VALENCIA. Posiblemente no sea la mejor película sobre las miserias del sur estadounidense, pero Joe, que llega este viernes a las pantallas españolas, constituye sin lugar a dudas uno de los mejores filmes que ha rodado en la última década Nicolas Cage. El largometraje, tan intenso como previsible, sirve para recuperar el lado más oscuro de un actor que deja de lado el cine más comercial, aunque sólo sea por unos meses, y retoma un estilo de personajes que le van como anillo al dedo y que ya le supusieron un Óscar en Leaving Las Vegas.
En esta ocasión Cage interpreta a Joe, un hombre que vive en un pueblo cualquiera del sur de Estados Unidos, con antecedentes de cárcel y violencia, que vive siguiendo unas reglas muy particulares y que un día se encuentra con un adolescente al que toma bajo su protección.
Basada en un libro de Larry Brown que el realizador quería llevar al cine desde hacía años, ofrece una visión honesta de la masculinidad y la forma en la que un hombre es incapaz de gestionar sus problemas internos. Casi como en un western, tiene el gran tema de la redención como centro de una historia en la que el protagonista intenta cambiar su vida, adoptando el papel de padre para un joven que no cuenta con unos padres que le protejan.
Dirigida por David Gordon Green, la película participó en la última edición del Festival de cine de Venecia donde fue bien recibida por parte de la crítica e incluso logró galardones para su director y para su joven intérprete Tye Sheridan. Sin embargo es Gary Poulter, el actor que da vida al padre malvado, el que realmente está por encima de todos sus compañeros de reparto.
Era su primera experiencia en el cine y también fue la última porque falleció poco después de terminar el rodaje de Joe. Poulter fue encontrado por el responsable del casting cuando vivía en las calles de una ciudad de Texas. Hizo unas pruebas tan brillantes que el director decidió aumentar su papel en la historia, en la que se convierte en el personaje clave, en el padre alcohólico y maltratador que provoca una reacción en cadena.
En la presentación del filme en el certamen veneciano, Cage, en declaraciones recogidas por la agencia Efe, hizo ver que la película se construye sobre una premisa: "el amor es amor y no tiene que ver con los lazos de sangre". Se trata pues de una historia en la que la violencia y la justicia personal se imponen a la legalidad. En el vértice superior de todo esto está Joe, un personaje que Cage no ha querido interpretar, sino sentir, según dijo en el Lido. "La palabra actuar me molesta porque implica una mentira. Prefiero la palabra ser".
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