VALENCIA. "Nunca, nunca lo cuentes, Maddy-Monkey, me dijeron, contarlo a alguno de Ellos significa la Muerte; pero ahora después de tantos años voy a contarlo, porque ¿quién me lo puede impedir?". Así comienza la novela de Joyce Carol Oates Puro fuego. Confesiones de una banda de chicas que se ha encargado de llevar a la pantalla grande Laurent Cantet.
El cineasta francés no sólo ha dirigido la película sino que también ha escrito el guión de esta versión que protagonizan Raven Adamson y Katie Coseni, quien fue premiada por su interpretación en el Festival de San Sebastián de 2012.
Rodada en inglés, en Canadá, la película que ahora llega a las salas de cine españolas tuvo una fría acogida cuando se presentó en el certamen donostiarra, en buena medida porque el listón lo había dejado muy alto el propio Cantet con sus anteriores trabajos.
Ambientada en un barrio de las afueras de Nueva York a mediados de los años cincuenta, la película se centra en las andanzas de cinco chicas que deciden organizar una banda al margen de la ley en rebeldía ante el papel de sumisión que tiene la mujer en la sociedad norteamericana del momento. Cantet, ganador de la Palma de Oro del Festival de Cine de San Sebastián en 2008 por La clase, continúa así la senda del cine social como ya hizo en Recursos Humanos o El empleo del tiempo, si bien para ello acude a un tiempo pasado y otro espacio, Estados Unidos.
Y es que, como señala parte de la crítica, Foxfire presenta elementos comunes con el resto de su filmografía: la resistencia, la utopía o las dinámicas de grupo, en este caso aplicadas a una banda de adolescentes que empiezan pensando que todo es posible y poco a poco comprueban cómo su sueño se resquebraja con problemas como el liderazgo o el dinero.
El propio director corroboraba esta idea en una entrevista mantenida con Magdalena Tsanis, de la agencia Efe. "Cuando leí la novela me dio la impresión de que estaba escrita para mí, pero lo que también me interesó es poder ir hacia algo más novelesco que lo que había hecho hasta entonces, con más acción, más suspense y más violencia incluso", apuntaba el director.
"La idea me atrajo porque siempre tengo miedo de las películas demasiado dogmáticas e intento encontrar una forma de hablar de lo social y lo político sin que eso sea el centro. Prefiero que se deje sentir a través de las historias y de personajes que conmuevan", precisaba.
Al igual que hizo en la laureada La clase, Cantet ha vuelto a recurrir a actrices no profesionales, que encontró después de un extenso casting con más de mil candidatas. Es el "método Cantet", que sigue los pasos de otros cineastas como Ken Loach o antes los neorrealistas italianos, con Rossellini a la cabeza: buscar personas que comprendan a sus personajes, ensayar y retocar el guión con sus propuestas.
Y también rodar las secuencias con multicámara y sin cortar, en lugar del clásico plano-contraplano-primer plano. "Es más eficaz porque permite a los actores meterse en la lógica de la escena, entender de qué va y encontrar el tono exacto", sostiene. Algo que se puede percibir en la película y que, en cierto modo, contribuye a darle más verismo.
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