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VALENCIA. La historia de Javier Botella (Valencia, 1967) es un ciclo invertido. Antes de cumplir 20 años ya había emprendido. Cuando todavía era muy joven ya ejercía de road manager de Miguel Bosé por España e Italia, trabajando desde Madrid. Aquella fue la primera vez en la que su pasión por la música, para la que llevaba años formándose como cantante lírico, estaba ligada a su propio trabajo.

Sin embargo, como sí es habitual en cualquier otra historia, un volantazo en el entorno familiar provocó su regreso a Valencia y en poco tiempo le dejó al frente de las Joyerías Gracia. Fue director de las mismas durante los 90, cumplió con los objetivos hasta que la subida de escalones volvió a motivarle para empezar de cero.

La siguiente aventura por su cuenta fue poner en marcha una empresa de catering para eventos, ambientes y necesidades de alto standing. Durante la pasada década volvió a cumplir con los objetivos, pero esta vez la crisis congeló los peldaños y, antes de resbalar en contra de su voluntad empresarial, dio un giro de 180 grados en un sector con un escenario -el de los escenarios- en clara contracción.

De esta forma, 20 años gestionando equipos y recursos humanos, planificando líneas de producción, analizando retornos de inversión, posicionando nuevos productos, haciendo rentables nuevas verticales de negocio y, en definitiva, convirtiendo en viables proyectos empresariales, acaban siendo el caldo cultivo perfecto para montar una banda de jazz que el 24 de octubre presenta en Jerusalem Club su primer álbum, grabado en directo el pasado mes de junio ante un aforo completo en La Rambleta.

"Hace dos años decido dedicarme por completo a crear Copa Ilustrada. Veo claro que hay un nicho de mercado en España, una ausencia de formaciones de jazz de calidad que puedan adaptarse a diferentes espacios para ofrecer swing en directo, standards... y, por supuesto, además es la forma para dar rienda suelta a mi pasión como intérprete", apunta Botella a ValenciaPlaza.com. Actualmente, sin haber abandonado la formación vocal durante estos últimos 20 años, es alumno de la gran voz del jazz en Valencia y profesora de Berklee College of Music, Celia Mur.

Para ello, Botella decide rodearse de los mejores. No oculta que la propuesta -en la escena jazzística valenciana- de establecer una jazz band con su correspondiente crooner -él- y un plan de negocio con objetivos -y remuneraciones- sobre la mesa le hizo poder escoger a los músicos con los que más le apetecía compartir proyecto y escenario. "También es verdad que no todos han funcionado para crear el ambiente adecuado de trabajo constante, con tres o cuatro conciertos a la semana, todas las semanas. Hay excelentes músicos de jazz que necesitan más libertad, sin que eso tenga que ver con su profesionalidad cuando han estado con Copa Ilustrada".

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La historia de Copa Ilustrada arranca en junio de 2013 y en este momento han superado las 200 actuaciones. Para ello Botella conciencia a la banda del primer precepto: "prudencia con los objetivos, pero trabajo a tiempo completo. Había que tocar en todas partes y las dos primeras ideas para hacerlo eran tener una residencia de conciertos (en el Congo Jazz de la calle Conde Altea de Valencia, donde han estado ocho meses actuando todos los jueves) y ofrecerse a espacios con posibilidad de hacer directos mientras se  sirve una cena".

Como usuario, Botella advirtió que había una gran parte de público que había dejado de salir a cenar con la excusa de montar en casa un experiencia distinta. La poca extendida idea de la cena con concierto en la ciudad de Valencia fue el primer nicho a atacar y funcionó: "lo vi entre mis propios amigos. Salir a cenar por cenar dejaba de tener sentido y esto es algo que no sucede solo en Valencia, sino en Madrid y Barcelona".

Los conciertos se acumulan, las dotes empresariales convencen a la formación de siete músicos que pasa a tener estructura de hasta once cuando se incorporan ‘las cuerdas'. Todos ellos tienen sustituto para no alterar el ritmo constante de directos, entre los que forman una parte relevante eventos privados, cenas y escenarios atípicos que dotan de recursos a la banda en su primer año. Y así llegan los contactos con festivales de jazz, que abren la mano a la calidad de la banda, capaz de manejar un repertorio de unos 60 temas con versatilidad: "cuando el ambiente es más tranquilo, buscamos algo que acompañe más a ese momento, pero hay swing y repertorio suficiente para que la noche sea más dinámica y la gente acabe bailando".

Aun así, proveniente de un sector que él elude calificar como ‘del lujo', es amante del "buen hacer. Apostar por un nivel de músicos alto y por tanto un espectáculo de calidad y a su vez versátil a la hora de adaptarse a escenarios nos ha hecho conseguir clientes importantes durante los últimos meses". Entre otros, Botella se refiere a la Embajada Británica en España, donde actuaron en las celebraciones por el cumpleaños de la Reina Isabel II de Reino Unido y ahora son "banda residente" para sus eventos.

En los objetivos de Copa Ilustrada para el presente curso se encuentra establecer una formación de músicos titular en Madrid dada la creciente demanda. "Es importante hacer viable el proyecto en diferentes ciudades, sin perder el norte de hacer crecer a la banda paso a paso hasta grabar el primer álbum de estudio", añade Botella. Ese paso asume será "el definitivo para sacar pecho", algo que -pese al salto a festivales de jazz y el trabajo constante de conciertos- sigue creyendo prematuro.

"Hemos actuado en la calle, en bares, pubs, restaurantes y es clave aceptar que la disciplina diaria de ensayos y preproducción ha sido clave para ahora estar disfrutando de otros escenarios, más grandes y más acondicionados", apunta Botella. Además de otras ciudades interesadas, la banda tiene una oferta para girar por Sudamérica durante algunos meses aunque su director, cantante y manager prefiere "tener los pies en el suelo y analizar las propuestas con calma y teniendo en cuenta el largo plazo del proyecto".

Y, de repente, en la maraña de conflictos de la producción, Botella se enfunda el esmoquin y sube al escenario como si la causa no fuera con él: "tengo la suerte de desconectar por completo. Disfruto y durante dos horas y pico no hay nada más que la música y el público. También es cierto que nada más bajo del escenario ya he vuelto a conectar con el resto de la realidad de Copa Ilustrada", añade.

De los proyectos a corto plazo y teniendo en cuenta al músico más que al empresario, Botella siente especial ilusión -aunque no impaciencia- por el hecho de llevar al estudio una parte del repertorio: "va a ser un camino fácil, porque la banda está muy rodada en conjunto y las partituras preparadas. Tengo claro que llevar al estudio el repertorio va a ser una gozada para nosotros y creo que también para la gente que nos sigue".