VALENCIA. "Invertir en Codere se ha convertido en una auténtica lotería y nunca mejor dicho para esta cotizada del sector del juego. Sinceramente no recomiendo hacerlo a los pequeños inversores porque el riesgo de quedarse atrapado es muy alto, mejor dejarlo para los especuladores de turno". Así de claro lo tienen desde una mesa de intermediación bursátil madrileña contactada por este diario.
"Lleva ya siete aplazamientos para tratar de llegar a un acuerdo con sus acreedores y así salvar el concurso de acreedores, mientras la cotización en bolsa se mueve en torno a los 0,80 euros. Lo curioso es que hay días que apenas se mueve en dos céntimos por lo que no vale la pena ni hacer trading", advierten.
Y no les falta razón porque en la sesión de ayer jueves del mínimo (0,81 euros) al máximo (0,82 euros) solo hubo un céntimo de diferencia, por lo que lo tuvieron harto difícil obtener plusvalías todos aquellos que finalmente intercambiaron de manos 23.492 títulos. Un volumen de negociación inferior en casi 14 veces las 324.735 'coderes' de la media diaria anual, según datos oficiales de Bolsas y Mercados Españoles (BME).
Pese a todos los problemas que arrastra este grupo de juego privado se ha revalorizado en bolsa un 17,4% desde que arrancó el año, pero pese a ello presenta una pobre capitalización bursátil de 44,6 millones de euros situándose en la parte baja de todo el Mercado Continuo. Cierto es que las acciones llegaron a tocar los 2,89 euros a lo largo de los últimos doce meses como también que marcó su mínimo en los 0,54 euros.
Minutos después de cerrar la jornada bursátil de ayer, la compañía comunicó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que no abonará el pago del cupón de una emisión de bonos en euros con vencimiento en 2015, que expira este domingo, debido "a las actuales circunstancias de la compañía y a las negociaciones en curso", mientras indicó que "continúa avanzando en las negociaciones" de cara a alcanzar un acuerdo para reestructurar la deuda de la compañía.
Esta no es la primera vez que Codere acuerda no satisfacer los intereses adeudados en una emisión. El pasado mes de marzo ya lo hizo para una en dólares y a mediados de enero tampoco hizo frente a otra correspondiente a una emisión en euros. De hecho antes de ayer amplió nuevamente -y hasta el próximo 2 de julio- el tiempo para negociar con sus acreedores con el objetivo de alcanzar un acuerdo que evite el concurso.
EN PRECONCURSO DESDE EL 2 DE ENERO
No obstante, precisó que, por acuerdo de la mayoría de los titulares de los bonos, podrá dejarse sin efecto este plazo con un preaviso de 24 horas a partir de las 5.00 horas del próximo 18 de junio. El grupo presentó el preconcurso de acreedores a principios del pasado 2 de enero, por lo que el plazo de cuatro meses para llegar a un acuerdo o acogerse al concurso expiraba a principios de mayo. Codere ya agotó el pasado 6 de febrero el plazo que tenía para la extensión de su crédito senior sin haber podido alcanzar un acuerdo con al menos la mitad de sus bonistas, condición que era necesaria para la ejecución de la prórroga.
En su oferta, los acreedores ofrecían una inyección de 400 millones de euros (200 millones de euros mediante un contrato de financiación senior y otros 200 millones de euros de una ampliación de capital) para pagar deudas vencidas y financiar sus iniciativas, en una reducción de su endeudamiento, que asciende a 1.039,6 millones de euros, en cerca de 365 millones y en permitir diferir en el tiempo, hasta en cinco años, futuros vencimientos.
Para ello, los bonistas, que se habían mostrado dispuestos a aceptar una quita del 35%, exigían recibir el 96,8% del capital de la sociedad, mientras que los actuales accionistas pasarían a ser titulares del 3,2%. La oferta de los acreedores ha contado desde el principio con el rechazo del consejo de administración de Codere, controlado por la familia Martínez Sampedro, principales accionistas de la compañía con una participación del 63,7%.
De hecho, la compañía respondió con una contraoferta en la que se planteaba una nueva propuesta en la cual no se requería ninguna inyección de fondos y se recogía un periodo de carencia de intereses en los bonos emitidos en euros y dólares de 5,5 años (hasta diciembre de 2019), incorporando al monto adeudado lo debido por los cupones impagados desde diciembre de 2013.
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