VALENCIA. Treinta años. Tres décadas. La Pantera Rosa se ha convertido en un icono de la Valencia democrática. Instalada en septiembre de 1984, la escultura de Miquel Navarro es uno de los espacios de referencia de la ciudad y se encuentra entre los 20 lugares más visitados de Valencia según Four Square. Ahora es parte habitual del paisaje ciudadano pero en su momento supuso una auténtica osadía ya que rompía con la estética dominante.
Así lo recuerda su autor, el artista de Mislata. "Digamos que fue, no sé como llamarlo, una pequeña conmoción. No estaba dentro de las coordenadas de lo que era una escultura pública, incluso de arte contemporáneo. [Andreu] Alfaro ya había hecho cosas pero ésta era más sorpresiva, era única y vertical".
Con el nombre oficial de La Fuente Pública, la obra fue encargada por Aguas Potables y su instalación fue aprobada por prácticamente todos los partidos políticos del Ayuntamiento de Valencia. Su presupuesto era de cinco millones de pesetas, 30.000 euros, y para su creador no supuso precisamente un gran negocio. "No gané prácticamente nada", comenta Navarro, pero no es algo que le importe. "La hice porque tenía ganas de hacerla", agrega.
Se trataba de su primera gran escultura pública. Había realizado otras pero ninguna tenía ni la trascendencia ni el tamaño de esa nueva obra. Y él lo sabía. "Estaba emocionado", recuerda Navarro. "Con esa perspectiva le puse mucho interés porque quería que aquella fuera una obra que respondiera a mi propia espíritu. En ella están las constantes de mi trabajo, como los elementos totémicos, el agua como el habla... Una fuente lo que hace es abocar, tiene un discurso de la propia lengua hablada, y eso era lo que intentaba transmitir", explica.
La construcción no fue fácil ya que "el presupuesto era muy bajo", recuerda, "pero yo tenía ilusión y no me importaba". Producto de esas horas de trabajo, de pensar y reflexionar surgió una escultura que según él, vista ahora, percibe que "contiene algo de inocencia", de su niñez. "Hay algo del recuerdo de las huertas de cuando yo era pequeño", evocaba este jueves.
"LA GENTE SE QUEDABA SORPRENDIDA"
Las primeras reacciones no fueron ni de aprecio ni de desprecio, sino todo lo contrario. "La gente se quedaba sorprendida y no emitía opinión", dice Navarro. "Era un elemento que faltaba digerirlo, pero sí que es verdad que pasado el tiempo se ha convertido en un referente", asegura, "aunque quizá no sea yo el que deba decirlo". Desde la prensa local se publicaron ácidas críticas contra ella. Pero, lentamente se fue imponiendo y se ganó el favor popular.
Miquel Navarro en su estudio. FOTO: VICENT BOSCH.
Hay un dato que corrobora esta afirmación y es el hecho de que pronto fue rebautizada con un sobrenombre, el de La Pantera Rosa, en alusión a su color de óxido metalizado y su aspecto que evoca el del famoso dibujo animado. Hoy nadie la conoce por su nombre. Hoy todo el mundo la llama así. "El darle ese nombre es la manera que ha tenido la gente de apropiarse de la escultura. De hecho se han olvidado de que la plaza se llama Sanchis Guarner", apunta el escultor.
No era su intención. Según explica la obra estaba pensada "como un elemento totémico, un obelisco con una pequeña ironía porque la punta se inclina, está como rota. Yo pensaba más en un insecto. Era una especie de gárgola, inspirada en los respiradores de agua de la acequia que se dan mucho en la huerta valenciana".
Navarro está muy contento por el hecho de que hoy se reconozca su obra, de que la gente se congregue y se cite en torno a ella, pero cree que "a nivel oficial está siendo denostada". Percibe por parte del Ayuntamiento de Valencia maltrato sino indiferencia. "Se le quitó la iluminación, se le quitaron los bolardos que la rodeaban. Se mantiene el agua pero el nivel de conservación de la obra es deficiente. Está muy poco cuidada. Antes se pinta una farola que mi escultura", concluye.
Miquel Navarro tiene razón: la Pantera Rosa la hemos aceptado los valencianos como un elemento singular y la hemos hecho nuestra. Su estado es el mismo que cualquier otro elemento en esta ciudad: desidia y abandono. Deberíamos empezar a reclamar a los que se postulan para ocupar el Sillón el año próximo sus ideas - no sea que no tengan ninguna.
"La gente se quedaba sorprendida y no emitía opinión". Normal, esto no es arte, no es una escultura ni es nada. Me hace gracia cuando pintas 4 rayotes o pegas 4 piezas de metal y lo llamas obra abstracta y que te recuerda a la huerta o a cuando tu madre te pegaba sopapos de pequeño, y si dices la verdad y que no transmite nada, "es que no lo entiendes". Lo que yo realmente me pregunto es... ¿de quién sería este señor amigo para que semejante adefesio fuera construido? ¿por qué TODOS los ciudadanos pensaban exactamente igual y misteriosamente los políticos votaron a favor en mayoría? $$$$$$$$$$$$$$$$
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.