VALENCIA. A finales de los 70, Neil Young cantaba aquello de "rock and roll can never die" como una especie de aviso de inmortalidad que en ningún caso impidió que, casi desde entonces, diferentes personalidades de la música hayan anunciado -y en muchas ocasiones, incluso patrocinado- el deceso del rock. En su caso, el indie no tiene quien le cante: ni para bien, ni para mal. Si el indie como tal ha muerto, y todos los indicios forenses apuntan a que fue hace tiempo y por inanición, a nadie parece importarle. El indie, como el coronel de la novela de Gabriel García Márquez, no tiene quien le escriba.
Asimilado por la industria de la sensación del momento, el espíritu indie original ha sido poco a poco absorbido por la rentabilidad discográfica, que esperaba paciente en la oscuridad como el Sin Cara de Hayao Miyazaki. En España, tardía pero siempre ejemplar imitadora de status y situaciones del exterior, la crisis del indie nos importa tanto que nos cuelan artistas del franquismo en festivales y aparecemos en el telediario diciendo que Raphael siempre fue indie. Con toda la cara. Si el indie está sufriendo y hay que rematarlo, démosle una pistola a un español.
La aportación de Valencia al indie nacional, excluida de la bicefalia madrileño-barcelonesa, ha sido tradicionalmente bastante irregular; aunque en la actualidad cuenta con cierta cuota de vigorosa juventud en el catálogo patrio con grupos como Modelo de Respuesta Polar, Antiguo Régimen, Jupiter Lion, Polock o Soledad Vélez. La chilena, adaptada y adoptada por la escena local con el cobijo de Absolute Beginners, pone en duda el vaticinio de Young en "Hey hey, my my": "todo muere, queremos creer que no y nos intentamos engañar, pero oye, se vive más feliz así". "Creo que hoy en día el término (indie) es muy ambiguo, y un poco crazy, porque cada uno lo vemos de forma diferente", asegura la cantante sudamericana.
INDEFINICIÓN Y CONFUSIÓN: MALES ENDÉMICOS DEL INDIE
Seguramente sea la indefinición del indie, apoyada en esa capacidad tan moderna de ver borroso el pasado, una de las características propias que más lo ha condenado a la demolición popular. La indefinición y la pérdida absoluta de identidad. "Yo creo que es algo que surgió en los 90, al principio como una actitud, y luego ya se fue desvirtuando; donde había estilo solo quedó la pose, y el camino interesante que algunos habían iniciado acabó siendo trillado y trillado", apunta Jorge Pérez, alter ego del fantástico Tórtel. "Es algo que ha pasado históricamente con casi todas las corrientes y tendencias, y por ello es importante contextualizar: empiezan como una cuestión de posicionamiento casi intelectual, y toda esta actitud artística acaba convirtiéndose en una simple moda", termina.
Jorge Pérez es (o debería serlo), a su manera, un héroe del indie (valenciano); y ese "a su manera" esconde deliberadamente todo lo bueno que pueden esconder esas tres palabras. Tanto por lo que hace de un tiempo a esta parte con Tórtel, pero también por lo que hizo antes con Ciudadano (López) o Maderita, él es una pieza fundamental de las últimas dos décadas de música independiente en Valencia. Por eso cuesta tan poco esfuerzo entender el indie en sus palabras: "supuestamente el término indie está ligado a la idea de que la fuerza impulsora, tanto del sello como del músico, esté en la satisfacción del propio acto creativo, el hecho de hacer música, de descubrir cosas nuevas, y no por el éxito de ventas y la rentabilidad económica, tal y como dicta la industria musical más rancia".
No es casualidad que Tórtel forme parte, junto a Senior y Llum, del trío de músicos independientes por los que La Muñeca de Sal, en la voz de su guitarrista, Juan Luis Salmerón, siente "una gran admiración y respeto". La Muñeca de Sal, que no hace demasiado logró juntar sobre un escenario a Corcobado, Nacho Vegas, Sr. Chinarro o los citados más arriba para su proyecto de versiones, encarnan posiblemente una de las más sólidas versiones de la independencia musical dentro y fuera de Valencia. Salmerón incide en la confusión de la etiqueta, que "ha perdido parte de su significado y a veces parece referirse exclusivamente a determinados estilos y proyectos"; incluso, dependiendo "de quién la emplee, en ocasiones parece referirse a una corriente estilística determinada, que lleva asociada hasta una imagen, moda y manera de vestir".
Pero lo que quizá resulta más revelador es lo que el propio Salmerón añade de soslayo como raíz de la pérdida de contenido: "muchos grupos independientes no son considerados (o ellos mismos no se consideran) indies". Ellos mismos no se consideran indies. Quizá la razón sea la misma por la que Soledad Vélez, al preguntarle por sus referencias locales favoritas, lo esquiva ágilmente ("gran parte de los músicos huyen de las etiquetas, y no quiero cagarla"). La confusión de términos, la pérdida de contenido y la más que evidente desaparición de la relación original entre contenido y continente ha sido el caldo de cultivo perfecto para la devaluación definitiva del indie.
LA CRISIS DEL SECTOR Y LA ETERNA CONTRADICCIÓN
Es evidente también que la asimilación del indie por parte de las grandes multinacionales ha sido el principio del fin de un movimiento que precisamente surgió como respuesta y alternativa a lo que ofrecían estos grandes conglomerados. Si al cóctel le sumamos la crisis del sector, el sabor empieza a parecerse demasiado a la realidad. "La necesidad parece que haya provocado que se busquen sucedáneos de las propuestas que funcionan para ver si dan la misma alegría que a la competencia; esto conduce a lo monocorde, a la sensación de que oímos una y otra vez la misma canción, como pasaba con las radio fórmulas", asegura Jorge Pérez.
Otra de las cuestiones fundamentales para terminar de recrear la escena del crimen es saber el papel que ejercen los grupos que, en su momento, surgieron del barro primigenio del indie. ¿Se puede seguir siendo independiente en una discográfica grande? La eterna ¿contradicción? Difícil encontrar una voz más autorizada que la del cantante de La Habitación Roja, seguramente el grupo surgido de la escena independiente valenciana con más éxito en el país. "Creo que una cosa no tiene por qué estar reñida con la otra, aunque obviamente en una multinacional puedes sufrir mayores presiones dado que la inversión suele ser mucho mayor, y las multinacionales no son el sueño romántico de un empresario, sino empresas que quieren beneficios", reconoce Jorge Martí, que coincide con Salmerón a la hora de acordarse de Sonic Youth como ejemplo paradigmático.
Asentados en Mushroom Pillow, uno de los principales sellos independientes del país, casi 20 años contemplan a la banda que ganó en 1995 el Circuit Rock junto a Ciudadano López y Alternative Scream. "En nuestro caso, creo que queda mucho de ese espíritu independiente con el que empezamos. Nos hemos profesionalizado, pero siempre hemos mantenido ese espíritu amateur de hacer las cosas por amor al arte, aunque luego nos paguen por ello", confirma Martí. "Lo que pasa es que, lo que muchos entienden como indie, para mí no lo es tanto: es más la continuidad, en algunos casos lógica, de muchos grupos que han abrazado el mainstream", termina el cantante.
LA CARRERA DE OBSTÁCULOS VALENCIANA
Tampoco ayuda a la revitalización del indie que, en España, gran parte de las etiquetas indies se vayan en ponérselas en el pecho a grupos y festivales que clonan los efectos secundarios con la misma maestría con la que clonan sus canciones y carteles. Salmerón ve "difícil hablar de una sola escena indie", y concibe el panorama nacional en dos frentes: por un lado, "una serie de grupos que se han "profesionalizado", y cuentan con agencias, promotoras, sponsors,... y actúan en los festivales de verano"; por el otro, "más interesante" para él, "una inmensidad de pequeños sellos, promotoras, salas,... que vertebran toda una escena underground con propuestas muy originales y de gran calidad".
Lo que parece indiscutible es el importante movimiento de música independiente en Valencia ("la veo bien, saludable; creo que hay mucha variedad", asegura Soledad Vélez sobre la escena local). El crepitar indie se escucha en la ciudad agarrándose al underground, como dice Salmerón, y a pesar de la ausencia total de un terreno preparado para la ocasión. Más bien todo lo contrario. "En Valencia, como en el resto del país, veo muchos grupos con buenas ideas y pocos medios para poder desarrollarlas. No hay facilidades, hay trabas por todos lados", apunta Jorge Pérez. "Hay pequeñas salas con ganas de programar conciertos aunque acaben no siendo en las mejores condiciones, hacen lo que pueden y se encuentran con miles de dificultades", concluye el ex Ciudadano.
¿Será que en Valencia no hay lugar para la alternativa (musical)? "En Valencia hay muchísima gente con proyectos musicales interesantes y ningún apoyo institucional, más bien al contrario", avisa Salmerón, que denuncia que "no se conceden licencias nuevas y hay problemas para renovar las ya existentes", así como el poco apoyo local ("vecinos que no se quejan de las Fallas, de pronto no pueden dormir porque escuchan un ligero rumor que viene de una sala de conciertos").
UN FUTURO SIN INDIE
Difícil resucitar a un cadáver con un equipo desfasado y sin electricidad en el edificio. "Lo que algunos llaman música indie no tiene nada que ver con lo que en principio significaba el término, y la mayoría de los grupos funcionan con sellos multinacionales", sentencia Jorge Martí. Quizá la frase de Juan Luis Salmerón al respecto sea la señal definitiva para asumir que, en efecto, el indie ya no tiene quien le escriba: "lo secundario es si a día de hoy se entiende que determinados músicos son indies o ya no". A quién le importa. "La actitud independiente siempre ha existido y existirá, desde el momento en que existen bandas que generan sonidos que se alejan de lo habitual y de lo económicamente rentable", termina el guitarrista de La Muñeca de Sal.
Quizá esa sea la señal para enterrar la etiqueta indie, permitir de una vez por todas que otros se la adjudiquen para fines oscuros, y abrazar el underground y las nuevas tecnologías para mantener viva la independencia. "Hoy en día se puede llegar al máximo de independencia", recuerda Jorge Pérez, "puedes financiar tu proyecto desde Internet, acceder a una comunidad de seguidores desde tus perfiles en redes sociales y colgar tus canciones sin que haya nadie más que tú mismo gestionándolo todo", concluye. "Internet ha dado pie a esa transformación", señala también Soledad Vélez. Eso sí, "es fundamental", y lo dice la voz de Tórtel, "dignificar el trabajo de músicos, promotores y prensa para que puedan profesionalizarse y de este modo crecer. Crecer para poder seguir siendo independientes y creativos pero sin la necesidad de vivir en la cuneta".
El Indie no ha muerto, solo está mutando. Somos un grupo valenciano "El Sátiro Vago", que considera que hace puro indie, pues no se rige a nada ni nadie, simplemente toca y habla de lo que le gusta sin seguir ningún tipo de cánones. (Eso no quita, que pueda sonarte mas familiar o menos) Particularmente, en nuestro circulo vemos que cada vez la gente escucha mas la música independiente que le proporciona cosas nuevas, y empieza a aborrecer lo clásico o estandarizado. Un saludo muy grande a todos!! https://www.facebook.com/ElSatiroVago/app_178091127385
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