Chema García Ibarra, cineasta premiado en Sundance.
VALENCIA. En la Filmoteca de CulturArts no creen en las supersticiones. El trece no les da miedo. Trece son las películas con las que han decidido aproximarse al fenómeno colectivo del cine independiente español del nuevo siglo. No son supersticiosos porque saben lo que se hacen.
De la mano de la revista Caimán, heredera del Cahiers du Cinéma español, y del festival de Cine de Autor de Barcelona, han programado un viaje por buena parte de lo mejor del cine no convencional, ése que nace a espaldas de los dictados de la industria y de las subvenciones, y lo han hecho con un claro afán integrador y sintético. Han querido marcar un punto en el camino.
El ciclo se llama Un impulso colectivo e inició su andadura este mes de junio en Valencia y en el mes de julio en Filmoteca Española. Tras el parón veraniego, la sala Luis G. Berlanga del edificio Rialto de Valencia y el cine Doré de Madrid volverán a acoger a partir de septiembre y hasta diciembre las proyecciones de un proyecto que agrupa a algunas de las propuestas más interesantes y singulares del cine español de los últimos cuatro años.
Así lo cree el director de la Filmoteca de CulturArts, José Luis Moreno Maicas, quien resalta la oportunidad que supone ver juntas "en una sala de cine en condiciones adecuadas todas estas películas", que en algunos casos tienen tratamiento de film de culto y que muy difícilmente serán programadas por las televisiones. "Son películas interesantes, de las que el aficionado ha oído hablar y que de otra forma no podría encontrar", explica. Premiadas en certámenes de todo tipo o proyectadas en sesiones especiales, en su mayoría permanecen prácticamente inéditas porque están fuera de cualquier circuito.
Buena parte de los largometrajes surgen de un ciclo comisariado por Carlos Losilla para el festival barcelonés de Cine de Autor. Pero el programado para Valencia y Madrid va más allá. A partir de septiembre Un impulso colectivo continuará con películas entre las que se han incluido algunos títulos dirigidos por cineastas (Isaki Lacuesta, Javier Rebollo, Lluís Miñarro...) que pueden considerarse, de alguna manera, precursores de este nuevo impulso que encontramos hoy.
¿Y cómo es este cine? En la institución valenciana lo describen como "joven, libre y heterodoxo, con estilos y propuestas muy diversos". Son películas con argumentos insólitos. Una invasión extraterrestres en un falso documental (Uranes, 2013) se da cita con un western crepuscular (Orson West, 2012) y un filme bizarro de superhéroes (Diamond Flash, 2011) en el que una risa puede salvar una vida. Porque, y ése es un elemento común a casi todas ellas, el humor, un ácido humor impregnado de ironía está presente en la mayor parte de las propuestas.
No es de extrañar tanta disparidad. Sus autores son directores al margen de las convenciones, a los que les gusta su condición de francotiradores. Realmente no les une una temática, sino una misma forma de ver el cine: libre y sin ataduras de ningún tipo. Sólo así pueden ser lo que son.
El ilicitano Chema García Ibarra, uno de los seleccionados, lo sostiene sin ambages. "Yo soy totalmente outsider en el sentido literal, vivo totalmente aislado de la industria del cine y estoy muy cómodo así, y creo que dentro de este ciclo hay gente que está en mi misma situación, viendo al cine español desde los márgenes", explica.
Gente con la que le une una gran afinidad y a la que respeta. Tanto que asegura sentirse "muy honrado" de formar parte del ciclo Un impulso colectivo porque le sitúa junto a cineastas "amigos" a los que admira como Luis López Carrasco (El futuro, 2013) o Víctor Moreno (Edificio España, 2012).
UNA RESPUESTA A LA REALIDAD
"Todas las películas programadas podrían provenir de un sentimiento de incomodidad y extrañeza [ante la realidad", escribe Losilla en la presentación del ciclo. "(...)La incomodidad lleva al deseo de encontrar razones para lo que está pasando, y también para lo que nos está pasando, de la vida pública a la vida privada", añade.
Una realidad ante la que, según García Ibarra, no cabe hacer proyecciones. "Creo que lo mejor es no tener perspectivas ni planes de futuro; hacer una película, preparar la siguiente y vivir día a día con eso. Las cosas cambian tanto que es una pérdida de tiempo ponerse a pensar en el futuro", concluye.
Seleccionado en tres ocasiones para competir en el festival de Sundance con sus cortometrajes El ataque de los robots de Nebulosa-5 (2008), Protopartículas (2009) y Misterio (2014), García Ibarra condensa en su persona muchas de las virtudes cinéfilas de este grupo de cineastas, a los que les gusta bordear el frikismo como respuesta a las convenciones sociales y para quienes la carencia de medios no ha sido nunca un impedimento.
Como señala Losilla, son "cineastas que, cada uno a su manera, empiezan a hacer cine con lo que encuentran más a mano". Y con eso y su imaginación, discreta y calladamente compiten y cosechan premios en los principales festivales internacionales: en Sundance y Berlín como García Ibarra; en San Sebastián como Moreno; en Locarno como López Carrasco...
La primera entrega de este interesante ciclo concluyó este domingo con el largometraje de García Ibarra, Uranes, pero continuará tras el verano. Quedan pendientes de proyectar varias películas entre las que se encuentran la producción valenciana llena de referencias cinéfilas Orson West, del alicantino Fran Ruvira; la mezcla entre ficción y documental de Todos vós sodes capitáns (2010), de Oliver Laxe; el multipremiado documental poético Costa da Morte (2013) de Lois Patiño y la insólita Diamond Flash de Carlos Vermut, entre otras, películas que a la postre no pretenden ser ni independientes, ni comerciales, sino honestas.
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