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LA CUARTA PARED

El póquer como
metáfora de la vida

BEGOÑA DONAT. 16/07/2014 Dos obras de teatro, una pieza de videodanza y una webserie rodada en un teatro se sirven del juego de naipes para trazar un símil con la vida cotidiana, poniendo el acento en la crisis actual

VALENCIA. La clandestinidad, el humo que lo envuelve todo, la transpiración copiosa, los tragos de whisky con hielo y los fajos de billetes derramados sobre el tapete verde. El póquer es tan sugerente en su escenografía como en las metáforas que destila su juego.

El teatro no ha podido resistirse a  los naipes marcados, a la épica del perdedor, al arte del engaño ligado a los faroles... Las cartas se barajan estos días en los Teatros del Canal de Madrid y en el Festival Grec de Barcelona, en una serie online y en una pieza de videodanza grabada en formato de 360º. Son timbas dispuestas en los escenarios que hablan de ruinas económicas y morales.

El dramaturgo Pau Miró estrena el 22 de agosto en Avilés y el 27 de agosto en los Teatros del Canal de Madrid la adaptación al castellano de Jugadores. La obra se estrenó en catalán en 2012 en el Teatre Lliure de Gràcia de Barcelona y, a continuación, fue adaptada por Teatre Uniti en el Piccolo Teatro de Milán, lo que le reporto el Premio Ubu 2013 (los Max italianos) a mejor novedad extranjera.

Los protagonistas son un barbero, un enterrador, un actor y un profesor de matemáticas en torno a la sesentena que en el fragor de una partida de cartas deciden enrolarse en un juego más peligroso.

"Escribí esta obra en 2011, cuando la situación era más virulenta y necesitaba plasmar lo que estaba pasando, porque me sentía angustiado", explica Miró. "Lo que surgió fue un retrato de cuatro personajes que ya tienen una edad y por tanto han perdido prerrogativas, la sociedad tiende a arrinconarlos y, además, viven un cambio de paradigma para el que no tienen respuestas".

Entre los protagonistas de esta nueva versión se encuentran los televisivos Miguel Rellán y Ginés García Millán. Sus personajes son de la vieja escuela y no se llevan bien ni con la modernidad ni con la tecnología. Para más inri, la convulsión de estos tiempos les ha pillado con el pie cambiado.

"El dinero ha desaparecido y tienen la obsesión de que vuelva a aparecer de manera azarosa o arbitraria. Viven en la nostalgia. Recuerdan cómo, no hace mucho, la gente vivía con más tranquilidad y se guardaba respeto a las personas mayores", describe el dramaturgo catalán.

La atmósfera habitual de las partidas de póquer ha sido redefinida para este montaje con cierto halo "cutre, más a la española". Se mantiene el tapete y la lámpara cenital, pero en vez de whisky, se consume ginebra del súper y uno de los personajes ha dejado de fumar porque el médico se lo ha aconsejado.

Lo que no se evade es el elemento masculino que subyace tras este juego de azar. "La testosterona está presente cuando haces un farol, pues consiste en sacar al típico macho al jugar contra el otro, en aparentar. No obstante, nos hemos centrado más en su parte romántica, porque en el fondo, los personajes son unos inconformistas cuya vida cobra sentido en esas milésimas de segundo antes de girar la carta. Son gente que no soporta tener una vida gris, requieren intensidad. A medida que pasan los años, la existencia se tiende a aplanar y estos cuatro hombres necesitan esa dosis de adrenalina, de pasión, para sentirse vivos", culmina Miró.

ES COSA DE HOMBRES

El dramaturgo británico Patrick Marber también se ha servido de la coartada del juego de apuestas para poner en escena una comedia masculina. El montaje lleva por título La partida (Dealer's Choice), y en nuestro país la dirige Julio Manrique. La obra, programada hasta el próximo 3 de agosto en el Teatre Romea de Barcelona, forma parte de esta edición del festival Grec.

El texto original se estrenó en 1995 en el Royal National Theatre de Londres, dos años antes de que su autor alcanzara fama mundial con el drama luego convertido en película Closer. Marber, gran aficionado al póquer, habla en esta pieza de juego, de testosterona y de la relación entre padres e hijos.

"Y también de la amistad, de la lealtad, de la verdad y de la mentira, del éxito y del fracaso. Y de muchas otras pequeñas cosas que el juego, el hecho de jugar, ayuda a revelar, a hacer emerger, a poner de manifiesto con contundencia", completa Manrique.

En opinión del director, el espectador se halla ante una comedia de personajes, "una magnífica partitura para seis magníficos intérpretes dispuestos a, como decía Stanislavski, llevar la vida del alma al escenario".

Los protagonistas son un cocinero, dos camareros, el propietario del restaurante, un hijo con problemas con el juego y su mentor en el póquer. Y la partida sirve para hablar de cosas que van más allá de este entretenimiento, pues en La partida, como uno de sus protagonistas afirma, "no se juega a las cartas, se juega al hombre".

LA VARIANTE SIN ROPA

Cuando a los integrantes de la compañía La Intrusa Danza les propusieron participar en la primera convocatoria de la plataforma de vídeos artísticos Muvers, se decantaron por pergeñar una coreografía inspirada en el Strip poker, variante del juego original en el que los jugadores se van quitando prendas de ropa cuando pierden sus apuestas. Su videodanza De farol fue la ganadora de este concurso de piezas grabadas con formato de visión 360º.

"Al emplear esta tecnología inmersiva", postulan los organizadores de Muvers, "se consigue que la persona que interactúa con el vídeo controle el punto subjetivo de visión. El espectador construye su propio recorrido: decide qué quiere ver, dónde se detiene, qué elige o qué descarta. La edición del propio material artístico y los diferentes soportes disponibles (web, iPad, Oculus Rift y Leap Motion) hacen que el resultado final sea una experiencia única y singular en cada visionado".

En el caso de De farol, la audiencia se sitúa virtualmente en medio de la mesa, de modo que puede observar a los participantes en plena timba. "Una partida de póquer no tenía gracia, y en cambio, el hecho de que la gente fuera perdiendo ropa se convertía en un juego para el espectador. Elegir el Strip poker como contexto para nuestra pieza era una forma de añadirle morbo al visionado, aunque luego, de desnudo, hay poco", confiesa el codirector y cocreador artístico de La Intrusa Danza Damián Muñoz.

El también bailarín encarna a un personaje tramposo, dispuesto a ganar sin quitarse la ropa, de modo que durante el transcurso de los cinco minutos que dura el videodanza, va cambiando cartas y quitando fichas. "Cada personaje vive un viaje que tiene que ver con cómo afronta el juego. Por ejemplo, a una de las chicas lo que le gusta es desnudarse delante de la gente, la partida le es indiferente. Así, en el desarrollo de la pieza, el Strip poker pasa a un plano secundario y se centra en el desnudo anímico de los jugadores", detalla Muñoz.

En resumidas cuentas, tal y como describen en la sinopsis del espectáculo, "De farol va desde una mirada figurativa y realista de la situación hacia una composición donde el movimiento, el cuerpo y su juego generan una multivisión de stripteases interrelacionados; algunos desde la fisicalidad y otros desde motores emocionales". 

UNA LLAMADA A LA ACCIÓN

También a partir del audiovisual, pero en este caso seriado, un grupo de profesionales de las artes escénicas andaluzas unieron fuerzas el año pasado para reflexionar sobre la crisis de manera velada, a través de los juegos de azar. El resultado fue la webserie transmedia La Grieta, emitida en El Sotano de Antena 3 y premiada como mejor obra audiovisual para internet en los Premios del Cine Andaluz ASECAN.

Entre los implicados estaba la dramaturga Gracia Morales, quien, entre otros reconocimientos, ha sido Premio Marqués de Bradomín, Premio SGAE de Teatro Infantil y Juvenil 2011 y Premio SGAE de Teatro 2008, el director de cine y teatro Julio Fraga, el director de producción de Remiendo Teatro, Carlos Gil Company, y el trío de actores de Laviebel Cabaret Antonio Leiva, Larisa Ramos y Piñaki Gómez, galardonados con varios Max.

El producto audiovisual bebe tanto de recursos cinematográficos como teatrales, en un guiño a  la película Dogville (Lars von Trier, 2003). "No se trata de teatro filmado, no: es cine, pero un tipo de cine muy especial y arriesgado, porque se usan elementos poéticos y simbólicos que suelen estar más presentes en el teatro", apunta Julio Fraga. Y añade: "Esto permite crear una historia donde se sugiere y se interroga más de lo que se afirma".

La serie online, grabada en el Teatro Alhambra de Granada, está dividida en seis capítulos y un epílogo de unos tres minutos cada uno, donde tres personajes juegan y apuestan hasta que un sonido inquietante les interrumpe. Una grieta abierta en el techo les amenaza. En cada entrega, el entretenimiento es distinto, Monopoly, póker, una app de Hundir la flota, el juego de las películas...

Capítulo tras capítulo, el espectador halla a los tres personajes ensimismados en una partida a  un juego diferente. Sus reacciones dispares ante el riesgo son un reflejo de las actitudes que la ciudadanía desarrolla de manera cotidiana frente al malestar económico y social que nos asola en la actualidad.

"Desde la pasividad a la histeria, La Grieta nos muestra un abanico de reacciones posibles de un pequeño grupo social ante una misma situación de urgencia y peligro", explicita Gracia Morales.

El proyecto se ha concebido como una metáfora en la que se critica veladamente la cultura de la evasión. "Vivimos en una sociedad donde a algunos les viene muy bien que vivamos entretenidos. Estamos atravesando una situación urgente y hemos de reaccionar", argumenta la dramaturga granadina.

Los creadores de La Grieta tuvieron en mente una condición psicológica acuñada en 1975 por el estadounidense Martin Seligman como indefensión aprendida durante la elaboración de los guiones. El término se refiere al aprendizaje del comportamiento pasivo por parte de personas y animales frente a situaciones perjudiciales o dolorosas. Los afectados por esta situación creen no tener ningún control sobre las circunstancias y se sienten incapaces de cambiar las cosas, con lo que caen en un estado de sumisión.

Los promotores de la serie online plantearon el proyecto como una crítica social figurada del momento de crisis que estamos viviendo, pero siempre con una llamada a la acción y a ilusionarnos con la posibilidad de un momento mejor. Como afirma su director, "La Grieta es una esperanza para un futuro próximo más justo, un brote de aliento".

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