VALENCIA. Ocho siglos después ya nadie vive dentro. Es la primera vez que sucede eso en casi un milenio. Salvo un breve periodo tras la desamortización de Mendizábal y otro durante las guerras napoleónicas, el monasterio de la Trinidad siempre ha estado ocupado. Pero, desde que las monjas clarisas lo abandonaron el pasado 14 de enero para instalarse en la Puridad, de la misma orden, el monasterio está vacío.
Esta situación no ha pasado desapercibida para numerosas personas, desde funcionarios de la Conselleria de Cultura hasta miembros del Consell Valencià de Cultura, que han señalado al edificio y han apuntado a la posibilidad de que sea empleado en un futuro, por ejemplo, como subsede del Museo de Bellas Artes de Valencia, situado justo enfrente.
La Trinidad, que depende del Arzobispado de Valencia, es un edificio de una gran belleza, como se puede comprobar en la página dedicada a él por la entidad El Siglo de Oro Valenciano, de dónde están extraídas las imágenes que ilustran este reportaje. Pero es además un inmueble con una especial relevancia en la historia de la ciudad de Valencia por su ubicación, próximo a las murallas, y por su leyenda llena de azares, personajes y sucesos.
Fundado en 1242 como convento y hospital por la orden de los trinitarios, los primeros dos siglos de vida de la Trinidad no fueron un dechado de virtudes. Como hospital nació para atender a pobres y peregrinos pero no cumplía esa función, apunta el historiador Fernando Javier López, ya que era poco menos que un "hospital privado".
Y EL CONVENTO SE CONVIRTIÓ EN BURDEL
Por si fuera poco, con el tiempo se acabó convirtiendo en un burdel en una de las historias más rocambolescas de una ciudad repleta de ellas. Regido por monjes que eran hijos de las familias ricas de Valencia, la escasa moral y el nulo seguimiento de las reglas que se observaba en su interior por el indolente comportamiento de los trinitarios provocó que aquel espacio de recogimiento se convirtiera en refugio de prostitutas y facinerosos.
No fue el único convento que vivió situaciones rijosas. Algo parecido pasó en monasterios como el de la Zaidía o el de la Puridad donde los escándalos sexuales eran la nota común. Especialmente llamativo fue el caso del primero, del que hasta tres hermanos visitadores salieron escandalizados de él, según relata el historiador Fernando Javier López. El último dispuso una norma para que los únicos hombres que pudieran entrar fueran familiares directos de las monjas (padres, hermanos), religiosos y obreros, lo que hizo que disminuyeran los escándalos.
Pero en el caso de la Trinidad la medida fue más radical porque la liviandad de los trinitarios era absoluta. La gente pasaba delante del convento y se reía, lo señalaban. Así pues, se aplicó la doctrina del a grandes males, grandes remedios. Se expulsó a todos los monjes trinitarios, que dan nombre al convento y al puente situado enfrente, y se les reemplazó por monjas clarisas procedentes de Gandía, de clausura, más honradas, decentes...
Fue la reina María de Castilla, esposa de Alfonso el Magnánimo, quien dio la orden y con ello consiguió que se diera fin a una de las etapas más rocambolescas del inmueble e iniciase una etapa de esplendor que es la que ha quedado. De hecho, el actual monasterio, tal y como se le ve, es el del siglo XV. Del original, del que se construyó en el siglo XIII, sólo queda el recuerdo.
LOS AÑOS DE ESPLENDOR CULTURAL
Eso sucedió en 1.444, 202 años después de la fundación del convento, una distancia temporal capicúa. La influencia de la reina fue tal que se eligió la orden de las clarisas por puro nepotismo. Ella había sido educada por estas monjas en Tordesillas y sentía aprecio por esta orden franciscana.
Las obras para el nuevo monasterio se iniciaron en el año 1445. La primera piedra la puso en persona la reina quien, con el tiempo, sería enterrada allí en un sarcófago, lo que ha convertido al edificio en el único panteón real valenciano.
El cambio funcionó. Lo que había sido antes un lugar licencioso fue durante más de medio siglo uno de los focos culturales más importantes de España y una referencia indispensable en Valencia. No en vano en el periodo comprendido entre 1463 y 1490 fue su abadesa sor Isabel de Villena, la que para muchos es la más importante escritora valenciana.
En esos años fue médico de la comunidad el poeta Jaume Roig y allí profesó y fue sepultada también la infanta María de Aragón, hija natural de Fernando el Católico. Era el monasterio, el espacio de élite, de cultura, de recogimiento... El burdel pasó a ser una anécdota que nadie gustaba de recordar.
Los tesoros culturales que albergaba el monasterio eran numerosos. El catedrático de Historia del Arte Daniel Benito Goerlich relata como el médico y humanista alemán Jerónimo Münzer escribió en 1494 del edificio: "Nunca vi iglesia tal, según la cantidad de ricos y magníficos retablos y ornamentos con que está decorada. Causa este espectáculo la mayor admiración".
La presencia del monasterio era tan relevante en la vida de la ciudad, que durante cientos de años fue norma que las procesiones cívicas hicieran parada en el monasterio o que la Universitat venerase a su virgen, Nuestra Señora de la Sapiencia, en su iglesia.
TRES GUERRAS, SIETE INUNDACIONES
La Trinidad aún tuvo una cierta relevancia durante el XVII pero, primero con la Guerra de Sucesión y después con la de la Independencia, el monasterio sufrió sus peores agresiones. Hace unos años un grupo de arqueólogos, entre los que se encontraba la responsable del servicio en el Ayuntamiento, Pepa Pascual Pacheco, realizaron unas excavaciones en una de las criptas del Monasterio. "Encontramos restos de varios enterramientos desperdigados porque la cripta había sido toda removida durante la guerra contra los franceses", rememora; "nada estaba donde tenía que estar".
El monasterio tampoco se libró de las turbas revolucionarias de la Guerra Civil ni de la fuerza de los elementos, siete inundaciones, siete, incluida la del 57. Pero nada ha podido con un edificio que se yergue al otro lado del río, extramuros, y que para muchos es uno de los edificios históricos de referencia y uno de los grandes desconocidos de la ciudad de Valencia.
La organización de visitas guiadas al monasterio ha durado apenas seis meses. El edificio sigue cerrado pero gracias al trabajo de numerosos historiadores, y a pesar de la estricta clausura que mantuvieron las clarisas, son pocos los secretos de la Trinidad que no se saben, por no decir ninguno. Como enumera Benito Goerlich, desde los cronistas franciscanos a cronistas de Valencia como Agustín Sales, pasando por los historiadores del XIX y haciendo parada especial en la tesis realizada en 1990 por Carlos Martínez Pérez, el monasterio ha sido un libro abierto.
"Aunque el edificio en sí ya es una preciosidad", comenta Fernando Javier López, si por algo destaca el monasterio es por su extraordinario patrimonio mueble. El tesoro que alberga el monasterio, que ha sobrevivido a guerras, inundaciones y toda clase de saqueos, está perfectamente catalogado. ¿Y qué incluye? Desde bulas papales a relicarios, pasando por un incunable del famoso Vita Christi de sor Isabel de Villena o un icono medieval de la Virgen de Vela.
En el Arzobispado de Valencia no han decidido aún qué hacer. Se especuló en un principio con la posibilidad de que fuese reutilizado como nueva sede de la Universidad Católica, pero el arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, rechazó tajantemente esa posibilidad hace unos meses, en abril, precisamente por el alto valor artístico del inmueble. Lo debían disfrutar los valencianos.
Sin embargo, Osoro ha sido nombrado arzobispo de Madrid y la decisión final ha quedado en manos del nuevo arzobispo, el cardenal Antonio Cañizares. El de Utiel ya ha dicho que quiere potenciar la Universidad Católica, por lo que son muchos los que se temen que finalmente la Trinidad sí acabe como sede universitaria.
En el Arzobispado no se sabe aún cuál será su decisión. La Trinidad es importante pero es una cuestión secundaria. Cañizares aún tiene que tomar posesión de su cargo, que lo hará el sábado 4 de octubre, festividad de San Francisco de Asís, precisamente, en una misa que se celebrará en la Catedral de Valencia a las 11 horas. Después, sus actos hablarán por él.
Me gusta mucho la idea de ser sub sede del san Pio V. es una idea estupenda y la podríamos disfrutar todos. Con restaurante incluido, con recetas de monjas y dulces, yo también lleve huevos cuando fui fallera mayor. Me gustaría saber si hay publicada alguna historia.
Es muy buena idea integrar el convento en el San Pío V. No obstante, yo propondría hacer algo diferente. No aportar sólo pintura, sino "recrear" el siglo de oro en uno de los edificios de los que es máximo exponente, con libros, documentos, arte religioso, indumentaria. ¿Por qué no abrir un restaurante en el refectorio con recetas de la época? En Florencia hay algún restaurante en esa línea y es muy popular.
Seria ideal integrarlo como espacio museístico en San Pio V. La ciudad agrade esas pequeñas grandes cosas que además no vacian las arcas
No quiero que se convierta en la Universidad católica!! NO. Que quede como patrimonio de los valencianos. Siempre recordaré llevar huevos a las monjas clarisas para que no lloviese el día de mi boda
Sería muy de agradecer por Monseñor Cañizares que nos dejara difrutar de por vida alos valencianos. Fenomenal me parece la idea de museo. Y poder tener visitas guiadas como en elMonasteria de San Miguel de los Reyes.
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