VALENCIA. Unos echan los naipes para saber de amor, otros usan un péndulo para encontrar agua y los hay que miden las faldas y cuentan los coches para saber cómo irá la economía. Lo de los naipes tiene sus seguidores, el péndulo dicen que funciona y los coches indican la confianza del consumidor para meterse en gasto a medio plazo.
Sin embargo, lo de la longitud de las faldas es un poco más complicado. Cuando las técnicas del negocio de la moda han hecho que ya no se pueda hablar de tendencias únicas, sí se pueden apreciar determinados aspectos coincidentes como síntomas que pueden alcanzar la condición de categoría.
Mientras que la teoría más tradicional, popularizada durante la Gran Depresión de 1929, apuntaba que en tiempos de bonanza las faldas se acortan y en las crisis se alargan, puede pensarse que esta idea hace aguas cuando, repasando la última edición de la Mercedes Benz Fashion Week de Madrid, se han mezclado tanto faldas mini como vestidos largos entre las tendencias principales para la primavera y el verano de 2015.
MÁS CALIDAD Y MENOS OSTENTACIÓN
Sin embargo, la verdad está en los detalles y son estos los que nos permiten poner el termómetro a la economía entre agujas, focos y tacones. "La moda forma parte de nuestro día a día. Transmite nuestro estado de ánimo y, porqué no, nos puede ayudar a cambiarlo cuando las cosas no van bien", como apunta Greta Borrás, la experta en moda de Valenciaplaza.com.
De este modo, es interesante observar como se han producido síntomas tímidos de recuperación en la economía que se aprecian en detalles de las colecciones para la próxima temporada. "Nos fijamos más en la calidad de las prendas y nos dejamos llevar menos por prendas más ostentosas", reconoce Borrás.
En línea con el crecimiento del movimiento normcorer frente al hipster, se prefiere una opción más contenida, menos desahogada. Esto refleja una actitud que se corresponde con el comportamiento general de prudencia a la hora de abrir la cartera, pese al freno en la destrucción de empleo y algunas alegrías puntuales en las últimas oleadas de la Encuesta de Población Activa (EPA).
PINTALABIOS Y CORBATAS, AL ALZA
Aunque el público al que va orientada una pasarela de moda como la Mercedes Benz Fashion Week de Madrid suele contar con una holgada capacidad económica, lo cierto es que la percepción de inseguridad en el futuro y el miedo a perder lo que se tiene es similar entre quienes tienen más como entre quienes tienen menos, como señala el economista del comportamiento Dan Ariely.
Como dato curioso, también se ven afectados por la crisis los pintalabios y las corbatas. En el caso de los lápices de labios, se produce el llamado red lipstick effect, ya que suben sus ventas. La razón está en que para muchas mujeres es una forma sencilla y barata de autoafirmación cuando se sienten decaídas. En pocas palabras: la necesidad de ponerse guapa.
Por otra parte, la venta de las corbatas aumentan cuando muchas personas buscan empleo y quieren transmitir seriedad en las entrevistas de trabajo. No es que se multiplique el consumo, pero sí experimenta una aumento significativo en grandes superficies y centros comerciales de gama media. Como detalle, las crisis suelen coincidir con la moda de las corbatas estrechas, como se puede apreciar en las películas de los años 40, los 60 y, no es casualidad, en las últimas temporadas.
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