VALENCIA. La voluntad existe. La buena voluntad se ha expresado. No hay nada escrito. Esa es la preocupación. "Todo el mundo está de acuerdo", dice Antonio Marín, del Cercle Obert de Benicalap, "pero hasta que no haya una partida presupuestaria no nos lo creeremos".
Son demasiados años, décadas, por lo que es normal cierto escepticismo. Todo comenzó antes de los noventa, pero si hubiera que establecer una fecha de referencia, Manolo Carles, vicepresidente de la asociación de vecinos del Botánico, diría que fue hace 26 años, con motivo del Plan General de Valencia de 1988. La concesión de la licencia para la construcción de un hotel de lujo en un solar adyacente al jardín botánico de la Universitat de València se tradujo en una guerra jurídica y de acciones populares que concluyó a mediados del año pasado. Desde entonces hasta ahora se había larvado una batalla vecinal contra el Ayuntamiento de Valencia a cuenta de los usos del famoso solar de los Jesuitas que dio pie a la creación del primero de los Salvem, Salvem el Botànic.
El particular día D de esta larga guerra fue el 24 de julio de 2013, cuando el consistorio firmó un convenio con la mercantil Expogrupo S.A. para realizar una permuta de terrenos por el cual la empresa construiría su hotel en el edificio municipal de la avenida Aragón, hoy vacío. La empresa abandonaba su intención de construir un hotel en el solar de Jesuitas y el Ayuntamiento devolvía el terreno para los usos dotacionales del vecindario.
El acuerdo tiene una serie de flecos pendientes, cuestiones de titularidad de los terrenos, que se cerrarán en breve, aseguraba este martes el concejal Alfonso Novo a ValenciaPlaza. "Estamos cerca del acuerdo", decía. Antes de fin de año daba por seguro que se podrá anunciar. "Yo creo que en agosto o después", explicaba. Una vez realizada la cesión, el famoso solar de Jesuitas se podrá emplear para realizar la ampliación del Jardín Botánico, una antigua aspiración de la universidad y de los vecinos. "A partir de ahí depende de los ritmos de la universidad", decía este martes Novo.
LA ALQUERÍA ABANDONADA DEL XVIII
También está a expensas de los ritmos del ayuntamiento, recuerda Marín. También del consistorio porque las actuaciones del gobierno municipal no son precisamente las más raudas. El mejor ejemplo, la cercana alquería del XVIII ubicada en la calle Beato Gaspar Bono. Un informe del servicio de bomberos del 7 de abril de este año deja bien claro el abandono sufrido por este edificio histórico, del que se señala que se halla "en avanzado estado de degradación y ruina". "Es responsabilidad del Ayuntamiento hacer algo con ese edificio", advierte Marín.
Para los miembros del colectivo vecinal y de Cercle Obert esta alquería sería el sitio idóneo para albergar el Museo de Historia Natural Padre Ignacio Sala, cuyos fondos se encuentran en estos momentos en los almacenes de la Universitat, donde permanecen a la espera de que alguien los rescate del olvido, con dos personas encargadas de su mantenimiento. Sería el complemento perfecto a la ampliación del Botánico.
Porque no hay dudas en cuanto a la ampliación del Botánico, una propuesta que es defendida por todos los implicados, incluido ahora el Ayuntamiento. Tanto la asociación de vecinos como los miembros de Cercle Obert consideran que es la solución natural. De hecho Carles comenta que la propuesta de Salvem el Botànic de los huertos urbanos era realmente la tercera opción. "Si no quería la universidad [ampliar el Jardín Botánico] y si no se hacía un jardín público, podríamos haberlo estudiado", asegura.
Pero el rector Esteban Morcillo ha sido claro y así lo transmiten desde su equipo: La opción de la Universitat de ampliar el jardín Botánico de Valencia es una vieja aspiración que no se ha olvidado. Creado en 1802 en su actual ubicación, el jardín lleva dos siglos de existencia en su emplazamiento y forma parte ya de la historia de la ciudad.
"La ampliación es deseable, sería positiva", dicen desde el equipo del rector. El quid de la cuestión es que la cesión sea en propiedad, "un tema muy técnico que hay que verlo con el Ayuntamiento". Porque, recuerdan, la decisión corresponde al final al Ayuntamiento que es el propietario.
No se olvidan tampoco de la alquería. "Vamos a seguir trabajando con los Jesuitas. La voluntad de la Universitat es colaborar para que la colección sea expuesta a la sociedad, pero la alquería no es propiedad de la Universitat. Colaboraremos com el Ayuntamiento de Valencia en todo lo necesario para que el tema se solucione de la mejor manera posible para la sociedad", apostillan.
16.000 METROS CUADRADOS DE TERRENO
Morcillo ha dejado muy buena impresión entre los representantes del colectivo vecinal. "Conoce bien el tema y lo que hay que hacer", comenta Carles, quien recuerda que se está hablando de un terreno de 16.000 metros cuadrados. Por eso la Universitat quiere que la cesión por parte del Ayuntamiento no sea sólo para el uso sino también de la propiedad del terreno.
Algo que entienden los vecinos. "No tendría sentido aplicar recursos y esfuerzos en un espacio del que solamente tendría el uso, siendo este reversible en cualquier momento. Por el contrario la Universitat pondría todos sus medios a favor en el caso de que se llevara a efecto la cesión en los términos mencionados", dicen.
Tanto desde Cercle Obert como desde la asociación de vecinos consideran fundamental llegar a un acuerdo lo antes posible porque, recuerdan, las elecciones están a la vuelta de la esquina y una vez llegue el confeti electoral, llegarán las promesas que se lleva el viento. De ahí que se vea la luz al final del túnel, si, después de 26 años, pero, como señalaba Marín, todavía "no hay partida presupuestaria". O lo que es lo mismo, no hay nada ganado aún.
Los trabajos pendientes son muchos. Hay que desbrozar, allanar el terreno, igualarlo, habilitarlo... Todo eso antes de empezar a plantearse qué y cómo se plantará. "No queremos que sea una selva en dos semanas", señala Carles; "sabemos que lleva su tiempo, pero hay que comenzar a actuar".
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