero en la web, salvo la famosa "Art of the title" y alguna otra veterana página española, poco más hay. Por si a alguno de vuestros lectores le interesa el tema y quiere seguir disfrutando de estas pequeñas obras de arte, aquí les dejo el enlace al apartado de titulos de crédito de mi web: http://www.dcine.org/titulos-de-credito Más de 100 títulos de crédito con una pequeña reseña. Espero que a alguién le puede interesar. Un saludo, Barry Collins
Hay que añadir la tesis de JM Blay sobre Kyle Cooper, (y la tesis en proceso de Ainhoa Fernández, pero esa ya llegará.)
Un gran trabajo que sigue demostrando que el diseño puede y mejora "todo".
Carlos, la idea era precisamente la que comentas. Muchas gracias. Emilio, qué gran trabajo el tuyo con 'Pioneros'! Voy ya mismo a leer ese último post.
Julio, sí estuve en tu ponencia del CIT que cito pero a lo de MuVIM de este año me fue imposible. ¡Saludos!
Gracias por la cita Xavi. ¿estuviste en las jornadas Type&Motion de la ESAt en el MuVIM a finales de septiembre? Un saludo. Julio Sanz
Sobre títulos de crédito y carteles de cine va el último post de mi blog www.pionerosgraficos.com En concreto sobre la serie de carteles para producciones cinematográficas españolas diseñadas por José María Cruz Novillo y los títulos de crédito que Saul Bass creó para "El hombre del brazo de oro". Un cordial saludo
Muy didáctico y entretenido. Reivindicar los créditos era y es necesario, Se entra mejor en el clímax de la película.Saludos
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