VALENCIA. Gana con el paso de los años. Como los buenos vinos, la serie policiaca de Bevilacqua y Chamorro es mejor a cada libro. El escritor Lorenzo Silva (Madrid, 1966) ha vuelto a sus queridos guardias civiles. Forman parte de su vida. "He llegado a estar cuatro años sin escribir una novela de ellos, pero ahora no sé si sería capaz de aguantar tanto tiempo. Entonces me vino bien y me lo tomé hasta de reflexión", comenta. Volver a ellos es como volver a su familia, regresar a una tierra natal. "He tenido mucha suerte con estos personajes. Gracias a ellos estoy menos solo. Vienen conmigo a todas partes y yo voy a todos los sitios con ellos. Me siento como viviendo con ellos", añade.
El libro, el octavo de la serie, tiene por título Los cuerpos extraños y es su primera aproximación a la Comunidad Valenciana. En cierto modo, Vila, como se presenta el brigada de la Guardia Civil, es un don Quijote; Chamorro sería su Sancho Panza. Juntos recorren España. "Son mi forma de mirar al país en el que vivo", conviene el escritor. Un país lleno de corrupción, de mezquindad, de pecados inconfesables, pero que observa con un leve optimismo. "Hay gente decente todos los días haciendo la vida mejor, que haya pequeñas luces. Mis personajes existen, estos guardias, el juez.... No digo que su lucecita cambie el curso de las cosas, pero de esa lucecita nos podemos alimentar y confiar en que tenemos una pequeña posibilidad. Yo tengo cuatro hijos pequeños y necesito creer en que hay un poco de esperanza".
Al igual que en otras novelas de la serie, esta nueva entrega se inicia con Vila recibiendo una orden, pero en este caso es de su madre. "Te tienes que ir". Acaba de recibir la noticia de que en una playa ha aparecido el cadáver de la alcaldesa de una localidad turística valenciana indeterminada, a la que se buscaba desde hace tiempo. Desde su arranque hasta la conclusión, todo está medido, sopesado, calculado para conducir al lector al sorprendente final de la trama. El "perfil irreal de la Ciudad de las Artes y las Ciencias", los bares en el Paseo Marítimo, las carreteras de la costa, los escenarios quedan absorbidos por la investigación.
Como ya ocurría en la primera novela de la serie, El lejano país de los estanques (1998), o como le pasaba al personaje principal de La reina sin espejo (2005), la investigación revelará que la víctima, Karen Ortí Hansen, ocultaba una agitada vida sexual, un mundo secreto. No es un recurso dramático, sino un reflejo de la realidad. "Hay gente que tiene poca trastienda pero normalmente la gente que vive con más presión en su vida buscan maneras de alcanzar mucho desahogo y mucha catarsis con experiencias poco convencionales", explica.
INSPIRADA EN EL CRIMEN DE POLOP
La elección de la Comunidad Valenciana tampoco es casual. La novela está inspirada vagamente en el asesinato de la localidad alicantina de Polop, pero es sólo el "punto de partida". Si Vila tenía que tratar un caso de corrupción urbanística, era inevitable que desembocara en esta región. La proliferación de casos de esta índole "en todo el Arco Mediterráneo", desde Girona a Málaga, se debe a su interés comozona turística por el buen clima y "el mucho terreno disponible", cree él. Las mismas características que hacen del Mediterráneo español, de la Comunidad Valenciana, una zona turística, han hecho de esta zona el vivero perfecto para que críen esos cuerpos extraños a los que alude Vila en el libro. "Y Valencia para bien y para mal está en el meollo", apunta.
No hay ninguna segunda lectura. Nunca las hay en sus novelas por mucho que se busquen. El acusado que se defiende a sí mismo ("dicen que el abogado que se asesora a sí mismo tiene por cliente y abogado a un imbécil", reflexiona Bevilacqua) no es este político, ni aquél, y la víctima no es esta alcaldesa o aquella diputada. "No intento aludir a nadie, de verdad", explica en la cafetería del hotel Astoria de Valencia. "Si quiero decir algo lo digo directamente. Es cierto que mis personajes están hechos con retales de realidad, no hay nada que suceda en mis novelas que no tenga un correlato en la vida real, pero todo lo que atribuyo a un personaje puede proceder de diez o doce personas".
Nace este libro, como sus hermanos, con el deseo de ser un espejo de su tiempo. El título mismo proviene de una idea que expresa Bevilacqua al final de la novela. Es una descripción de la corrupción. "[Lo que nos trajo aquí son] Unos cuerpos extraños que se esconden entre nosotros, que a veces dan señales, los detectamos y los extraemos, pero otras veces no, se acomodan, se rodean de una cápsula de tejido y ahí se quedan, minándonos poco a poco", se puede leer.
Silva disfruta de hasta donde ha llegado con sus novelas. Con naturalidad. Todo comenzó viendo por televisión. "Buscaba un apellido italiano raro. Un día, viendo la tele, un campeonato mundial de atletismo, algo que no suelo seguir, apareció una saltadora de altura italiana que se llamaba Antonella Bevilacqua". Así, de esa manera tan sencilla, "tan tonta", se inició una de las sagas literarias más exitosas y premiadas de España: Ojo Crítico para El lejano..., Nadal en 2000 para El alquimista impaciente y Planeta en 2012 para La marca del meridiano.
Una serie que sólo tiene pendiente encontrar su hueco en la ficción audiovisual. Ha habido cuatro intentos de serie de televisión y sólo una adaptación cinematográfica, la de El alquimista impaciente, que haya fructificado. A la espera de hallar quien le traduzca a imágenes, Silva sigue con su plan de "una novela cada dos años" de la pareja de guardia civiles más famosa de los últimos treinta años. Y sigue sin desvelar si algún día, por fin, ambos, Chamorro y Vila, resuelven el caso de tensión sexual no resuelta más celebrado y célebre de la narrativa española contemporánea. Por ahora no coinciden los tiempos. Ahora que Chamorro vuelve a estar soltera, Vila tiene pareja. "Son cosas que pasan", ríe Silva.
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