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VALENCIA. Craig Green puede parecer a simple vista un diseñador más que, al igual que otros muchos, se licenciaba en la especialidad de moda mientras estudiaba un master en la prestigiosa Central Saint Martins College of Arts and Design.

También tiene en común con el resto de sus compañeros de profesión el gusto y la afición por el dibujo. Craig siempre quiso ser pintor o escultor, pero de algún modo accidental, terminó dedicándose de lleno al mundo de la moda, al fin y al cabo se sentía cómodo y a día de hoy cree haber tomado el camino correcto.

Sin embargo hay algo que tiene este diseñador, con sede en Londres, que ha hecho mella en la industria de la moda captando todas las atenciones sobre su trabajo.

En el año 2013, recién salido de Saint Martins, todas las miradas centraron su atención en él. Fue capaz de trasladar, a una singular y espectacular colección inspirada en las fiestas populares y paganas británicas, su particular visión y reflexión del tratamiento de la luz y las sombras. En ella, combinando texturas y el uso de materiales como el mohair, gasas, muselinas y mangas de caucho, Craig Green nos llevó a un universo de caos que contrastaba con la calidez y el orden de los tejidos confeccionados artesanalmente.

El diseñador Craig Green deja muy clara su posición respecto a la ropa masculina. Su intención es desmantelar la idea formal de las prendas, crear moda conceptual y portátil.

Para la temporada primavera-verano 2014 diseñó una colección compuesta por prendas en las que se sobreponían los excesos de telas adornados con psicodélicos gráficos. En su puesta en escena las caras de los modelos se cubrían con telas a modo de máscara, sombreros y antifaces. Destacaron en su colección los materiales sintéticos, que cobraban un protagonismo singular dentro de grandes composiciones escultóricas.

"No estoy seguro si la gente estará de acuerdo, pero para mí, el tie-dye es una realidad hoy", apuntaba el diseñador al presentar otra de las líneas de la colección para el 2014 orientada en la caracterización de los tejidos.

La elección de este recurso, que hace décadas usaron los hippies, adquiere un nuevo significado más próximo al mensaje del color que al de su contexto en los años 70 relacionado con la práctica natural y artesanal del proceso de tintura. Green tiñe de un modo muy particular sus prendas, consigue efectos que parecen camuflaje mezclado con psicodélicos remolinos de color.

Así es el arte de Craig, tan dispar y cercano al mismo tiempo. Tan pronto tiene cabida pañuelos a modo de banda en los ojos como tocados compuesto por cartones de basura. Podría ser un homenaje a la comunidad homeless, no se sabe, pero lo que es cierto es que el valor escultórico de sus propuestas están en alza y como bien apunta el diseñador, está haciendo las cosas emocionantes y raras que Gareth Pugh por desgracia ha dejado atrás.

Su arriesgada forma de entender la moda, alejada de las propuestas más convencionales respecto del resto de creadores, le ha sido reconocida con numerosos premios y, a pesar de su juventud, con colaboraciones con firmas de la notoriedad de Adidas. Para Craig, estos premios y experiencias, no solamente le han ayudado económicamente en su negocio sino que supusieron un aprendizaje aplicable a su propio proyecto.

Todavía nadie se atreve a predecir cuál será el futuro y la trayectoria que llevará el diseñador. Su visión tan particular de la moda no nos permite intuir nada sobre lo que serán las futuras colecciones de Craig. Lo único que es seguro es que todas las miradas estarán puestas en él. Lo que era una joven promesa de la moda británica, comienza a convertirse en un imprescindible, que en poco nos sorprenderá con el fichaje por una gran casa.