VALENCIA. Novios desde el instituto, la pasión por la música lleva a la británica Gretta (Keira Knightley) y a su novio Dave (Adam Levine, líder de la banda Maroon 5) hasta Nueva York. Pero cuando él, una vez alcanzado el éxito y la fama, cae en las tentaciones del éxito y la traiciona, ella se queda completamente hundida y desolada y decide dejarle. Una noche un productor de discos (Mark Ruffalo) que acaba de dejar su discográfica, fracasado, arruinado, alcoholizado, la ve actuar en un bar de Manhattan y queda inmediatamente cautivado por su talento...
Amor, música, corazones rotos... Tras triunfar en todo el mundo con su preciosa Once, el director irlandés John Carney se estrena en el mercado estadounidense andando sobre seguro. Acompañado de estrellas de relumbrón, en su cuarta película ha decidido no complicarse la existencia y apostar por un tipo de argumento en el que se siente cómodo, escribiendo también el guión de la película.
Para ello se ha apoyado en un reparto de campanillas en el que destaca el regreso a la comedia romántica de la británica Knightley, quien desde que en 2003 protagonizó la comedia coral Love Actually, se ha labrado un gran prestigio por su participación en adaptaciones de clásicos como Orgullo y prejuicio o más recientemente Anna Karenina.
La propia actriz reconocía esta querencia por los papeles serios en una entrevista concedida recientemente a la revista Hello, en la que aseguraba que al acabar la adaptación de la novela de Tolstoi se dio cuenta de que en el último lustro todos los papeles que había interpretado o morían o les pasaba algo horrible.
Quiso el azar que Scarlett Johanson rechazara el papel protagonista de esta película y Knightley y Carney se encontraran en Londres. El director le envió una copia del guión a la actriz que se mostró interesada por la historia.
Decidida a no convertirse en una Alain Delon femenino y británico, Knightley se arriesgó con este largometraje en el que además de enamorarse, sufrir infidelidades y volver a sonreír, canta. E incluso aprendió a tocar la guitarra para poder interpretar su papel, algo en lo que le ayudó su marido el músico James Righton, cantante y guitarra de Klaxons, aunque la actriz ha bromeado al respecto y ha asegurado que sus lecciones fueron atroces para su relación y casi les condujeron "al divorcio y al asesinato".
Junto a ella uno de los mejores actores de su generación, el siempre infravalorado Ruffalo, que le da réplica y con quien establece una química especial basada en sus diferentes formas de ser, que constituye uno de los puntos fuertes de esta sencilla comedia romántica.
Tal y como señalaba David Rooney en su crítica para The Hollywood Reporter, la "adorable química" entre ellos dos "enriquece muchas de sus escenas juntos". Y "los discretos placeres de la película te van pillando desprevenido". Como una bonita canción de amor 'pop'. De hecho el título original era ¿Puede una canción salvar una vida?, lo que ya da una idea de cuales eran las intenciones del director.
Es cierto que la película está llena de obviedades y que la mayor parte de los personajes son clichés (el rapero divertido, el fracasado que encarna Ruffalo, la adolescente perdida en busca de su identidad...) pero el final sorpresa y el buen gusto con el que está realizada consiguen corregir en parte esos peros y hacen que su visionado no sea una pérdida de tiempo.
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