VALENCIA. Rozalén vive una carrera fulgurante como cantante y autora. Para la gran mayoría, en poco más de un año ha pasado del anonimato a estar entre las artistas habituales de listas, premios, reconocimientos y, especialmente, afectos por parte del público. Un afecto que -cómo no- se desprende de sus musculadas redes sociales, a partir de las cuales inició un ascenso meteórico. El próximo sábado 18 de octubre actuará en la Casa de la Cultura de Burjassot dentro de los conciertos Benvinguts a la Universitat que organiza la UV.
María Rozalén (Albacete, 1986) publicó en 2013 su disco Con derecho a... La también licenciada en psicología que exploró las aplicaciones de la musicoterapia, decidió acumular influencias para este primer trabajo: reggae, chotis, pop, flamenco y hasta influencias árabes. Lo cierto es que durante sus años anteriores ya se había dejado conocer en certámenes regionales donde se gestó el caldo de cultivo de los afectos ya citados.
De hecho, su nacimiento musical es de cuna, con un arraigo familiar por la canción popular tan presente en su propuesta:
-En casa sonaban jotas manchegas. Es el primer recuerdo que tengo. Mis padres me ponían música de cantautores, de flamenco y de copla.
-¿Cómo llegaron influencias más próximas en el tiempo y presentes también en tu primer álbum?
-A través de mi hermano. Empezó a mostrarme música ochentera, pop y rock. Me enamoré de Extremoduro, pero también de Soziedad Alkoholika y la canción de autor. Más tarde, ya estudiando en Murcia, empecé a explorar como música con otras tendencias como la música brasileña.
-Estudias psicología y, unido a tu constante creación musical, acabas por desarrollar una parte profesional a partir de la musicoterapia. Incluso haces un Master.
-Toda la música es terapéutica, aunque se ha de saber cómo hacerla servir en diferentes momentos. La musicoterapia es un campo de trabajo muy extenso y complejo.
-¿Qué es lo que más te llama la atención de este campo?
-Me gusta que esté vinculado a colectivos con dificultades, a personas que tienen alguna disfunción. Y me gusta lo que se deriva de este conocimiento, como las cosas más sencillas en cuanto a que los acordes menores generan tristeza o los mayores alegría. Es increíble trabajar a partir de als emociones.
-Hablemos de tu disco. Reggae, chotis, colpla, raíces árabes... ¿pretendías condensar todas las influencias que en algún momento te han resultado interesantes?
-Son ritmos distintos, pero tienen una base principal que se distingue.
-La voz, tu forma de interpretar y las letras. ¿Crees que son el hilo conductor a través del cual la gente supera esas barreras estilísticas?
-Sí. Son melodías populares, que se quedan en el cerebro. La forma de cantar, de interpretar es la misma. Es la clave.
-Y las letras, que tienen cierto tiempo; son anteriores a la publicación. ¿Cómo las ves ahora?
-Es cierto eso que siempre se dice de que la última canción que compones es tu favorita. El disco habla de una época concreta de mi vida, la que va de la salida de al adolescencia a los estudios universitarios. Además, mi forma de escribir no es muy metafórica, así que no cuesta verlas lejanas porque has madurado ya algunas cosas.
-O sea, que habrá una ‘madurez' en tu segundo disco.
-Estoy escribiendo cosa que he hecho más recientemente, por lo que las siento más próximas.
-Aunque lleves la voz cantante y el peso recaiga sobre tu nombre, no tienes precisamente una banda ‘de acompañamiento'. ¿Cómo os habéis integrado?
-¡Hemos hecho mucha piña! Es un equipo fantásitco, muy entregado. Todos los músicos aportan una entrega que no esperaba y yo también crezco con ellos. Me fijo mucho más en la producción del directo.
-Entiendo que la interminable gira de este primer disco ha influido fuertemente.
-Sí, pero no solo para la banda, sino para mí misma. He aprendido a cantar mejor, por ejemplo, aunque parezca que eso no ha de suceder. Creces seguro, quieras o no, ves otros conciertos, te cruzas con nuevas experiencias, te planteas si meter estos arreglos o no y tu cabeza ya solo piensa en esto.
-Muchos conciertos para los que ha sido importante tu versatilidad de formatos, desde un concierto contigo asolas, hasta con una gran banda. ¿Es fruto de la crisis?
-Lo importante es que puedo vivir de esto para poder seguir creando, pero también puedo seguir a la calle si no funciona y seguir cantando. Ahora preparo cosas con la banda y cada formato además imprime un estilo a las canciones. Es algo que me interesa.
-Ya has dado el salto a Argentina y por el feedback que se hace público a través de las redes sociales parece que podrías intentar ‘dar el salto'.
-De momento solo he tocado en Argentina y ahora vuelvo a ir. Intentaré escaparme para hacer algún concierto en México, de donde recibo muchos mensajes. Por el momento me toca picar piedra por mi parte y conseguir que se genere una base para que podamos viajar todos los músicos.
-Mencionamos las redes sociales y es inevitable preguntarte por cómo estás asimilando tanto afecto en tan poco tiempo. Con tu formación académica, ¿qué tal gestionas algunas historias que se te aproximan gracias a la música?
-Es muy impactante que en tan poco tiempo haya sucedido esto. Lo que más me preocupa es ser consciente de todo y saber que un día se está aquí y otro allá. Trato de relativizar y llegó hace tiempo un momento en el que dejé de contestar a todo el mundo que me escribía porque era físicamente imposible. De vez en cuando, aviso de que voy a leer algunos mensajes y contesto. Lo importante sé que es hacer las cosas para ti, para que te sirva a ti. Yo no aspiro a ayudar a nadie cuando creo música. Trato de sacar lo mío adelante y de crear pensando en las cosas que me suceden. Puede que esto coincida con lo que le pasa a otra persona, y es genial, pero no puedes dejar que se te vaya la perola por ello.
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