MADRID (EFE/MARIOLA AGUJETAS). Ponerse en el lugar del otro, allana y aclara la vía de la solución. No tiene por qué ser una cualidad innata, de hecho, no es sencillo identificarse mental y afectivamente con el estado de ánimo de quien tenemos enfrente. Eso, precisamente, es la empatía.
"Es una habilidad que se puede desarrollar y potenciar, es una de las claves del éxito a la hora de comunicar, pasa por el entrenamiento individualizado y colectivo de habilidades. Las personas necesitan herramientas de comunicación más emocionales, que permitan mejorar su salud, la salud de sus organizaciones y las relaciones con su entorno", afirma Natividad Buceta Albillos, directora de Empathia, empresa consultora estratégica y de negocio; junto a María Jesús Pascual Segovia, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y experta en Comunicación y Salud desgranamos las claves de esta práctica.
–¿Qué es la empatía?
Natividad Buceta (NB) – Es ponerse en los zapatos de la otra persona. Definiciones más específicas hablan cómo hay que captar, percibir e interiorizar los sentimientos del otro de tal modo que puedas ponerte en su lugar. Es un concepto que está en proceso de definición; hay cantidad de bibliografía del inicio de este siglo que intenta recoger los últimos desarrollos en torno a esta capacidad que el ser humano ha tenido siempre pero que se valora tan positivamente en el nuevo siglo XXI.
–¿Hay que ser "buena persona" para ser empático?
María Jesús Pascual (MJP) – No es suficiente. Hay que ser buena persona y más para ser empático. En medicina y en salud es muy importante; los médicos tenemos que saber lo que esa persona que viene a nosotros necesita, lo que le preocupa, le afecta, quiere saber, conocer qué le ocurre incluso sin decirlo con palabras. La empatía no es solo lo que está contando sino lo que ves en alguien que tienes delante. Muchas veces no sabe qué le pasa. A veces no te lo saben contar o no consigues que te lo cuenten pero puedes dilucidar que te están transmitiendo con la forma de mirarte, expresarse, de sentarse incluso.
–¿La empatía es una habilidad que se puede desarrollar y potenciar?
N.B.– Todos tenemos la capacidad para desarrollarla. Hasta 1960, esta habilidad se consideraba que no era algo en positivo para las personas y es a partir del desarrollo de las neurociencias cuando se empieza a ver la importancia que tiene la empatía para la comunicación y para la vida.
En 1993 la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluye la empatía entre las diez capacidades necesarias para la vida.
Trabajarla exige tener un equilibrio emocional, conocerse a sí mismo; exige tener autoestima y por tanto necesita meditación, reflexión, saber valorar a los otros en positivo, saber comunicar de una forma constructiva para que afloren los sentimientos del otro y se pueda, por tanto, encontrar a gusto.
La parte de comunicación no verbal es fundamental. Es difícil desarrollar empatía con una persona que sólo tiene comunicación oral. También tiene una parte de intelecto y otra sentimental, de hecho el concepto viene del griego, emocionando y por tanto, necesitamos entrar en el otro pero no llegar a contagiarnos de sus emociones; en ese momento es cuando empezamos a ayudar, ayudamos al otro y nos autoayudamos.
–¿Es necesario, por tanto, crear una cierta barrera para poder ver las circunstancias del otro con distancia?
M.J.P. – A mí no me gusta hablar de barrera. Hay que tener muy claro hasta qué punto puedes ayudar pero si tú te involucras y dejas que te afecte emocionalmente vas a estar disminuido en posibilidades de ayudar.
Es una habilidad que se puede entrenar, en las facultades muchas veces no se enseña comunicación y no se enseña a ser empático, se va más por la parte técnica y científica pero tenemos una parte emocional sin la cual no podemos hacer nada y hay que entrenarlo.
–¿Cuáles son las claves para enseñar a alguien a ser empático y que lo pueda implementar en sus relaciones laborales y personales?
N.B. – Saber escuchar no interrumpiendo su conversación, su mensaje y entendiendo y captando qué es lo que quiere decir. Exige, por tanto, desarrollar la asertividad, ser capaces de mantener tu punto de vista, sin cambiar la opinión de los otros, respetándoles. Si miramos hacia atrás, tanto el lenguaje como la comunicación que hasta ahora nos ha guiado no tiene nada que ver con todo esto; ahí es donde tenemos mucho que aprender. El ser humano se enriquece de escuchar a los otros y eso es la parte más beneficiosa para uno mismo. Al final, el ser empático es bueno para uno mismo: enriqueces a la persona y sales ganando.
–¿Cómo se aprende a escuchar, hablando o escuchando? Es decir, ¿viendo cómo los demás te escuchan y experimentar la sensación que te provoca que tu discurso sea escuchado o escuchando tú a los demás?
M.J.P.– La premisa es aprender a escuchar, primero escuchar a los otros; para ello es fundamental la formación. ¿Por qué hay personas más empáticas o menos? Hay factores biológicos, ambientales, sociales que influyen así como la propia experiencia. Algo que se cultiva poco a poco. El que parece que lo lleva innato es porque ha tenido un ambiente familiar fabuloso. Esta habilidad ha sido trabajada por los seres queridos que tenía alrededor. Está demostrado como personas que no han tenido esta cultura y este medio no han desarrollado la empatía. Por tanto, es fundamental para poder desarrollarla en uno mismo, seguir cultivando estos entornos. Al final, la empatía se contagia también y si eres empático contagias a los que tiene alrededor.
–¿Por qué la empatía mejora nuestra salud?
M.J.P.– Aparte de lo ya comentado a nivel de relaciones humanas, en la prevención también es muy importante la empatía. Por ejemplo, el tabaco, no empezar a fumar. Cuando se habla de tabaco, todas las entrevistas motivacionales, todo lo que se utiliza para que la gente entienda lo importante que es no fumar, o si has fumado dejarlo, para tu salud; ahí la empatía tiene muchísimo que ver. Es crucial ser capaz de transmitir como profesional de la salud; que quien tienes delante sea capaz de aceptarlo y ser él mismo quien lo interiorice porque está motivado con una información que le has dado.
Si un médico es capaz de empatizar, el paciente va a tener menos complicaciones. Cómo le cuenta, cómo le trata, cómo le transmite la información para que cambie malos hábitos; está relacionado también con el estrés que te puede generar cualquier problema de salud o preocupación que tienes. Hay patologías en las que la familia es muy importante; no hay que trabajar solo con el paciente sino también ser empático con la familia.
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