VALENCIA. Catalina Valencia será a partir de este sábado la única representante española en la escuela de verano de la Alianza de las Civilizaciones, programa desarrollado por las Naciones Unidas (ONU). La colombiana de origen y española de adopción ha sido seleccionada por el organismo internacional y EF Education First, coorganziadora del encuentro, entre 15.000 solicitudes y junto a otros 75 emprendedores vinculados al diálogo multicultural.
De hecho, el papel de Valencia en nuestra ciudad está ligado a la ONG PROMIS con la que trabaja en la integración social de jóvenes llegados de todo el mundo y que desean abrirse paso en las industrias culturales. Sus inicios en esta organización valenciana fueron como colaboradora en tareas de comunicación, aunque años más tarde ha decidido tomar las riendas de la misma.
Valencia, que disfrutará de un campus en el que se intercalan experiencias de otros emprendedores socioculturales del mundo con clases específicas de marketing, comunicación y workshops de marcado carácter empresarial, asegura que su intención es la de "promocionar la participación de los jóvenes inmigrantes en la ciudad".
-¿Cómo accediste a esta experiencia y qué buscas en ella?
-Encontré la convocatoria en Internet, vi que cumplía los requisitos y me inscribí. La oferta de talleres para jóvenes que emprenden con proyectos de integración y promoción multicultural es única. Además, supone conocer en primera persona a gente que tiene iniciativas similares y consolidadas en otros lugares del mundo.
-¿Cuáles son las claves de esta escuela de verano?
-La ONU quiere fomentar la diversidad interreligiosa e intercultural a través de sus agentes en la Alianza de las Civilizaciones. Lo principal es recibir unas pautas para todos los que tenemos una asociación y tratamos de activar grupos de interés.
-Y generar una estructura económica viable.
-Es un aspecto muy importante. De hecho, en las preguntas previas a la selección comprueban cuáles son las fuentes de financiación y las estructuras de las empresas en las que estamos involucrados para enfocar mejor cómo ayudarnos, ver nuestras carencias supongo.
-Llama la atención dentro del programa la cantidad de workshops vinculados a lo que podíamos entender como el mundo de la empresa.
-Hay sesiones de promoción y defensa de la marca, también para lograr que más personas conozcan y se sumen a tu causa, cómo conseguir espónsors, tomas de decisiones, técnicas multimedia para alcanzar nuevos públicos... La oferta es verdaderamente interesante, aunque a mí lo que me gusta son las estrategias de mis compañeros como stakeholders locales.
-Cómo está prevista la puesta en práctica de ‘la teoría'.
-Además de las clases que imparten expertos en cada una de las materias, hay una importante experiencia en campo. Hemos elegido entre cuatro proyectos locales de Nueva York: dos en el Bronx, otro en Harlem y otro para una sinagoga de la comunidad judía.
-¿Cómo prevés que se aplicará a la realidad de Valencia?
-Lo que espero es poder aterrizar toda esa teoría y las prácticas en la realdiad de España. En mi caso con la ONG PROMIS, En Valencia. Esta iniciativa está en marcha desde 2007 y trata de mejorar la integración social de los inmigrantes de las asociaciones que ya existen.
-¿Ejercéis un papel transversal?
-En efecto, porque la mayoría de esas asociaciones se rigen por nacionalidades, pero es necesario que por supuesto es la forma natural y habitual de organizarse. Pero más allá de ese conocimiento sobre la ciudad a partir de cada realidad nacional, estas personas necesitan abogados, comunicadores y otros recursos para poner en marcha sus propias iniciativas culturales para integrarse en Valencia.
-Pese al boom de los recursos para el emprendedurismo, ¿existe un vacío en lo referente a las iniciativas propias de los inmigrantes?
-En nuestro caso, en lo referente a las iniciativas culturales, existe poca información y pocos recursos. Los que existen no se aprovechan de la mejor forma y obviamente hay mayor atención a los emprendedores tecnológicos. Sin embargo, no hay que olvidar que existe un tejido social y cultural que necesita su espacio y para ello hay que comunicarlo. Por ello esta experiencia es positiva, porque hay que entender el contexto y mejorar el foco sobre estos artistas y creadores.
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