VALENCIA. Ritos satánicos, meadas colectivas, orgías homosexuales, secretarios de Estado americanos vestidos de mujeres y chuletas a la parrilla. Entre la verdad y la mentira, la leyenda y la historia, se mueve una de las reuniones de la élite de EEUU más importantes de año que comenzó el pasado día 10 y se prolongará hasta el próximo 27 de junio. Dicen las malas lenguas que aquí se toman algunas de las decisiones más cruciales de los que dominan el mundo. Otros, que son sólo unos días para relajarse y pasárselo bien bebiendo como cosacos. Bienvenidos a Bohemian Grove, "la mayor fiesta para hombres del planeta" en palabras del presidente Herbert Hoover (1874-1964).
La historia se remonta a 1872. Un grupo de intelectuales de la época, en la que a los hipster se les llamaba bohemios, decidió crear un club sólo para hombres en el que pasar tres semanas de retiro al año a principios de verano. La idea cuajó y, en pocos años, fue consolidándose. Se empezaron a comprar más y mas terrenos (hoy el lugar ocupa unas 1.100 hectáreas), y de los cien miembros originarios hace tiempo que se superó la cifra de 2.000.
En aquellos primeros tiempos, Mark Twain y Jack London fueron dos de sus miembros más distinguidos. Pero los problemas no tardaron en llegar: el cónclave era caro de mantener así que los bohemios (la mayoría no tenía un duro) comenzaron a invitar a miembros del establishment a cambio de aportaciones económicas. Pronto los Du Pont, los Rockefeller y lo más granado de la finanzas, la política, la industria del periodismo marcaban con fosforito amarillo estos días de asueto en su calendario. Es como el Skull & Bones pero no hace falta ir a Yale.
MUCHO PODER
Sobre la importancia de este enclave en la sombra, un lugar parar ver y ser visto y hacer relaciones públicas, no cabe la menor duda. Libros tan serios como The Bohemian Grove and Other Retreats (G. William Domhoff, 1974) o The Greatest Party on Earth (John van der Zee, 1974) analizaron en su día, con rigor y seriedad, el papel de esta y otras instituciones similares en la política americana.
La trascendencia del evento es fácil de entender. "Muchos de los miembros del club ostentan cargos de importancia, ya sea en el gobierno o en una multinacional. En un día puedes conocer a 200 de los mayores donantes del Partido Republicano o a los directores de las 100 mayores compañías del país", según explicó el sociólogo de la Universidad de Sonoma (California) Peter Philips a la BBC.
Hay que tener en cuenta que aquí no entra cualquiera. Para ser miembro hay que aportar 25.000 euros anuales, sólo se entra por cooptación, y un candidato puede esperar hasta 20 años a que se le habrán las puertas. Así, no es de extrañar que la lista de miembros incluya, o haya incluido, a William Randolph Hearst, David Rockefeller, Dwight Eisenhower, Ronald Reagan, Henry Kissinger, o los dos presidentes Bush. El ex gobernador de California, Arnold Schwarzenegger también es un habitual.
El lema del cónclave es "Las arañas que tejen no entran aquí", una frase extraída de El Sueño de una Noche de Verano. Significa que el trabajo debe quedarse a las puertas. En principio, la política y la economía son dos temas prohibidos, pero probablemente sea de lo que más se habla.
¿QUÉ ES?
El Bohemina Grove es un campamento que dura tres semanas y se celebra en la localidad de Monte Río (California). El lugar se divide en dos espacios: los comunes (el museo, el teatro al aire libre, el comedor...) de los cuales la zona más importante es el lago artificial donde tienen lugar los ritos más curiosos. Luego, están los distintos campamentos en los que se reúnen los diferentes grupos de asistentes con nombres tan pintorescos como los Druidas, los Hillbillies o el Nido del Búho.
Pero si resulta curioso que en una acampada se tomen decisiones que afecten a la política estadounidense y, por extensión, al resto del planeta, lo más curioso es lo que ocurre dentro. Las tres semanas son una sucesión de fiestas al aire libre, ritos paganos, obras de teatro, bailes de disfraces y borracheras.
El acto más importante se conoce como La quema de las preocupaciones. Ante un búho de madera de dimensiones épicas, el símbolo de los bohos, se incinera una figura humana cubierta por una sábana. Un acto simbólico para romper con las preocupaciones cotidianas. De aquí han nacido las leyendas de que en realidad son una secta satánica y que realizan sacrificios humanos. Conspiranoia en estado puro.
El escritor Jon Ronson acompañó al periodista Alex Jones (el sumo sacerdote de la conspiranoia) cuando logró infiltrarse en el lugar y plasmó su experiencia en Extremistas: Mis Aventuras con los Radicales (2003). Según Ronson, no es para tanto. "Mi impresión es que todo estaba presidido por un cierto sentido de inmadurez: los impersonators de Elvis, los extraños rituales pseudo-paganos, el beber sin parar. Esa gente ha alcanzado la cúspide de sus profesiones pero emocionalmente parece que se hayan quedado atrapados en su época universitaria", aseguró.
Otra de las curiosidades son las obras de teatro, cuyo presupuesto está a la altura de cualquier producción del off Brodway. No son simples charlotadas sino espectáculos que se diseñan a lo largo de todo el año y en el que el grupo que le toca (van rotando) lo da todo.
Como no se aceptan mujeres, los papeles femeninos son realizados por hombres (Kissinger tenía fama de bordar estos roles), lo que también ha alimentado la teoría de las orgías homosexuales... que tienen algo de cierto.
ORGÍAS GAYERS
Curiosamente, entre tanta exageración, también se dan algunas verdades. Por lo visto, hay mucho de cierto en el rumor de que, antes de la irrupción del sida, el sexo homosexual estaba a la orden del día. En una de las famosas cintas secretas del presidente Nixon se le oía decir: "El Bohemian Grove, al que suelo ir de vez en cuando, es la cosa más jodidamente maricona que te puedas imaginar; esa gente de San Francisco que va allí es terrible. No le vuelvo a dar la mano a ninguno". También reconoció en sus memorias que el discurso que marcó su primer paso hacia la Casa Blanca lo dio allí.
Ron Bluestein, un joven escritor homosexual de Frisco, trabajó en el enclave a mediados de los 80 y escribió un pequeño opúsculo (Una camarera en Bohemia, 1986) en el que confirmó los rumores. Según él, todo el personal era masculino y, dado que no todo el mundo podía pasar dos semanas fuera de casa, muchos de los camareros eran gente sin cargas familiares.
La ciudad californiana, además, acogía a una de las comunidades gays más numerosa del mundo, así que no había nada extraño en que gran parte del personal también lo fuera. Dado que lo que pasa en Bohemian Grove se queda en Bohemian Grove, que todo el mundo se ponía hasta la cejas, y puesto que no había mujeres a kilómetros a la redonda, pasaba lo que tenía que pasar. La tradición se perdió y hoy la cita tiene fama de atraer prostitutas de todo Estados Unidos.
Aunque parezca mentira, Bohemian Grove es así. Tiene ciertas peculiaridades herencia de su historia, pero en el fondo no es nada del otro mundo. A la gente le gusta juntarse con sus iguales, lo mismo Sonoma (California) que en Catamaruc (Teruel), y si puede, además, intenta medrar. Los negocios se firman en los despachos pero las relaciones se hacen en los bares, los clubs de campo o los congresos. Y en lo que todo el mundo se parece -pobres y ricos, poderosos y desheredados- es que nos va la fiesta más que a un tonto una tiza.
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