VALENCIA. Desde la primera película de Píxar, estrenada hace casi 20 años, la mítica Toy Story, la empresa de animación que lidera John Lasseter y en la que se han formado cineastas como Pete Docter, Andrew Stanton, Joss Whedon o Brad Bird, se ha distinguido por una serie de características. La más importante, quizás, es el haber encontrado una fórmula casi infalible para que sus películas de animación, dirigidas siempre al público infantil, resulten atractivas para el espectador adulto.
Su posterior absorción por Disney, que compró la compañía por 5.472 millones de euros, y una serie de éxitos continuados basados en su mayor parte en secuelas, hicieron que la empresa comenzara a adquirir maneras artesanales, abandonara el sarcasmo y la ironía en sus diálogos supliéndolos por chistes fáciles, y comenzara a abrazar con fuerza los modos y maneras de la gran multinacional del cine: poco riesgo en los argumentos, falta de mordiente, etc...
Así pues, la calidad de los productos realizados en los últimos dos-tres años por Píxar ha disminuido en cuanto a originalidad y sensibilidad, si bien siempre han gozado de un buen acabado y el respaldo mayoritario del público infantil, su audiencia objetiva, que hace que cada producción pixariana puede aspirar a ser un éxito.
Ése es el caso de Aviones la nueva franquicia creada por Klay Hall y que nació condenada al DVD y blu-ray. Poco original (era poco menos que una versión de Cars en el aire) y carente casi de emotividad, Aviones estaba pensada como película menor pero predestinada a ser un negocio mayor.
Su sorprendente triunfo el pasado verano en las taquillas de todo el mundo se ha traducido en una segunda parte, Aviones 2: Equipo de rescate, que llega este viernes a las pantallas españolas sin ocultar sus intenciones. En ella Hall ofrece el testigo de la dirección a Roberts Gannaway quien intenta dar un paso más adelante en las aventuras de Dusty, el avión fumigador que quería ser piloto de carreras. Para ello le da un giro a la trama y pone a Dusty en una tesitura imposible: su motor está dañado y quizás nunca vuelva a competir.
Dusty decide cambiar de carrera profesional para dedicarse a la extinción de incendios y se une al veterano helicóptero de rescate y contraincendios Blade Ranger (una broma a la película de Ridley Scott Blade Runner) y a su valiente equipo que incluye al veterano Super Scooper Lil' Dipper, el helicóptero de carga Windlifter, el transporte exmilitar Cabbie y una divertida pandilla de vehículos todoterreno que no tienen miedo a nada conocido como Los Smokejumpers. Juntos, combatirán un incendio de enormes proporciones, y Dusty comprenderá lo que cuesta ser un héroe de verdad.
Impregnada de considerables dosis de moralina, esta nueva película de Píxar no supone un gran hallazgo cinematográfico, no aporta momentos geniales como los primeros cinco minutos de Up por citar un ejemplo, pero con sus secuencias de acción, sus momentos de humor y su perfección técnica, logra su fin último, que es dar a los más pequeños motivos para la diversión.
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