VALENCIA. La intendente del Palau de les Arts, Helga Schmidt, se encontraba este domingo tarde trabajando cuando recibió la noticia de que el maestro Lorin Maazel había muerto. Hizo una pequeña pausa y llamó a un conocido para hablar del músico y después regresó al trabajo. La noticia le había entristecido pero la preveía.
Hace ahora un mes, el 12 de junio, cuando se anunció que Lorin Maazel dejaba la Filarmónica de Múnich por problemas de salud, ella y Zubin Mehta le mandaron un mail personal. Maazel jamás respondió. "Si estás muy malo no estás para nada", reflexionaba Schmidt.
No por previsible, empero, la muerte del maestro pasó inadvertida. Los pocos trabajadores del coliseo valenciano presentes en el edificio o activos en las redes sociales manifestaron su pésame. Fotos del maestro, alusiones, Maazel estaba muy vinculado al proyecto valenciano. Había sido parte de él. En cierto modo en su figura se reúne lo mejor del coliseo, la excelencia artística, y lo más criticado, los costes millonarios.
El Palau de les Arts se encuentra ahora en un extraño tránsito de fin de temporada, a la espera de las vacaciones que comenzarán el 16 de julio para la mayoría de los trabajadores. La marcha de Mehta aún pesa en el ambiente. Y la noticia de la muerte de Maazel ha hecho que cunda el desánimo. Es el fin de una época, de un ciclo. Así lo cree la propia Schmidt, que sigue sin aclarar su futuro. Aunque como recordaban desde su entorno: "Todos los años dice que se va, que es el último, y al final siempre vuelve". O no. Porque esta vez es diferente.
EL PADRE MUSICAL DEL PALAU DE LES ARTS
El Palau de les Arts está ahora en reconversión. Buena parte de lo mejor del proyecto se le debe a Maazel y corre el riesgo de desaparecer. La huella del maestro es innegable. Así lo admitió la propia Generalitat en un comunicado en el que reconocía que había sido gracias a su trabajo que se había podido crear la Orquestra de la Comunitat Valenciana, la columna vertebral del proyecto. Algo curioso ya que Maazel no fue el primer elegido para ser director titular.
Ese papel le correspondió a Jesús López-Cobos, quien rechazó Valencia cansado de los retrasos en las obras y de espectáculos como la visita del empresario José Luis Moreno a su camerino, presentándose como el futuro gerente del coliseo valenciano. Asustado por el caos que se vislumbraba en Valencia, López-Cobos optó por el Teatro Real.
La elección de Maazel fue una apuesta de la intendente del Palau de les Arts. Cuando López-Cobos le anunció que no iría a Valencia, Schmidt recordó una frase de su viejo mentor, Herbert von Karajan, e hizo lo que él le recomendaba: "Cuándo pierdas a un cantante, busca a otro mejor". Dicho y hecho, llamó a Maazel. Si no podía tener el mejor director español, tendría al mejor director del mundo.
El norteamericano ya había estado en Valencia. Había sido la primera gran figura que visitó la ciudad en los contactos iniciales del Palau de les Arts. Estuvo en el mes de diciembre de 1999, unos meses antes incluso que Mehta y Daniel Barenboim. Cuando visitó la ciudad sólo pudo hacerse una idea de cómo sería el edificio viendo una maqueta, ya que las obras se acababan de retomar. Fue una visita de cortesía, sólo para que supiera lo que se estaba gestando. Schmidt pensaba en él, pero sabía que era demasiado caro, así que su primera opción era sólo como director de algunos montajes.
Cuando cayó López-Cobos recordó a Maazel y, a pesar de sus dudas, le llamó para plantearle que encabezara él el proyecto. El reto pasaba por crear desde la nada una orquesta de ópera a la altura de las mejores del mundo y con la que realizarían los mejores montajes. Sólo tenían un año pero no faltaría dinero, le prometieron. Y Maazel pidió un salario en condiciones a su caché: 2,5 millones de euros al año, según algunas fuentes. Corría el año 2005 y aunque nadie vislumbraba lo que iba a suceder, la crisis, Lehman Brothers, se escucharon críticas desde la oposición y de músicos como Llorenç Barber.
SALARIOS MUY ALTOS; SELECCIÓN MUY DURA
La presentación oficial de Maazel se realizó en octubre de 2005. Para conformar la orquesta Maazel tuvo siempre claro que precisarían de salarios muy altos. Su lógica era inflexible: Si querían tener a los mejores, debían pagarles como tales. Así pues el puesto de profesor de la Orquesta del Palau de les Arts se convirtió en un bien codiciado y 5.230 músicos de todo el mundo presentaron a las audiciones.
Estas se celebraron en los meses de febrero, marzo y mayo de 2006, en ciudades como Valencia, Nueva York, Helsinki, Londres y Milán. La selección fue muy dura y exigente. Fuera se quedaron violinistas españolas de primer nivel, además recomendadas por sus padres, directores de orquesta. Maazel fue implacable. Sólo quería a los mejores de los mejores. Una vez conformada la orquesta, llegó la presentación. Eso fue en octubre de 2006, un año después de su presentación.
Oficialmente Maazel dijo de ella que era "maravillosa" y que podría estar "al nivel de las mejores orquestas del mundo". En realidad estaba nervioso, preocupado. En un ensayo se enfadó y decidió no seguir dirigiendo y le dio la batuta a su asistente, el alcoyano Jordi Bernàcer. La buena reacción de la orquesta y la calidad del resultado le satisfizo. Felicitó a todos y los profesores sonrieron aliviados. Ese día se dio cuenta de que era posible convertir a la orquesta en una de las mejores del mundo. Ese día hizo el reto suyo. No sólo lo iban a intentar: lo podían lograr.
Maazel se convirtió así en una especie de padre gruñón de la Orquesta, un referente querido y respetado por los profesores. Les enseñaba, les guiaba, les corregía, les hacía mejores. Era habitual en los ensayos que los profesores golpearan con sus arcos los cordajes de sus instrumentos, la forma tradicional de aplauso por parte de los músicos. La complicidad era absoluta y todo parecía ir bien encaminado. Maazel se sentía más satisfecho. "Si no hubiera funcionado me habría sentido mortificado y avergonzado por no haber estado a la altura de este reto", aseguraba esos días. Pero los problemas aparecieron pronto.
PRIMERO LA MECÁNICA; DESPUÉS LA NATURALEZA
En diciembre de ese mismo año un accidente con la plataforma del escenario principal estuvo a punto de llevar al traste el montaje de Don Giovanni de Mozart, con Erwin Schrott como protagonista. En su camerino, Maazel una tarde señaló a una de las botellas de vino Miracle que tenía en una jofaina, regalo de un patrocinador. "Necesitamos uno de esos, un miracle", dijo jugando con la palabra. "Y lo conseguiremos", sentenció. A pesar de las dificultades se pudo estrenar el Don Giovanni en la fecha prevista, 16 de diciembre de 2006, con gran éxito de público y de buena parte de la crítica. Fue uno de sus primeros triunfos en Valencia, no tanto por la calidad musical, que la hubo, sino sobre todo por el mérito profesional.
Superado este primer reto, llegó el segundo en forma de suspensión. En octubre de 2007 unas lluvias torrenciales anegaron el complejo y obligaron a suspender el estreno de su ópera, 1984, así como retrasar el montaje inaugural de aquel año, una Carmen de Bizet con dirección escénica de Carlos Saura.
Finalmente el 6 de noviembre se pudo representar la ópera y para celebrarlo se organizó un pequeño cóctel sólo para artistas y familiares en el que se pudo ver a Maazel sentado en una silla, en un rincón, acompañado de Bernàcer, quien fue su sombra y su principal colaborador durante sus cinco años en Valencia.
Ya fuera como reacción a los problemas o por su satisfacción personal al ver crecer la calidad de la orquesta, el caso es que su relación con Valencia se fortaleció durante esos años. Su implicación con el proyecto fue a más si cabe y su trato con los empleados era más que cordial. Le gustaba ir sentado en el asiento del copiloto del coche oficial y gastaba bromas en la intimidad. Y entre los trabajadores se le veneraba por su talento. "Mehta es muy bueno, muy trabajador... pero es que Maazel dirigía con la muñeca, era increíble", rememoraba un trabajador. La palabra más habitual para describirle es "genio".
Maazel propuso que se realizaran viajes por el extranjero y muy especialmente el primer concierto internacional en La Fenice, en Venecia. Schmidt también le proponía giras y Maazel siempre, con cara circunspecta, le respondía igual, mitad en broma mitad en serio: "¿Dónde vamos a ir nos pagan? ¿Y cuánto?".
De hecho esa cuestión, el dinero, siempre sobrevoló por encima de su trabajo como una sombra negativa. Desde la oposición, la entonces diputada socialista Ana Noguera criticaba el salario, muy por encima de lo que se esperaba. Por si fuera poco tuvo siempre un constante tira y afloja por los plazos de pago de la administración, muy lentos para lo que estaba acostumbrado.
PRIMERA CRISIS Y LA RENOVACIÓN POR DOS AÑOS
Los primeros recortes llegaron al Palau de les Arts y Maazel hizo el primer amago de irse en junio de 2008, cuando incluso anunció en su página web que abandonaba Valencia. Sin embargo, pudo el Maazel músico, el padre, el orgulloso creador de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, sobre el Maazel profesional y accedió a continuar dos años más, hasta 2011, con una rebaja salarial del 25% y aumentando el número de funciones anuales, que pasarían de 17 a 24.
El propio maestro insistió en la presentación de la renovación que había aceptado que le redujeran el sueldo y que lo había hecho porque se sentía "muy vinculado" a la Orquesta. En una entrevista en Las Provincias se quejaría amargamente de que ese gesto no hubiera sido valorado por la administración. "Era una medida que pretendía servir de ejemplo para mis colegas, para que también asumieran una rebaja, pero lamentablemente no se entendió bien por parte de los políticos", decía. "Debería haber tenido mayor repercusión. Se hizo un gran sacrificio, pero los políticos no respondieron con un esfuerzo, deberían haber entendido con ese gesto que ellos debían hacer también un esfuerzo en favor del Palau, que ha sufrido muchos recortes", añadía.
Con la Orquesta realizó su primera gira internacional, que le llevó por Dubai y Alemania, y afrontó unos dos últimos años en los que aún dio sobradas muestras de su calidad y de su capacidad para sacar lo mejor de la formación. Ahí quedan para el recuerdo de los aficionados el programa doble presentado en marzo de 2010 con La vida breve de Manuel de Falla y Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni.
Consciente de que el proyecto se alejaba cada vez más de las promesas de calidad y, sobre todo, presupuesto con las que llegó, Maazel afrontó su último año con profesionalidad y cerró su estancia en Valencia dirigiendo su propia ópera, 1984, aquella que la inundación de 2007 obligó a suspender. Fue en febrero de 2011. Durante aquellos días Maazel posó con trabajadores, colaboradores como Francesc Perales director del Coro de la Generalitat, o los niños de la coral de la Escolanía de la Mare de Déu dels Desamparats, en un gesto, otro más, con el que quiso dejar claro que Valencia le gustaba, que él creía en el Palau de les Arts.
Se fue no sin antes lanzar un mensaje similar al que ha lanzado estos días Mehta: Advertía de que el proyecto de calidad, la promesa internacional que era el Palau de les Arts, se perdería si los políticos no lo apoyaban. Ahora, su legado, una orquesta internacional de primer nivel, se encuentra diezmada por la política de recortes, sólo quedan 52 de los 90 músicos iniciales, y el anuncio de la marcha de Mehta puede diezmarla aún más. El sueño de Maazel se deshace.
Actualmente no hay comentarios para esta noticia.
Si quieres dejarnos un comentario rellena el siguiente formulario con tu nombre, tu dirección de correo electrónico y tu comentario.
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.