VALENCIA. El actor, guionista y director francés Martin Provost, autor de cintas como Seraphine (2008) y El vientre de Juliette (2003), estrena esta semana en España Violette, una aproximación al mundo de la escritora Violette Leduc, hija bastarda de un noble, y su peculiar relación con la famosa Simone de Beauvoir.
La película está protagonizada por Emmanuelle Devos, quien da un recital en su interpretación de la escritora, Sandrine Kiberlain que le da la réplica como Simone de Beauvoir, y Jacques Bonaffe quien encarna a Jean Genet, amigo personal de Leduc, así como Catherine Hiegel, Olivier Gourmet y Olivier Py.
La película se inicia cuando Leduc conoce a Simone de Beauvoir tras la posguerra en Saint Germain des Prés. Comienza así una relación intensa entre estas dos mujeres que va a durar toda su vida, relación basada en la búsqueda de libertad de Leduc y la convicción de De Beauvoir de tener entre manos el destino de una escritora fuera de lo común.
Según explica Provost en una entrevista concedida a Laureline Amanieux para Golem, la película surgió durante la preparación de su celebrada Séraphine, que obtuvo en su día siete de los nueve Césars a los que aspiraba. Fue el escritor, editor y traductor René de Ceccatty quien le preguntó: "¿Preparas una película sobre Séraphine, pero ¿sabes algo de Violette Leduc?"
Ceccatty, que es especialista en Leduc y Pasolini, entre otros, le ofreció un texto inédito que Leduc había escrito acerca de Séraphine y que la revista Les Temps Modernes no quiso publicar en la época. "La belleza y la lucidez del texto me dejaron estupefacto", confiesa Provost. Tras leer la biografía de la novelista, devoró sus novelas como La bastarda, y decidió hacer una película sobre ella con la colaboración de Ceccatty, quien debuta como guionista con este filme.
Dice Provost que cuanto más aprendía sobre Leduc, más le conmovía "su fragilidad y dolor", mientras que el personaje público, el que se hizo famoso sobre todo en los años sesenta, "extravagante y escandaloso", le interesaba mucho menos. "Solo era una fachada. Quería acercarme a la auténtica Violette [Leduc]".
Y lo que encontró fue una mujer que busca el amor y se sumerge en una gran soledad para escribir. "La vida no la trató con ternura. Se decía que era cargante, pero eso no me bastaba. Me parecía insegura, solitaria, en constante lucha contra sí misma, siempre buscando. Creo que la inseguridad y la soledad son los dos motores que la impulsaron. Con el tiempo, uno acaba dándose cuenta de que la soledad es muy fecunda, una aliada absolutamente necesaria, como el silencio", dice Provost.
La película está dividida en capítulos, como si se tratara de un libro y muestra el recorrido de esta atípica heroína hacia su liberación, así como la fuerza de la amistad entre dos mujeres singulares. "Violette [Leduc] era insoportable. Si se le cerraba la puerta en las narices, entraba por la ventana. Era un auténtico dolor porque sufría mucho, pero también porque hacía sufrir a los demás. Estaba convencida de que era fea, y delante de Simone de Beauvoir llegó a convertirse en una obsesión. Pero De Beauvoir siempre consiguió burlar las trampas y seguir apoyándola para que construyera su obra. Creo que la salvó de la autodestrucción", sostiene el cineasta.
Para conseguir su propósito ha sido fundamental la colaboración de Emmanuelle Devos, con quien habló antes de escribir el guión, y con quien había colaborado en Séraphine. "Sabía que debía ser ella, no podía ser otra, y quería estar seguro de que aceptaría el papel. Tendría que transformarse físicamente, aceptar teñirse de rubio, afearse con una nariz falsa". Lo consiguió.
Más difícil le resultó encontrar una actriz que se atreviera a encarnar a Simone de Beauvoir. "Interpretar a un personaje que todos conocen no es tarea sencilla. Emmanuelle [Devos] me animó a hablar con Sandrine Kiberlain. No la veía en el papel, pero en cuanto nos conocimos, me sorprendió su gracia, su inteligencia y su determinación. Estaba segura de conseguirlo".
En la película además se puede ver a personajes como Genet, su gran amigo, su alma gemela, quien le dedicó Las criadas; o Jacques Guérin al que da vida Gourmet, coleccionista de manuscritos, diseñador de perfumes, los perfumes d'Orsay, homosexual, rico y también bastardo, de quien Leduc se enamoró.
Para Provost Leduc no es una autora menor y el objetivo de su película es reivindicarla. "Es una gran artista. Esta mujer de orígenes modestos se bate y se debate en un mundo que la juzga porque no nació en su seno. Sigue siendo un problema actual. Transforma su relación con ese mundo a través de la escritura. Encuentra su sitio. Es una pionera".
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