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Armin Van Buuren y el paradigma del DJ como celebridad desbocada

CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA. 18/09/2014 El holandés ha sido erigido gracias a los galardones de la revista DJ Mag como el Balón de Oro de la escena electrónica

VALENCIA. En 1983, Michael Cleveland y su proyecto Indeep aupaban al puesto de número uno en las listas de medio mundo el single "Last Night The DJ Saved My Life". Con la fiebre de la músico disco ya en claro retroceso, y los designios del pop comercial asumiendo las claves del synth pop en pleno auge del video clip, aquello de ir proclamando las cualidades redentoras de un simple disc jockey sonaba de lo más desproporcionado. Casi hasta naïf. Indeep, de hecho, procedían de la tardo-escena disco neoyorquina, con lo que pasaron a la historia como unos meros one hit wonders, estrellas de un éxito puntual. Vestigio de un momento seminal en la historia de la música de baile, pero vestigio al fin y al cabo.

32 años después, las cosas han cambiado mucho. Hace bastante tiempo que el disc jockey dejó de ser una cara prácticamente anónima que se limitaba a cumplir con la funcionalidad de hilvanar el hilo conductor en aquellos espacios cerrados en los que el baile eliminaba cualquier jerarquía social. Hoy en día hay un auténtico star system de DJs cuyos emolumentos y cotización popular puntúan incluso por encima de muchos de los integrantes de la plana mayor de estrellas del pop y del rock internacional, cada vez más huérfana de relevos aptos para oficiar de reclamo en citas masivas. Las cabinas, por supuesto, dieron paso a los grandes recintos para miles de personas.

El holandés Armin Van Buuren (Leiden, Holanda, 1976) forma parte de ese elenco de estrellas que se ganan la vida (extraordinariamente bien) tras los platos. Y si hubiera que hacer caso a los rankings que la prensa especializada elabora al respecto, podríamos deducir (sin sonrojarnos demasiado) que es lo más parecido a lo que ha encarnado Leo Messi en el mundo del fútbol en los últimos tiempos. Si las clasificaciones de la revista DJ Mag son un baremo fiable (a la altura de las de France Football), el holandés ha sido el artista más regular de los últimos años, enlazando cinco galardones como mejor DJ del mundo casi consecutivos, en 2007, 2008, 2009, 2010 y 2012.

Este sábado por la noche recala en la Feria de Muestras de Valencia, en la que no solo es la única parada española de su gira (algo ya de por sí significativo), sino en la que constituye la cita musical de mayor tirón popular en la ciudad desde que David Guetta tuvo sus más y sus menos con una tarjeta SD y se vio obligado a correr a toda prisa hasta su hotel para volver a formatearla y, al menos así (pese al retraso de dos horas) salvar los muebles y no dejar colgadas a 7.000 personas en el Ágora de la Ciudad de las Ciencias.

Y disculpen el inciso, pero así lucen las cosas en las últimas temporadas en la tercera ciudad del Estado, y no es un detalle menor: las únicas visitas de postín en los últimos años las protagonizan disc jockeys, y no luminarias del rock. Ni siquiera del pop en su versión más adolescente. Y resulta sintomático (y casi hasta simbólico) que coincidan en el tiempo el certificado de traspaso definitivo de la que fue durante tres lustros la sala de música en vivo por antonomasia de la ciudad (y una de las mejores a nivel estatal, con refrendo en todas las encuestas, aunque llevaba ya casi quince años cerrada y sin relevo a la altura) y la visita de Van Buuren, confinado-como cualquier otro visitante de relumbrón-a esos grandes espacios que no fueron diseñados para la música en directo, aunque puntualmente se vean obligados a acogerla: Feria Valencia, Ágora, Palau de les Arts, Museo Príncipe Felipe o Marina Real. Los monumentos del derroche, testigos mudos del desvarío oficial cuando los perros se ataban con longanizas.

CULTO A LA PERSONALIDAD

El caso es que el holandés brilla por méritos propios dentro de esa constelación en la que también parpadean (y de qué forma) el propio David Guetta, DJ Tiësto o el norteamericano Steve Aoki, todo un intruso en un panorama dominado por figuras europeas. Desde finales de los 90 se ha ido imponiendo un cambio ostensible en el paradigma del DJ, del que cada vez se espera un rol protagonista que extralimita con creces su función como alquimista del baile, en sintonía plena con la difusión de la etiqueta EDM (Electronic Dance Music). Los nuevos tiempos parecen demandar una implicación mayor por parte de los pinchadiscos (disculpen la nomenclatura casi pleistocénica, pero plenamente lógica), obligados a reforzar su espectáculo mediante bailes, indumentarias llamativas y hasta tartazos. La parafernalia como señuelo para condimentar el espectáculo total, aunque muchas veces el envoltorio albergue puro relleno.

Los excesos del cambio en el modelo del DJ y en el rol al que parecen abocados en la actualidad han llevado a situaciones tan grotescas como los miles de visitas que algunas de sus pifias generan, como si de personajes del papel couché se tratara. El estado de embriaguez de Richie Hawtin en una fiesta el año pasado en la sala Cocoon de Ibiza, destrozando parte de su equipo y lanzándose en plancha sobre el personal, o las recientes patochadas de un Steve Aoki al que cada vez le da por perder los papeles con mayor frecuencia, siendo víctima de la histriónica desmesura de sus propios espectáculos, son solo dos de los muchos botones de muestra de esta situación, en la que los contornos de la celebridad cada vez son más borrosos, y el comedimiento es cosa del pasado. Es así: los rigores de la EDM no toman rehenes.

Armin Van Buuren, licenciado en Derecho y ejemplar padre de familia, responde sobre el escenario (su hábitat natural) a un perfil personal más sobrio, aunque su condición de figura popular ostente cotas tan notorias como su actuación en los fastos de la coronación de los reyes de su país en 2013, Guillermo Alejandro y Máxima. Un perfil sobrio que, no obstante, no le impide incidir en esa búsqueda de un plus de espectacularidad a través de su nuevo show, el que le trae el sábado hasta Valencia.

 

UN SHOW DE ALTOS VUELOS

Una propuesta bautizada como Armin Only Intense. El only subraya que no hay más DJs en escena, y el Intense alude a su último álbum, editado hace un año. Ha sido estrenado en más de treinta ciudades, entre las que despunta el simbólico sold out en el Madison Square Garden de Nueva York, que siempre es algo que luce mucho. En cualquier caso, y aunque no queremos caer en el terreno de los prejuicios y de las ideas preconcebidas (tiempo habrá para evaluar esas seis horas de espectáculo a posteriori), contrasta la creciente grandilocuencia escénica a la que se ha entregado con lo magro de un discurso que, en lo sonoro, discurre por unos cauces tan estrechos que prácticamente rayan en el inmovilismo más conservador.

Al holandés se le nota que escuchaba de pequeño a Jean Michel Jarre. Su música es algo gélida en la forma (el trance y el progressive son las etiquetas que sirven para definirlo) pero muy grandilocuente en el fondo, con la incorporación de motivos clásicos como el violín. Priman en su producción reciente los tradicionales subidones de intensidad y la apelación a una épica de bajo octanaje, de sesgo populista y estilete tan inocuo como afilado al gusto de un consumidor medio, ideal para sonar en la MTV. El tirón de sus temas se concreta muchas veces en el elenco de voces invitadas (Emma Hewitt, Richrad Bedford, Laura Jansen, Fiora, Trevor Guthrie, Sophie Ellis Bextor), pero en el espectáculo de más de seis horas (son célebres sus prolongadas bacanales rítmicas) que se podrá ver el sábado en Feria Valencia participan más de 40 artistas, entre músicos, bailarines y acróbatas, cuya coordinación queda encomendada al director de teatro Jos Thie, un experto en óperas y obras musicales.

A falta de una idea clara sobre cómo se imbricará su repertorio en un show concebido con proyecciones, banda en  directo y toda clase de señuelos escénicos para epatar al personal, es el propio Van Buuren quien ha difundido un clip a modo de teaser.

Derroche de decibelios, rítmica implacable y multitud de reclamos visuales: esas se perfilan como las principales armas de una puesta en escena que, a tenor de sus credenciales, promete ser lo más parecido a un cruce imposible entre el Circo del Sol y una sesión de DJ al uso. Posiblemente el dispendio de espectacularidad acabe por engullir (o camuflar, directamente) el tuétano estrictamente musical de todo este asunto. Pero eso no es algo que el público que asista el sábado a Feria Valencia vaya a convertir, ni mucho menos, en una objeción. Más bien al contrario.

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4 comentarios

Antonio escribió
23/09/2014 15:00

Un crack, podemos comparar estilos musicales, pero en lo suyo que es pinchar, mezclar música. crear ambientes electrónicos es el número 1, su imagen personal, familiar y simpatía, hacen que rompa tópicos añejos en la música electrónica, fué un espectáculo digno de ser recordado. Gracias Armin por hacernos olvidar que vivimos en un mundo mediocre.

jesus escribió
22/09/2014 00:32

Lo vi ayer en Valencia con su gira Intense.. Un señor, un profesional y un gran creador de música electrónica. Su set con discos de vinilo durante una hora fue memorable. Gracias Armin.

wilson cardozo escribió
20/09/2014 05:50

Es para mí uno de los mejores en los últimos tiempos y lo mejor es cuando hace duo con otros artistas, y sus presentaciónes son super. Gracias armin por toda esa música tan espectacular, de verdad que eres grande, que el cielo te ilumine siempre.

Mario escribió
18/09/2014 10:42

Este señor se pasa medio verano pinchando en Ibiza, por tanto, casi podríamos decir que lo de "única parada en España" (aunque lo denomines tour) no es del todo cierto.

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