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Conciertos a domicilio en Valencia: la fórmula anticrisis se establece

JORGE SALAS. 20/09/2014 La idea surgida hace tiempo  se impone como romántico antídoto contra la crisis

VALENCIA. Una de las citas más conocidas de la filósofa francesa Simone Weil se refiere a la imposibilidad moderna de apreciar la relación entre el esfuerzo y el efecto del esfuerzo. "Demasiados intermediarios", termina la cita. Algo así es lo que sucede con el negocio de la música en directo en lo que respecta a la relación entre artista y espectador; tanto a la hora de apreciar el esfuerzo y su efecto, como en la palpable cuestión de los muchos intermediarios que participan de la música en vivo. Una de las principales soluciones llega con una propuesta intrínsecamente romántica, un regreso voluntario a la pureza: los conciertos a domicilio ante pocas decenas de espectadores, sin apenas infraestructura y al margen de la rueda del negocio de la música.

"Es ya un concepto viejo: tiene 12 años, aunque la gente lo está descubriendo ahora". Rick Treffers es un holandés con una estrecha relación con Valencia. Músico (en Mist, El Turista Optimista y bajo su nombre), productor y emprendedor cultural, se encuentra ahora inmerso en un nuevo proyecto con varias citas en la ciudad: Singing in English (aprender inglés a través de las canciones). Además de todo esto, Treffers es el ideólogo de Live in the Living, un proyecto nacido en 2002 que lleva a los músicos hasta las casas particulares de sus fans (o no). El procedimiento es sencillo: el público se registra en la web y, al confirmar, recibe la dirección de la casa y, a cambio de 10 euros, asiste a tres actuaciones de media hora cada una. Desde los primeros conciertos en el salón de su hogar en Amsterdam, Treffers consiguió llevar su idea por toda Holanda primero, y hasta otros países como Alemania después. "He estado viajando con 35 sillas plegables de IKEA durante muchos años", asegura el músico holandés.

Live in the Living llegó a España en 2007 con la ayuda de la periodista y música Pilar Sanz. A pesar de que el proyecto, en Holanda, ha llegado a recibir subvenciones y a colaborar con museos y ayuntamientos, Treffers reconoce que en España, "y más en Valencia", es "difícil encontrar personas que quieran abrir sus casas, porque tienen miedo de que alguien vaya a robar o romper algo". "Y nunca ha sido el caso en Live in the Living; es un concepto donde siempre  hay muchísimo respeto", termina. A pesar de todo, el proyecto ha tenido una repercusión importante en España, con conciertos de Tórtel, El Hijo, Óscar Briz, Manolo Tarancón, The Secret Society o Autumn Comets.

UN PASTEL, MUCHOS INTERMEDIARIOS

Francisco Nixon, integrante de Australian Blonde y La Costa Brava, también participó en Live in the Living con un concierto en casa ajena en 2010. Tres años antes, el músico recogía en su blog personal algunas reflexiones sobre el proyecto de Rick Treffers y sus ventajas financieras. "Yo llevaba tiempo dándole vueltas al hecho de que la mayoría del dinero que paga la gente por un concierto se lo quedan los intermediarios (alquiler de sala, management, alquiler de equipo, alquiler de furgonetas, SGAE, hoteles, comidas, gasolina, peajes, etc.). Me pareció una idea muy buena para librarnos de esos gastos y ofrecer algo diferente al resto", comentaba el asturiano en una entrada de título "Conciertos a domicilio". Demasiados intermediarios, que decía Simone Weil. Nixon hablaba de conciertos a domicilio con La Costa Brava en pisos, bodas y terrazas, en Alemania y en Francia; conciertos que reservó sólo para su vertiente en solitario cuando acabaron interfiriendo con su propia agencia de contratación.

"Conciertos a esta escala pequeña pegan bien con la crisis actual porque hay pocos gastos", asegura Treffers. Sin embargo, Live in the Living no nació en un principio como ventaja económica. "Estos conciertos salieron por pura necesidad artística, por la falta de respeto del público ruidoso en los bares y algunas salas de Holanda", dice el músico, que reconoce que "no se gana apenas dinero". De los ingresos, "modestos" porque casi nunca superan las 35 entradas, pagan a los artistas y al anfitrión por comprar las bebidas, y lo que queda ("si queda algo") es para la organización. El espíritu romántico de eliminar la no tan tradicional barrera entre músico y espectador a la que también se refería Nixon en su post cuando hablaba de quien le acusaba de devaluar su profesión: "respeto su visión, pero creo que la mía es más acorde con lo que significa esta cosa tan divertida y tan banal de hacer canciones pop. Ellos ponen el acento en ‘¿para qué?', mientras que yo siempre me pregunto ‘¿por qué?'".

NUEVAS CRISIS, NUEVOS MÉTODOS

Sin embargo, Treffers se encuentra ahora inmerso en otros proyectos y ya no puede dedicarle demasiado tiempo a Live in the Living ("si alguien se anima a co-organizarlo, será bienvenido"), lo que abre el camino a otras propuestas similares que nacieron a partir de la idea original del músico holandés. Pon un Cantautor en tu Salón es una de ellas, radicada también en Valencia. Más centrado en el heterodoxo género de los cantautores, el proyecto gestionado por el colectivo Cultura Traslacional encadena ya cuatro años programando un concierto en un salón al mes. "Llevamos 50 conciertos en 5 años, no repetimos músico ni anfitrión (salón), y tenemos muchos músicos que nos escriben que quieren venir y una lista de salones y anfitriones que se ofrecen", asegura Quela Faubel, una de las responsables. Javier Álvarez, Pau Alabajos o los otrora desconocidos Izal han pasado por los salones de una propuesta que ramifica en otras ciudades como Madrid, Barcelona o Londres.

Al amparo de la polifacética crisis actual han surgido interesantes proyectos que, como Live on the Living o Pon un Cantautor en tu Salón, tratan de retornar al origen de las experiencias con la música en directo desde un enfoque contemporáneo. Lejos de la rentabilidad económica y muy cerca de la experimentación social a través de la producción audiovisual y la música en vivo, aparecen propuestas como la catalana Concerts Privats (producido por Minifilms y Xarxa de Televisions Locals), la granadina Milivingroom o la valenciana La Barra Sonora. Este último caso, auspiciado por Bocabadats Media, si bien se aleja formalmente de los conciertos a domicilio - juntan a dos grupos o músicos en un bar de Valencia para que conversen e improvisen en formato acústico -, comparte la misma raíz: eliminar barreras invisibles a golpe de intimidad y cercanía.

EL FALSO AMATEURISMO COMO FÓRMULA RENTABLE

Aunque la profesionalización de los conciertos a domicilio acabaría por traer prácticamente los mismos vicios derivados de la existencia de multitud de intermediarios entre músico y espectador, no son pocos los que han optado por ese modelo en los últimos tiempos. El texano Rocky Votolato, cantante de Waxwing, tiene durante este mes varias fechas norteamericanas en un Living Room Tour que también ha llevado por Alemania y Holanda; "no necesitas ningún tipo de sistema de sonido, todo lo que necesitas es una silla para que se siente Rocky", avisan en la web del músico. La también estadounidense y cantante de dream-pop, Shannon Curtis, fue más allá y abandonó el circuito de salas de conciertos habitual para dedicarse por completo a tocar en casas particulares durante los últimos dos años. Además, Curtis ha publicado un libro -‘No booker, no bouncer, no bartender: how I made $25K on a 2-month house concert tour (and how you can too)'- con el que quiere "ayudar a otros artistas independientes a desarrollar sus propias carreras y tener la clase de experiencias gratificantes y plenas" que ha tenido con su gira de conciertos a domicilio.

Por supuesto, no hace falta irse tan lejos para encontrar músicos lanzados al falso amateurismo de las giras de conciertos en salones. Hace un par de años, el músico asturiano Nistal hacía una gira de conciertos a domicilio para la presentación de su nuevo disco y, para ello, además, contaba con la ayuda de los norteamericanos Blind Pilot, que se encontraban en España teloneando a Calexico. En Valencia, Néstor Mir, músico y cabeza visible de Malatesta Records, lanzaba el año pasado su peculiar ‘Conciertos a domicilio (aunque no quieras)', en los que se presentaba en casas particulares con la (in)sana intención de tocar algunas canciones y, quizá después, vender algún disco. Así lo explicaba en su charla en Ignite Valencia este año:

"Hay conciertos en salas a los que sólo acuden 30 personas a un espacio muy grande, lo que crea un ambiente un tanto impersonal", dice Rick Treffers, que concluye: "una casa con 30 espectadores es como una sala llena con buen ambiente, y los artistas suelen vender sus CDs allí fácilmente". La fórmula de la rentabilidad de los conciertos a domicilio se completa con la variable de la venta de merchandising tras el concierto: al no tener que desembolsar una cifra prohibitiva en la entrada y la bebida, el espectador puede invertir en el artista; y es una variable que, generalmente, tenderá a fluctuar siempre positivamente dada la cercanía y la intensidad de la experiencia. La relación entre esfuerzo y efecto del esfuerzo de la que hablaba Simone Weil cristaliza de cerca, palpando, sin la habitual estructura de profesionalismo y la abolición de la tradicional distancia entre artista y plebe. Y si, además, resulta más o menos rentable, la fórmula se impone.

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