VALENCIA. Hay poca gente al tanto de los primeros pinitos profesionales de Anabel Alonso. Su debut en la interpretación fue en una versión de Las Troyanas de la compañía vasca Akelarre, dirigida por Luis Iturri. La tragedia estuvo programada en el Festival de Sagunto el verano de 1984. La actriz de Barakaldo interpretaba a la troyana decimocuarta.
Sin embargo, a pesar de sus inicios teatrales y dramáticos, el gran público asocia a Alonso con el entretenimiento y la televisión. En contradicción con esta idea generalizada, el próximo 20 de agosto la intérprete se vuelve a subir a las tablas de la muestra de teatro clásico. Esta vez con la obra de Terencio El eunuco.
Entre sus compañeros en esta comedia de enredo, otros rostros catódicos, como Antonio Pagudo, de La que se avecina, Pepón Nieto, conocido primero por Periodistas y después por Los hombres de Paco, y Alejo Sauras, que alcanzó popularidad con su personaje de adolescente gay en Al salir de clase y remató con Los Serrano.
Pepón Nieto por Cuco Cuervo.
No serán los únicos ganchos televisivos para la audiencia de esta edición del festival. Ahí está la sátira Pluto, prevista el 22 de agosto y liderada por Marisol Ayuso, la veterana actriz que en su última etapa profesional ha interpretado a la madre de Aída.
La acompañan Jorge Roelas, que si bien ha dirigido su trabajo hacia la gran pantalla en los últimos tiempo, siempre será recordado por su papel del celador Marcial en Farmacia de guardia, y Marcial Álvarez, el subinspector Pope en El comisario o el médico en la serie de sobremesa de Antena 3 Bandolera.
El montaje valenciano Anfitrión, que se estrena el 9 de agosto en el Teatro Romano, no les va a la zaga y cuenta entre su reparto con Toni Misó, que ha incorporado personajes a Amar en tiempos revueltos, Cuéntame y Hospital Central, así como con los actores de L'alqueria blanca Josep Manel Casany, Amparo Oltra y Juanjo Prats.
La programación teatral del festival estival saguntino es un ejemplo de la tónica generalizada del trasvase de la televisión a los escenarios españoles. Ahí está Macarena Gómez, de La que se avecina, quién se encuentra de gira con Las dos bandoleras, de la Compañía Nacional de Teatro Clásico; María Castro, cuyo espaldarazo fue Sin tetas no hay paraíso, y su consolidación, Tierra de lobos, y este verano participó en el montaje Una semana... nada más, o Adriana Torrebejano, actriz en Tierra de lobos y Hospital Central, que actúa en la comedia La vida resuelta.
AMAR ES PARA DOS DÍAS A LA SEMANA
"La televisión es un buen granero de público para el teatro -esgrime Anabel Alonso-. Cuando haces una función, les apetece verte en carne y hueso. A veces van con la idea de que vas a hacer lo mismo y se encuentran con otra cosa, pero igual les pica el gusanillo y, de repente, descubren el teatro. Con un poco de suerte hacemos que se queden".
La actriz tiene una larga trayectoria en la pequeña pantalla, tanto como protagonista de sitcoms como trabajando de presentadora en espacios de humor. Hubo un año, 2007, que incluso presentó las campanadas de Nochevieja.
Llegó a Madrid en 1987 con un contrato para participar en La bola de cristal. De ahí fue enlazando trabajos en todos los formatos, si bien la televisión y el teatro han sido sus ámbito principales. Entre sus apariciones televisivas de mayor audiencia se encuentra el programa Objetivo indiscreto junto a Antonio Resines, las comedias de situación Los ladrones van a la oficina y Siete vidas y el concurso El club del chiste.
El 6 de agosto estrena El eunuco en el Festival de Mérida y el 11 inicia la grabación de los capítulos de la próxima temporada de Amar es para siempre. En el serial de sobremesa de Antena 3 va a romper con su encasillamiento de histrión, porque incorpora el personaje de Benigna Castro, un papel dramático "de mala".
En el pasado, compatibilizar las funciones de una gira teatral con el rodaje de una serie le resultaba harto imposible. "En 7 vidas iba al plató todos los días, pero ahora es más como el cine, porque puedes resolver los ensayos y las grabaciones con una dedicación de un par de jornadas a la semana. En una serie más coral te puedes organizar mejor. En Los ladrones van a la oficina, en cambio, donde eran cinco personajes básicos, al ser protagonista no te librabas de fichar todos los días".
En su opinión, el método de trabajo en las series, desde su participación en 1993 en la mencionada Los ladrones van a la oficina, no ha variado. "Hay mucho más generos, más producción, novelas diarias, series de época, pero seguimos metiendo horas y haciendo un montón de páginas".
Lo que sí percibe que ha cambiado es el consumo. Antes la reconocían por la calle por el personaje con el que estaba en pantalla, pero ahora, con la eclosión de canales y las reposiciones, tan pronto la llaman Pruden, la dueña del bar de Los ladrones van a la oficina, como le mentan el concurso Me resbala o El Club del chiste.
LA IDIOSINCRASIA VALENCIANA
El caso de los actores de Anfitrión es el de una suerte quebrada. Cuando Canal 9 empezaba a forjar un star system televisivo, la Generalitat dio el cerrojazo al medio autonómico. No obstante, en el imaginario de los espectadores de RTVV todavía perdura la asociación de ciertos rostros del teatro valenciano a sus papeles en productos catódicos de factura autonómica.
Un ejemplo es el caso de Josep Manel Casany y su capataz Roc Bolufer en L'alqueria blanca. "En Madrid y Barcelona esta dinámica funciona, pero aquí siempre ha sido un poco ortopédica, porque las series no han tenido mucha vida. En Valencia no se ha apostado por el audiovisual y el teatro autóctonos. Hay un problema sutil, un temor, un problema de lengua... No nos lo creemos. En Canal 9, el producto valenciano no ha tenido vida y se ha ido a las audiencias. De vez en cuando se hacía algo, pero se quemaba en seguida. Si se le da un poco de tiempo funciona. Tenemos el caso de L'alqueria blanca, a la que le permitieron tener vida, y el público tuvo margen para reaccionar. Y ahora que el trasvase de público de la pequeña pantalla al teatro podía empezar a funcionar más, se nos ha cerrado, vetado, porque ya no tenemos televisión", lamenta Casany.
En la comedia de suplantación que ahora acerca a Sagunto, interpreta al ayudante de Júpiter en un enredo en el que participan soldados, dioses y esclavos. El montaje, dirigido por Eduardo Vasco, traslada a un tiempo reciente los textos de Plauto y después Molière titulados Anfitrión. "Las miserias y virtudes del ser humano se mantienen ya sea en 190 antes de Cristo, el siglo XVIII o en la actualidad", razona el actor de Moncada.
Josep Manel se asomó a las casas de los televidentes valencianos a través de ficciones emitidas en Canal 9 como Herència de sang, A flor de pell, Negocis de família y Unió Musical Da Capo, y los programas de sketches Socarrats y Evolució.
"En general, los que nos dedicamos al teatro hacemos bien televisión, pero al revés se dan más carencias. Es el peligro que corre el teatro. A no todos los actores de cine y televisión se les dan bien los escenarios, aunque muchos son sinceros y lo reconocen. El fenómeno televisivo hace que la gente se levante del sofá para ir a las salas, pero el resultado del montaje a veces no es de nivel y corremos el riesgo de que ese público ya no vuelva al teatro. Eso me preocupa", reflexiona el actor, quien también ha reparado en que gran parte de los aspirantes a actor actuales que acuden a formarse a una escuela de teatro, no tienen como objetivo las tablas, sino la televisión.
Su compañero en Anfitrión y L'alqueria blanca Juanjo Prats, dirigió en 2010 a cinco actores de la popular serie de Canal 9 en el montaje Pollo e hijos. La obra movilizó a miles de fans de las rivalidades televisadas entre los Falcó y los Pedreguer.
En 2013 ocurrió otro tanto con la producción A prop, en la que Ferran Gadea, el icónico Tonet, y Josep Manel Casany interpretaban a un par de tipos marginales unidos por su deseo de evadir la soledad.
Como matiza Casany, "el empresario en sí lo que quiere es cartel, así que hacen propuestas comerciales, gente que salga en la tele, pero la figura del productor de teatro prácticamente no existe en Valencia, aquí son compañías las que ponen en marcha los montajes".
TEATRO TELEVISADO Y VICEVERSA
Otro fenómeno ligado a las sinergias entre uno y otro medio ha sido la traslación del teatro a la televisión y viceversa. Tal es el caso de Estudio 1, espacio mítico de representaciones televisadas de montajes escénicos. El programa, estrenado en la primera cadena en 1965, se mantuvo 20 años en pantalla en horario de máxima audiencia. En 2000 se recuperó, ya en la 2.
En esta última etapa, se han escenificado para los telespectadores obras de calado en los escenarios españoles como Urtain, sobre la vida del boxeador José Manuel Ibar, y la pieza de Lope de Vega La viuda valenciana, con Aitana Sánchez Gijón como protagonista.
Los responsables de TVE aludieron a los gustos de la audiencia para dejar las grabaciones en dos o tres anuales, aunque la web del ente televisivo no se actualiza desde noviembre de 2010.
Sí parece funcionar el caso contrario. En 2011 se estrenó con éxito un montaje desgajado del argumento de la quinta temporada de Amar en tiempos revueltos. La obra, protagonizada por Cayetana Guillén Cuervo y Antonio Valero, recuperaba la trama de la productora de teatro Estela del Val. En declaraciones a EFE, el actor valenciano argüía: "Aprovechamos ese tirón de la tele, pero para abocar a la gente al teatro".
El próximo 9 de octubre se repite la misma jugada con El secreto de Puente Viejo. Los autores del serial, Aurora Guerra, Miquel Peidro y Josep Cister Rubio, han escrito esta versión teatral donde se desvelará el origen de la historia de amor entre Francisca Montenegro y Raimundo Ulloa.
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