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VALENCIA. ¿A quién no le gusta un viaje gastronómico? Todos hemos hecho alguna vez una excursión o un viaje para conocer un restaurante y disfrutar de una comida especial. ¿Qué es lo que buscamos? ¿lo solemos encontrar? ¿qué pasa cuando la experiencia no es satisfactoria?

Cada uno tiene sus propias respuestas y así debe ser. En mi caso todo depende del factor humano. Cuando viajo en busca de nuevos restaurantes, en el fondo lo que busco son personas, personas que me cuenten una historia a través de los platos que cocinan. Suelo volver contento a casa cuando esa historia ha sido interesante, por sencilla que sea, y ha creado un recuerdo que enriquecerá mi memoria.

En estos viajes las expectativas vuelven a ser claves a la hora de juzgar la experiencia gastronómica. Cuanto más lejos y más caro sea el viaje mayores expectativas y normalmente mayores frustraciones, son muy pocos los restaurantes que justifican viajes largos y noches de hotel. ¿A cuántos de esos restaurantes a los que viajaron repetirían? Solo cuando la historia es realmente buena, es cuando repetimos, y eso mola.

Hay tres elementos básicos que debe contener cualquier viaje gastro: desconectar, disfrutar y conocer. Como buenos ciudadanos de provincias los valencianos solemos buscar siempre destinos lejanos, olvidando lo que tenemos más cerca. A pesar de las innumerables guías, blogs y amigos foodies que tenemos, siempre olvidamos lo cercano, como L'Escaleta en Cocentaina, una visita imprescindible para cualquier foodie.

Para acomodarnos a la cuesta de septiembre y después de los excesos veraniegos, les propongo una pequeña excursión, un viaje corto a un pequeño restaurante en Aldaia, en el que disfrutarán de su comida y romperán con la rutina dejando por un día sus restaurantes fetiche de la city. Además de cambiar de aires, descubrirán a un buen tipo, interesante y buen cocinero. Un viaje perfecto para inconformistas y poco dados a modas y snobismos.

VENERE

Toni Aliaga, cocinero curtido en las cocinas más estrelladas de Valencia -Ángel Azul, Torrijos y Vertical, entre otras- decidió abrir su propio restaurante en 2010, Venere. El nombre que ha elegido ya es toda una declaración de intenciones, fusionando el nombre de una variedad de arroz chino, con la diosa del amor, Venus, ¡comida y placer¡, me gusta. Complacer a nuestros sentidos, sin más y sin menos.

Situado en una antigua casa en el centro de Aldaia, pueblo que acogió a Toni hace 11 años, el local se caracteriza por un interiorismo austero y amable, de colores claros, con elementos domésticos y un pequeño patio al fondo. Todo muy familiar, a pesar de la incomodidad de las sillas.

Su cocina pertenece a la nueva cocina valenciana, que cocineros como Miquel Ruiz pusieron en valor y que hoy otros continúan como Patiño, Camarena, Barella, Barrera o Colomer. Tradición con lenguaje contemporáneo, producto local e influencias viajeras, la memoria como camino hacia el disfrute y como fuente de inspiración. Venere es un restaurante más para la lista de los confort food, donde la comida está al servicio del cliente y no al revés.

Los precios en Venere son muy ajustados, tres menús de 15, 20 y 30 euros. Para la excursión gastro que les propongo no duden en pedir el menú degustación por 30 euros, y así poder comprobar la solvencia de Toni y, ¿ por qué no?, también pueden encargarle algo más especial todavía...

Este es el menú que yo pude tomar hace pocas semanas:

Comenzamos con una más que correcta ensaladilla de sepia y patatas. Seguimos con un resultón milhojas de foie y mango, aunque eso del foie lo veo ya de otra época y después sus famosas esferificaciones de queso Manchego con aceite de oliva y anchoas, en esta ocasión algo faltas de fuerza.

Terminamos los entrantes con gazpacho de cerezas y granizado de pepino, aquí Toni demuestra su profesionalidad, buen plato, buena técnica y buen sabor.

Comenzamos los platos fuertes con unos soberbios tallarines de sepia y pichón. El fondo de pichón era de los mejores que recuerdo, al nivel de Camarena, al igual que el fantástico guiso de habitas que acompañaba a una cococha en el siguiente plato.

Un correcto arroz meloso de mollejas de cordero, boletus, coliflor y espárragos, precedió a otro sencillo pero muy bien elaborado plato, cochinillo confitado con dulce de mostaza y melón.

Terminamos con dos postres algo flojos. Una refrescante y equilibrada sopita de naranja con helado de yogur griego y un brownie con helado de nata. Todo esto por 30 euros iva incluido, no está nada mal.

Seguro que pronto Toni acerca su cocina a Valencia y entonces ya no tendremos que viajar para degustarla. Mientras tanto apunten Venere a su lista de viajes gastronómicos para este otoño, en este caso cerquita de casa y cómodo para sus bolsillos.

Salud