VALENCIA. Como en todo lugar del mundo, la Comunidad Valenciana tiene algunos lugares que suelen llevar la etiqueta de paranormal o misterioso. Normalmente, la leyenda no es más que una parida con un dudoso origen histórico, pero en otros casos permite recuperar algunos sucesos poco conocidos y realmente interesantes. Aquí van siete lugares que oscilan entre ambas categorías.
1.- Aeropuerto de Manises: La reciente caída de pasajeros low cost no es nada comparada con el misterio que se vivió allí la noche del 11 de noviembre de 1979, y que ha pasado a la historia de la ufología como el Caso Manises. Un avión Super Caravelle de la compañía TAE (Transportes Aéreos Españoles) que realizaba el vuelo de Palma de Mallorca a Tenerife se vio obligado a aterrizar en la infraestructura valenciana tras avistar unas extrañas luces rojas en el cielo. Poco después se sabría que el ejército incluso mandó un Mirage F1 para cazar al presunto ovni. El caso fue declarado ‘Materia Reservada' por la Junta de Jefes del Estado Mayor y el diputado socialista Enrique Múgica planteó una pregunta en el Parlamento para aclarar la cuestión. ¿Conspiración? Para añadir más intriga, el portaaviones americano Nimitz (y varios buques más de la Sexta Flota) merodean por Columbretes realizando unas maniobras conjuntas con la marina española. Lo que ocurrió a lo largo de aquella jornada quedó magníficamente explicado (o no) en el libro El Expediente Manises, de Juan Antonio Fernández Peris, pero los amantes de la paleoufología se resisten a rendirse y nunca olvidan que fue la primera vez que un avión comercial aterrizó por culpa de un platillo volante. También en eso fuimos pioneros.
2.- Conselleria de Bienestar Social: La historia viene de lejos, de cuando la sede sita en la Alameda de Valencia albergaba el Hospital La Cigüeña (en realidad, una Clínica de Maternidad). A principios de los años 90, el diario Las Provincias se hizo eco de un rumor que circulaba entre los trabajadores. Al parecer, varios de ellos habían visto deambular al fantasma de una mujer vestida de rosa, que se paseaba por los pasillos atestados de expedientes administrativos (y no de cunas) a la búsqueda de su hijo. A veces se oían llantos de bebé y otras veces el ascensor funcionaba solo (cosas de fantasmas). Por lo visto, a lo largo de la historia del hospital sólo habían muerto dos mujeres, y únicamente una de ellas llegó a dar a luz, aunque su retoño tampoco sobrevivió. Su nombre era Lurdes y así se bautizó al esquivo ectoplasma. Al final, todos los dedos apuntaron como origen de la historia a un vigilante nocturno de la que entonces era la conselleria de Agricultura y escritor aficionado. Aún así, otros trabajadores insistieron en que allí ocurrían cosas muy misteriosas que, en cuanto despareció el interés mediático, dejaron de suceder. Lo más truculento, lo que nunca nadie relacionó con los hechos, es que en La Cigüeña se dieron varios casos de niños robados durante los últimos años de la Dictadura y los primeros de la Transición. Poco después, en 2006, apareció otro fantasma similar en el Palau de la Generalitat. Cuenta la leyenda que es el único ser que pisó el lugar en tiempos de Camps y que aún no ha sido imputado.
3.- Preventorio de Busot (Alicante): El lugar lo tiene todo para acoger una temporada de American Horror Story. El edificio, hoy abandonado, fue creado en el siglo XIX en Aigües de Busot por el Conde de Casas Rojas. Fue un hotel al que acudió lo más granado de la sociedad española a darse unos baños. Cerró sus puertas en 1920 y, 16 años más tarde, reabrió como Preventorio Nacional Infantil para acoger a niños con tuberculosis hasta que, volvió a cerrar, a mediados de los 60. Desde entonces cualquier intento de rehabilitarlo ha fracasado, lo que ha contribuido a su fama de lugar maldito. Una leyenda que, por cierto, es bastante reciente. En 2002, unos ‘investigadores' aseguraron haber tomado una extraña fotografía de lo que parecía ser un monje franciscano, aunque nunca quedó claro si estaba liado con la Dama de Blanco, cuyo fantasma otros investigadores aseguraban haber visto por aquellos lares. Así, el lugar se convirtió en una pequeña Meca de los amantes de las piscofonías. Ahora está cerrado en espera de la enésima restauración y muy peligroso dado el estado, y más si se va de noche a hacer el numerito investigador. Curiosamente, todos los ex inquilinos del lugar que han sido entrevistados recuerdan siempre que pasaron allí momentos felices y que, para un niño enfermo, aquello era una especie de oasis dentro del mundo de privaciones que supuso la posguerra. Pero, a quién vamos a creer ¿a los testigos o a Google? Por cierto, en la cercana Torremanzanas (Sierra del Rentonar, Alacantí) hay otro preventorio abandonado con una historia igual de misteriosa (y discutible).
4.- Duende de la plaza del Esparto (Valencia): Mucho antes de que los Anunakis y los zombies se hicieran los amos del mundillo paranormal, había que conformarse con otros seres menos mediáticos pero no menos metidos en su papel. Eran, como el duende de esta historia, pequeños gregarios del misterio hoy injustamente olvidados. De hecho, este suceso está considerado como el primer poltergeist de la historia de España. Los hechos tuvieron lugar en 1915, en pleno barrio del Carmen. En el entresuelo del número 7 de la plaza del Esparto (frente a lo que es hoy el Café San Jaume) vivían el señor Colmenero, ex capitán de la Guardia Civil, y sus dos hijas. Un buen día empezaron a escucharse extraños ruidos (golpes, gritos...) sin que nadie pudiera determinar su procedencia así que la sabiduría popular determinó que sólo podían ser causados por un duende. La histeria (o el afán de protagonismo) se fue adueñando del resto del inmueble y los vecinos también empezaron a sufrir los extraños fenómenos. Luego, los de las casas adyacentes. La plaza se convirtió en un punto de peregrinación para valencianos ociosos y todos los cuñados de intramuros formularon una teoría al respecto. El suceso se convirtió en un problema de orden público y las autoridades tuvieron que disolver a palos a los congregados. El duende no volvió a aparecer... por si las moscas.
5.- Domeño (Valencia): En 1979, a causa de la construcción del embalse de Loriguilla, este pequeño pueblo situado en Los Serranos (cerca de Llíria) tuvo que ser abandonado y reconstruido a pocos metros. El cementerio del llamado Domeño Viejo es uno de los lugares más misteriosos de la Comunidad Valenciana aunque, como en todos los demás, nunca ha pasado nada digno de mención. Un buen día un grupo de desconocido con tiempo libre decidió acercarse al lugar y abrir algunas viejas tumbas y pintar los clásicos mensajes satánicos con más faltas de ortografía que mensaje propiamente dicho. Por lo visto, eso alteró el hasta entonces pacífico reposo de los inquilinos y comenzaron a suceder hechos que ponen los pelos de punta como ruidos ininteligibles recogidos en grabadora de las de cinta (un must en el equipo de cazafantasmas) y corrientes de frío. Ahora está un poco olvidado, pero los amantes del misterio que no tienen posibles para ir a Belchite, Bélmez, Cortijo Jurado o Oñate hacen aquí parada y fonda para vivir una noche de misterio.
6.- Balma (Castellón): A diferencia de otros misterios, el de los endemoniados de Balma está basado en hechos reales y constituye un episodio desgraciadamente olvidado de la España de boina hasta la ceja. Si no cayó en el olvido fue gracias al libro Tres Días con los Endemoniados (1929) del escritor y periodista Alardo Prats (1903-1984). Se sabe que la tradición se remonta al siglo XIII. Días antes de la procesión en honor a la virgen, se producía una romería al Santuario de la Balma -excavado en la piedra- de gente que pensaba que estaba poseída por demonios y las caspolinas (una especie de brujas) les sometían a diversos exorcismos. En realidad, los afectados no eran más que locos a los que se consideraba poseídos ya que en la época no se conocían las enfermedades mentales. La tradición se mantuvo durante siglos mientras la Iglesia miró hacia otro lado (las reuniones no estaban autorizadas pero tampoco hizo mucho por combatirlas). De la historia se cuenta de todo, desde levitaciones hasta gente tirando espumarajos por la boca y peleas a guantazo limpio entre un demonio y un ángel. En septiembre del 1939 se personó en el lugar un miembro de Benemérito Instituto y, cuenta la leyenda que dijo, "aquí no entra ni Dios" y se acabaron los exorcismos (y las orgías), aunque la procesión a la Virgen, por lo menos, se mantiene. El lugar, en lo más profundo del maestrazgo, merece visitarse y la historia es apasionante.
7.- Palacete de Santa Eulalia (Alicante): Es lógico que un lugar tan pintoresco como la Colonia de Santa Eulalia (que sirvió para grabar exteriores en La Alquería Blanca) haya dado lugar a una historia de fantasmas que, por lo menos, sirve para que no se pierda su historia. A finales del siglo XIX, Antonio de Padúa y Saavedra (conde de Alcudia y Gestalgar) decidió asociarse con el industrial y vizconde de Alzira Mariano Roncali e, inspirados por el socialismo utópico, construyeron toda una miniciudad entre Sax y Villena. Aquella Colonia Agrícola de Primera Clase (según la ley de 1868) se dedicaba al cultivo y recolección de productos agrícolas, pero también tenía teatro, casino, hotel, parada de tren, almacenes... Pero lo bonito viene ahora. El vizconde y la vizcondesa (María Avial Peña) se llevaban bastante mal y, como el roce hace el amor, ella y Antonio de Padúa acabaron como amantes. Al final, Don Mariano -con una cornamenta digna de un Mihura- se quitó de en medio, la sociedad se disolvió y los amantes se quedaron a cargo de la Colonia. A mí no me gusta darle a la lengua, pero empezó a correr el rumor de que allí, en ese ambiente de librepensadores, había fiestas hasta el amanecer en las que no faltaba el sexo ni el alcohol. Cuentan que, durante una de ellas, el Vizconde (que vivía en Barcelona) regresó de improvisó y se encontró a su mujer pasándoselo pipa con otros hombres pero, lejos de amilanarse, el tipo se unió a la fiesta. Con tan mala fortuna que se pasó y se lo perdió: amaneció ahogado en una fuente en la que cayó por culpa de la borrachera. Su espíritu, dicen, aún vaga por ahí probablemente esperando que alguien le invite a la penúltima. Para redondear, la vizcondesa tuvo una trágica existencia: sus cuatro hijos murieron, ella se arruinó y, dicen, acabó como indigente pidiendo en el metro de Madrid. Aunque el lugar está bastante deteriorado se puede visitar y es sorprendente. Los edificios modernistas se mantienen y el teatro Cervantes es una auténtica maravilla.
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