VALENCIA. La Plaza del Mercado estaba desierta. Los verdugos se vieron ante la tesitura de que tenían que ahorcar a tres hombre solos, sin público, en una situación insólita porque las ejecuciones solían congregar a multitudes. Los toldos del mercado estaban caídos; las puertas y ventanas de las casas cerradas. Aquella ejecución del 12 de junio de 1812 no era una más. A quien iban a ahorcar era a José Romeu Parras, comandante saguntino, líder de las guerrillas españolas en el este, que se había significado por su valor y éxitos.
Las fuerzas napoleónicas, hartas de la obstinada resistencia del comandante Romeu, del guerrillero, del héroe, habían iniciado una caza del hombre. Se ofrecían 20.000 reales de plata a quien lo delatase. La codicia venció, la codicia siempre vence, y hubo un delator. A Romeu lo apresaron en Sot de Chera, junto a los cuarenta hombres que tenía entonces a su mando. Para detenerle se desplazaron 1.800 soldados franceses.
La mayoría de los componentes de la tropa de Romeu fueron fusilados en ese mismo lugar. A Romeu resolvieron también ejecutarle, después de darle varias oportunidades para sumarse a la causa de José Bonaparte. Las autoridades napoleónicas decidieron que lo harían de la forma más indigna: la horca. Junto a él en el cadalso aquel 12 de junio se encontraban su criado, José Lino Antón, y un miembro de su guerrilla, Gabriel Ximénez, de Monóvar.
Romeu pidió, exigió morir fusilado hasta el final. Era un guerrero, un soldado, y estaba en guerra. Quería recibir del francés el trato que se merecía, el de un enemigo; no que se le ejecutase como a un vulgar delincuente. El ahorcamiento de Romeu fue considerado una ofensa, un insulto, y su muerte, su ejecución, "su asesinato" dice el director y dramaturgo Panxo Barrera, motivo de indignación popular. Por eso el pueblo decidió no asistir aquel día al Mercado.
Los cofrades de la Virgen de los Desamparados acompañaron los restos de Romeu hasta el barranco del Carraixet, donde fueron arrojados a una fosa común. Tenía 34 años de edad. La muerte de Romeu está incluida en el Libro de Ajusticiados y Desamparados de la Basílica de los Desamparados, en el folio 138 del libro que abarca los años que van de 1759 a 1817. Ahora se exhibe este folio dentro de la exposición que se ha organizado en la Basílica con motivo del seiscientos aniversario de la creación de la cofradía. Es uno de los más reseñables. Es un documento único.
"Los cofrades recogieron tanto sus restos como los de sus compañeros", explica María Ángeles Gil, museógrafa de la Basílica, y "los trasladaron al cementerio del Carraixet, junto a Tavernes Blanques, en donde, desde la época foral, solían enterrar a los ajusticiados. La limosna recogida para sufragar los gastos del entierro y de las misas fue, ciertamente, una de las más copiosas que el libro registra, 153 libras valencianas", añade. Hubo misas, sí, pero no entierros, porque Romeu se quedó para siempre en la fosa común.
UN HÉROE PARA BLASCO IBÁÑEZ
José Romeu, el héroe, el guerrillero, el valiente, el que no se rendía. A la altura del general Basset i Ramos, que luchó contra las tropas borbónicas en la Guerra de Sucesión un siglo antes. Romeu el mito. Su nombre fue de boca en boca. La regente María Cristina, accedió a crear en 1888 el condado de Sagunto que se le concedió al nieto de Romeu. Hasta Vicente Blasco Ibáñez le dedicó un libro, ¡Por la patria!
Pero el recuerdo de Romeu es intermitente, deslavazado. Por ejemplo, su casa natalicia en Sagunto se encuentra en estado prácticamente de ruina. En manos privadas, desde el Ayuntamiento de la localidad admiten que no tienen previsto hacer nada con ella. El abandono viene desde hace décadas, explica Barrera. La casa fue propiedad de una dama de la alta sociedad valenciana que no hizo prácticamente uso de ella. Hace tan solo unos años, una constructora privada la adquirió. No hay planes para ella.
Con motivo del 200 aniversario de su ejecución, Barrera encabezó el proyecto de recuperación de la memoria de Romeu de la mano del grupo Passió per Sagunt, un colectivo que intenta poner de relieve el vastísimo legado histórico de la ciudad. Y lo hizo en este caso con una obra de teatro, Vencer o morir, escrita por él mismo, una pieza que admite que es "singular", ya que ni es sólo reconstrucción histórica ni es sólo teatro. Y tampoco es sólo un drama.
Auspiciada por la UNESCO, el montaje se representó en 2012 y vuelve ahora al Teatro Romano de Sagunto dentro de Sagunt a Escena. Se representará el 30 y 31 de julio en el escenario donde ya se interpretó en 2012 y la excusa para este regreso es un hallazgo histórico reciente. Los últimos trabajos realizados por el historiador José Luis Arcón han confirmado que las tropas napoleónicas abandonaron España en 1814 por Sagunto, por decisión del mariscal Suchet. "La primera vez que pasó Suchet por el castillo de Sagunto camino de Valencia no le prestó atención, pero con el tiempo se dio cuenta de su valor como fortificación y eligió el castillo para defender la retirada de los franceses de España", relata Barrera. La última plaza pues que ocuparon fue la capital del Camp de Morvedre.
81 ACTORES PARA UN HÉROE
Vencer o morir ha sido producida por el colectivo Passió per Sagunt y el Ayuntamiento de esta localidad. En el montaje participan 81 actores y actrices que interpretarán las 21 escenas de que se compone y que finaliza con la muerte del héroe en el patíbulo. En total, un equipo cercano a las 150 personas se han implicado en este montaje teatral. El papel principal de José Romeu será interpretado por Juan Antonio Llorens, el de Trinidad Roldán por Paqui Rondán y el de Antonio Calpena por Alfonso Muñoz. En la producción han colaborado, entre otras entidades, la Diputación de Valencia que lo ha subvencionado con 25.000 euros, y la Generalitat Valenciana, que lo ha incluido en la programación del festival organizado por CulturArts.
Vencer o Morir basa su relato principalmente en la Memoria justificativa de la defensa de Sagunto en 1811, del General Luis María Andriani, así como en La guerra de la Independencia y el guerrillero Romeu de Luis García Guijarro, y otras muchas fuentes sobre el héroe. Se considera que todas ellas se basan en la verdadera biografía de Romeu, escrita por Antonio Sarmiento y Sotomayor, Resumen de los hechos principales del Teniente Coronel Don José Romeu. En aras de la dramaturgia, Barrera ha introducido ‘gags' y algunas ficciones para aligerar el desarrollo de la obra y hacerla más atractiva al público.
Dividida en tres actos, la obra arranca con un primer acto que Barrera describe como "Historia ficcionada". El segundo acto se centra en la defensa del castillo, a partir de las memorias del general Andriani y el último en la figura de Romeu. Barrera recuerda no sin emoción el comportamiento del comandante y sus hombres, a quienes describe como "militares" porque "era como ellos se sentían".
El heroísmo de Romeu y su tenaz lealtad, que le impedía reconocer a José Bonaparte como rey, se tradujeron en una admiración que, aunque intermitente, nunca ha dejado de estar presente tanto en Sagunto como entre los historiadores valencianos. Libros, bustos, esculturas, placas conmemorativas, la figura del guerrillero se conserva prácticamente intacta y su memoria se extiende, aunque haya actos y hechos que parezcan contradecirlo.
Un recuerdo que viene mitificado por esa ejecución, ignominiosa para los códigos de la época, ese ahorcamiento que nadie quiso ver pero que estremeció a la ciudad de Valencia y que convirtió al soldado saguntino en uno de los últimos héroes incuestionables. Ahora, al héroe, se le volverá a rendir tributo los dos últimos días de julio con una representación que tiene mucho de homenaje. Su casa natalicia está abandonada, yace en una fosa común, pero sigue siendo el héroe.
Esperemos que con nuestro granito de arena representando su historia y heroicidad alguien en esta nuestra ciudad llamada SAGUNTO le aflore la suficiente sensibilidad para por lo menos rehabilitar su casa y sea otro motivo para acercar la leyenda a todos los ciudadanos que seguro les interesara, puesto que en nuestros días no quedan hombres con tanto honor.
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