VALENCIA. En apenas dos años dejará el baloncesto profesional. Anna Montañana (Valencia, 1982), una de las grandes referencias internacionales del básquet femenino con cientos de palmares y reconocimientos obtenidos durante veintiún años, prepara su futuro. Entre las nuevas tareas que le esperan figuran: disfrutar del deporte, recaudar fondos, encontrar patrocinadores para el equipo de baloncesto del Godella, cuyo club preside, y ser entrenadora.
Preparada está. Es licenciada en Businees Internacional y Marketing por la Universidad George Washinton, cuenta con un master en Administración de Entidades Deportivas, experta en coach y entrenadora de baloncesto. Llegó al baloncesto tras tontear con el ballet, la gimnasia, la natación, el judo y hasta con el fútbol. Un partido a los nueve años la iluminó. "Le dije a mi madre que iba a ser profesional del baloncesto". A los once, jugaba un mundialito en Puerto Rico. Desde entonces brilla con luz propia.
-¿Cree que la crisis ha acabado con la próxima generación de deportistas?
-El deporte, como la economía, funciona por oleadas. Acabamos de vivir una muy potente, tanto en futbol como en baloncesto, balonmano, tenis... Han sido trece años impresionantes. Esa oleada de jugadores se retira y dará paso a otra generación. Seguramente no tendrá el mismo nivel porque en los últimos cinco años la inversión económica se ha resentido. Por ejemplo a nivel de salarios de profesionales estamos volviendo a niveles de hace quince años. La liga no es tan poderosa y la mayoría de las jugadoras de la selección están fuera.
-¿Y usted cómo piensa encarar los próximos veinte años después de haber pasado los veinte primeros en primera línea del baloncesto internacional?
-Me gustaría seguir vinculada al deporte por eso acepté hace dos años presidir el Club de Baloncesto L´Horta Godella. La intención es revitalizar y devolver al baloncesto lo que he recibido.
-¿Se puede hacer sin dinero?
-No. Este es otro de los retos, aunque el primero es conseguir crear una fuerte línea de baloncesto femenino y elevar la calidad de los aficionados a este deporte. No se trata sólo de que haya muchos niños que jueguen, sino de que jueguen bien. El reto es que la cantera de los aficionados a este deporte en la Comunidad Valenciana tenga más nombre del que tiene ahora. Así como en Cataluña, Andalucía o Madrid salen más niños preparados para jugar, aquí en la Comunidad Valenciana no.
-¿Por qué no es así?
-Imagino que es un cúmulo de aspectos que habría que analizar con calma. Grosso modo ves que el baloncesto se resiente cuando cambian sus patrocinadores. Al final compruebas que la estabilidad en este deporte, y en otros, depende de la permanencia de las empresas que lo apoyan económicamente.
-Entonces, ¿la búsqueda de sponsors será uno de sus nuevos cometidos?
-Sin duda. Y no sólo un sponsor, y a corto plazo, sino varios. En el deporte si quieres recoger tienes que sembrar.
-Experiencia teórica tiene. Se licenció en Business y Marketing por la universidad norteamericana George Washinton...
-Sin duda, aunque como tal nunca he ejercido. No obstante creo que por la posición profesional alcanzada es más fácil que me abran las puertas y podamos presentar nuestro proyecto a empresas. Sin embargo también tengo el título de entrenadora y quiero serlo.
-¿Cómo se puede volver a recuperar el baloncesto femenino de élite que despuntó en Valencia con el Dimar, Little Kiss, Canal Valencia y los laureados Dorna Godella y Ros Casares?
-Se requiere estabilidad. Excepto en el fútbol el resto de los deportes carecen de un proyecto deportivo a largo plazo. Por ejemplo, el campeón de España de la actual liga de baloncesto femenino, el año próximo no podrá participar en la máxima competición europea por no tener dinero. Si esto le ocurre al campeón de España, imagine lo que pasa en el resto de equipos y deportes. Aun así no hay otra que seguir peleando.
-¿En EE.UU cuidan más el deporte?
-Y no poco. Estamos a años luz de ellos. De entrada no hay distinción de géneros, como aquí. El deportista lo es. No es hombre o mujer en la cancha. Además invierten mucho dinero. Y esto se traduce tanto en infraestructuras, pabellones, medios de transporte... como en la apuesta que hacen por los deportistas que son altamente competitivos y en el reconocimiento que adquieren las empresas que apuestan por el deporte y los beneficios fiscales que obtienen. En EE.UU la cultura del deporte es una manera de salvarse.
-¿Qué aprendió de los norteamericanos, los turcos, los checos y los franceses en las canchas?
-Los franceses son muy perfeccionistas y se someten a las normas. Buscan constantemente la eficiencia. Los checos me sorprendieron gratamente por la hospitalidad que descubrí tras una fría apariencia. Son más simples, más felices y menos competitivos. No me entendían.
-¿Por qué?
-Porque los deportistas españoles tenemos un alto nivel de competitividad y mucha picardía. Por eso en el deporte somos los mejores y a más de un país le chirrían nuestros éxitos.
-Sin embargo también sabemos hacer el ridículo mundial en el fútbol...
-El 100% de la perfección no existe ni en el deporte ni en cualquier profesión. Puedes ser el mejor y cometer errores de vez en cuando. Eso es lo normal. No lo otro. El problema es que en el deporte estamos siendo examinados y analizados constantemente por la gente. Mantener la leyenda cuesta mucho esfuerzo.
-¿De los turcos y norteamericanos con qué se queda?
-De los turcos poco. En el país corre el dinero. Hay muchas inversiones y están apostando mucho por el deporte, pero existe una clara discriminación hacia la mujer. Allí mandan los hombres y lo hacen notar. Estambul fue la ciudad que menos disfruté. Por el contrario EE UU es el paraíso deportivo. A cualquier hora hay gente jugando en las millones y perfectas pistas deportivas, siguiendo las directrices de exitosos entrenadores y atendidos por eficaces terapeutas. La fuerte inversión que hacen en el deporte se traduce en calidad.
-El gobierno valenciano propone en su ley de mecenazgo deducciones del 95% donado en el IRPF del año próximo a quienes colaboren en campañas de micromecenazgo
-Sí, sin duda es positivo, pero no lo es que la Ley de Mecenazgo estatal no se haya aprobado todavía. Para que salga un Pau Gasol ha habido un club que ha invertido en él las aportaciones empresariales recibidas.
-¿Qué le parece la compra venta del Valencia C.F?
-Hay que esperar a ver qué pasa, pero me gustaría que utilizaran el producto nacional. Aunque tiene pinta que se llenará de jugadores extranjeros.
-¿Cuándo se da cuenta uno que no puede seguir en primera línea profesional?
-Cuando tu físico va más lento que tu mente. El día que tu cuerpo no te sigue, que no saltas, ni corres igual que antes tienes que frenar. Lo noté a partir de los 30 años. Sin embargo mi mente había duplicado su capacidad de respuesta y análisis. Antes jugaba sin pensar y ahora juego pensando. Pero para estar en primera línea necesitas a tu cuerpo. Es una transición que hay que superar para enfrentarte mejor a otras etapas de la vida.
-¿Vale la pena tanto esfuerzo para ahora no saber en qué proyecto profesional acabará? ¿Compensa económicamente?
-Sin duda. Económicamente estar en primer nivel compensa. No te puedes jubilar con ello, pero con un poco de cabeza puedes tener un buen colchón. Y luego ha valido la pena sobre todo porque no me veo haciendo otra cosa.
-¿Competir internacionalmente endurece a los deportistas?
-Mucho. Incluso descubres resistencias que no pensabas tener. He pasado muchos años fuera de mi país. En EE UU, Túnez, Checoslovaquia y Francia. La vida cuando estás sola con el deporte es todavía más solitaria. Entrenas y te vas a casa. Es repetitivo. Si además te cuesta aprender idiomas te puedes sorprender, por ejemplo, dándote cuenta que ese día no te has escuchado la voz. Te haces más dura.
-¿Qué valores tiene interiorizados?
-El trabajo en equipo, la dureza mental y un alto nivel de sufrimiento porque estoy acostumbrada a jugar con dolor y presión.
-¿El futuro es algo que llega?
-Tras haber hecho propuestas. Me gusta más proponer ideas y proyectos que esperar a que llamen a mi puerta. No tengo miedo al no. El deporte es movimiento y no puedo parar.
-¿Frenar la vida personal fue un hecho natural?
-Sí. Es complicado establecerse emocionalmente cuando un año estás aquí y otro allá. Acabas creando coraza. El año pasado me compré un perrito. Me lo plantearé seriamente a partir de los 35 años porque si sales de la élite es difícil volver a entrar y recuperar tu nivel profesional.
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