VALENCIA. La biografía, más que un género, es un estatus. El punto de llegada de lo importante. La canonización social que nos acerca a Churchill y a la reina Sofía, una equidistancia elegante y algo tramposa. En España comenzó a tener cierto éxito a partir de los años 80, cuando la cultura española se enfrentó a su herencia recibida, que no era otra que la franquista, de vida de santo y de vida falangista (cada tiempo tiene su tragedia). Sin embargo, el éxito del género biográfico no fue demasiado rotundo, quizás opacado por otros géneros de realidad que abundaban en la convulsión política del momento de manera más directa.
Con la piel cambiada y una voluntad libre, este país vivió un momento brillante a nivel cultural, y fue el periodismo y no la ficción el que empezó a trazar ese nuevo horizonte que prometía la Transición. Las revistas Interviú ("Nos atrevemos con todo"), el Papus o el Jueves (el humor con su labor higiénica), Vázquez Montalbán escribiendo crónicas, Paco Umbral escribiendo columnas, Xavier Vinader exiliado en Londres en 1980 a raíz de sus investigaciones sobre la extrema derecha en el País Vasco y encarcelado a su vuelta en 1981... quizás el momento que vivía España exigía una realidad sobre el presente, violento, convulso y al borde del golpe de Estado, y no miradas retrospectivas de forma inminente.
Biografías, autobiografías, memorias... todo llegó con los ochenta y en la vejez. Se avanzaron Jorge Semprún (Autobiografía de Federico Sánchez, 1976) y Carlos Barral (Años de penitencia, 1975), pero luego hablaron de lo íntimo y lo prohibido gente tan dispar como Juan Goytisolo (Coto vedado, 1985; En los reinos de Taifa, 1986), Carmen Martín Gaite (Agua pasada, 1993; Esperando el porvenir, 1994; Pido la palabra, 2002), Fernando Fernán Gómez (El tiempo amarillo, 1990), Terenci Moix (El cine de los sábados, 1990; El beso de Peter Pan, 1994; Extraño en el paraíso, 1998), Ester Tusquets (Correspondencia privada, 2001) o Carlos Castilla del Pino (Pretérito imperfecto, 1997).
Más allá de la retahíla de nombres, ¿qué nos interesa hoy en día? Nosotros, atravesados por la realidad aumentada, la alta definición, los efectos 3D, Google Earth y Hombres, mujeres y viceversa, tenemos una alta necesidad de realidad, pero de modo distinto. No queremos un saber patrimonial, queremos la emoción de ser. Ni siquiera ver, sino tocar. Por eso, estas son algunas biografías que no se nos debieron escapar:
-Gente, años, vida, Ilia Ehrenburg (Acantilado, 2014)
Si alguien merece la pena, es él. Revolucionario antes de la Revolución Bolchevique, vividor de la bohemia parisina de los años 20, corresponsal soviético en la Guerra Civil española, diputado en el Soviet Supremo de Stalin y Premio Lenin de la Paz. Ilia Ehrenburg es brillante en el arte de vivir y de contar, y desapasionado ante los grandes dogmas en los que participó hasta el fondo. Su novela Julio Jurenito del año 22 (Capitán Swing, 2013), deslumbrante y magnífica, lo redimen de sus crónicas realsocialistas sobre los pueblos de España, y lo convierten en un escritor y en un personaje fascinante. Gente, años, vida es enorme y extraordinaria.
-Años inolvidables, John Dos Passos (Seix Barral, 2006)
De Dos Passos nos gusta más Manhattan Transfer que lo que acabó siendo, la sombra del compromiso y el símbolo del abandono, más por exquisitez que por desencanto. Poco tiempo antes de morir terminó de rememorar todo aquello que había llegado a ser: hijo de un señor que murió leyendo la correspondencia de Voltaire, conductor de ambulancias durante la Primera Guerra Mundial, cronista (también) de la Guerra Civil, explorador de Siria, Líbano, Irán... con la ironía de quien se sabe al borde de la muerte: "Entré en el vestíbulo del Pera Palace Hotel justo a tiempo para ver el charco de sangre en un sillón tapizado donde alguien acababa de asesinar a un diplomático oriental. Constantinopla era un lugar fantástico aquel verano".
-Fouché, Stefan Zweig (Acantilado, 2011)
"Retrato de un hombre político", subtitula este relato psicológico e histórico del cínico Fouché, superviviente de Robespierre y de Napoleón, intrigante entre la Revolución Francesa y el Primer Imperio, el prototipo de cínico político que calcula la fortuna de sus ideas en términos de influencia social. Zweig no describía la realidad, la explicaba. La editorial Acantilado además ha publicado buena parte de sus crónicas, conferencias y escritos variados que muestran la capacidad intelectual y la prosa elegante del vienés. Estremece pensar que "El mundo de ayer. Memorias de un europeo" fue escrito contra Hitler, contra su patria y con la sospecha de que solo la muerte voluntaria lo libraría del horror.
-Una autobiografía, Assata Shakur (Capitán Swing, 2013)
Mujer, negra y revolucionaria, así se definía Assata Shakur. Al encontrar asilo político en La Habana creyó ver en Cuba el paraíso socialista de la propaganda castrista, pero eso fue antes de la caída del bloque soviético y después de la pobreza de su vida en los Estados Unidos, de la marginalidad de Harlem, de la violencia y las violaciones multitudinarias que sufrían las chicas de su condición, del racismo, de su militancia en las Panteras Negras, de haber disparado y matado a un policía de servicio, de las humillaciones en comisaría, en el hospital... Assata Shakur es la forma heavy de Martin Luther King: "Han asesinado a Martin Luther King. [...] Reventar los cristales no servirá de nada. Estoy más allá de eso. Quiero sangre. Los tanques están esperando para aplastar la resistencia, para ahogar los disturbios. Se me pasa por la cabeza: quiero ganar. No quiero rebelarme, quiero ganar".
-Limónov, Emmanuel Carrère (Anagrama, 2013)
El personaje de Limónov es fascinante y aterrador, y Carrère es certero al explicar el espíritu postsoviético de la Rusia de Vladimir Putin. O de la Ucrania ex europea. O la de yugonostalg. Vanguardista entre Moscú y Nueva York, guerrillero en las matanzas de los Balcanes, preso político, Limónov acabó cultivando el imaginario y las formas de la nueva extrema derecha rusa. Asomarse a esta biografía novelada, docuficticia, es abismarse a los horrores que dejó el siglo XX todavía sin resolver.
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